Cada 50 g/1.000 kcal de carne roja se asocia con un incremento de hasta el 22% en el riesgo en el colon proximal, distal y recto. Reemplazarla con carne blanca reduce la incidencia, mientras que optar por la de tipo procesada eleva el riesgo.
El aumento en la amenaza de desarrollar la enfermedad es de aproximadamente un 20%, en comparación con las horneadas, hervidas o en puré. Sustituirlas por granos integrales reduciría significativamente esta probabilidad.
Diversos marcadores inmunológicos se asocian con fatiga severa y síntomas gastrointestinales, cognitivos y neurológicos en personas que tuvieron la infección, mostrando potencial para el diagnóstico y pronóstico de esta condición.
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