Psiquiatría
Estilo de vida activo y vigoroso protege de la depresión
Según la Organización Mundial de la Salud, la depresión es la segunda enfermedad más importante en términos de carga de la enfermedad (discapacidad y mortalidad) entre los 15 y los 44 años de edad en todo el mundo. Durante algunos años desde principios de la adolescencia media, los síntomas depresivos aumentan rápidamente, sobre todo entre las niñas. La sintomatología depresiva durante este periodo suele ser precursora de la depresión en la adultez. Los niveles de actividad física en la primera infancia son altos y disminuyen gradualmente en la infancia y aún más en la adolescencia. Los resultados de la mayoría de los estudios transversales en adolescentes han demostrado asociaciones entre niveles altos de actividad física vigorosa y menos síntomas depresivos, sin embargo, otros ensayos no han reportado este tipo de relaciones.
Investigadores del Departamento de Neurociencia de la Facultad de Medicina de la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología, determinaron si el nivel de actividad física o actividad sedentaria son factores de riesgo para el desarrollo de síntomas depresivos en la adolescencia temprana. Una muestra representativa de 2.464 adolescentes de 12 a 15 años de edad se evaluó en dos ocasiones, durante los años 1998 (T1) y 1999/2000 (T2). La tasa de deserción fue de 4,3%. Se analizaron los síntomas depresivos (con el cuestionario para estado de ánimo y sentimientos, MFQ) y los niveles de actividad física y el sedentarismo, durante el inicio y el seguimiento.
Las calificaciones MFQ en T1 estuvieron transversalmente asociadas con bajos niveles de ejercicio vigoroso. Se observó un posible efecto amortiguador del ejercicio vigoroso en la relación entre los eventos estresantes de la vida y la depresión. En el análisis longitudinal menos ejercicio vigoroso y demasiadas actividades sedentarias (niños solamente) predijo una alta puntuación (MFQ ≥ 25) en T2.
En conclusión, bajos niveles de ejercicio vigoroso y más tiempo de las actividades sedentarias (niños solamente) constituyeron factores independientes de riesgo para el desarrollo de síntomas depresivos. Este conocimiento debe ser considerado por los responsables políticos, los servicios de prevención y profesionales de la salud.
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