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23 Junio 2014

Medicina UdeC: cimientos, desarrollo y proyección

  • Dr. Raúl González Ramos

    Dr. Raúl González Ramos

  • Dres. Alberto Moreno y Sonia Figueroa

    Dres. Alberto Moreno y Sonia Figueroa

  • Dr. Hernán Sotomayor León

    Dr. Hernán Sotomayor León

  • Dr. Carlos Pérez Arrau

    Dr. Carlos Pérez Arrau

El 26 de abril de 1924 se inauguró el Curso de Medicina de la Universidad de Concepción. Hoy, 90 años más tarde, repasamos los principales hitos, personajes y desafíos de la prestigiosa unidad académica.

Motivado por sus viajes y por su estadía en la Universidad de California, en Berkeley, Enrique Molina Garmendia, primer rector de la Universidad de Concepción, quiso replicar en la zona el concepto de ciudad universitaria, un espacio académico y cultural que resaltara el prestigio y valor de la casa de estudios superiores. Para lograrlo, necesitaba levantar una estructura que se convirtiera en un verdadero ícono y fuente de inspiración, no sólo para alumnos y docentes, sino que también para toda la comunidad. Fue así como decidió construir una obra que, al poco tiempo de ser inaugurada, en 1944, pasó a ser una de las postales más representativas de la Región del Bío Bío. “El Campanil, cortándose sobre los oscuros pinares y en el luminoso raso del firmamento, es bello. Será siempre bello. Va a ser el símbolo universitario por excelencia, signo de rectitud y elevación, columna que difundirá en las almas goce, placidez y serenidad, flecha que apunta a la altura, como la filosofía, donde más allá de las nubes que amedrentan, triunfa la claridad celeste”, decía Enrique Molina.

Por esas casualidades del destino, en el aniversario 90 de la Facultad de Medicina de la UdeC, términos como “elevación” y “altura” ofrecieron un particular simbolismo a la ceremonia que conmemoró esta importante fecha. Y es que a principios de 2014, Jorge Gajardo, Thomas Schmidt y Ricardo Alarcón, montañistas y facultativos formados en la Universidad de Concepción, ascendieron el monte Aconcagua, macizo andino de 6.962 metros, el más alto de todo el continente. Allí, en el “Techo de América”, los médicos desplegaron un lienzo alusivo a los 90 años de la facultad, representando así el sitial que ha alcanzado la unidad académica. El significativo homenaje, ampliamente aplaudido por todos sus colegas, incluyó un mensaje llamando a aunar voluntades para alcanzar las metas y enfrentar los desafíos, el único camino para conservar la posición de liderazgo que la Facultad de Medicina tiene hoy a nivel nacional e internacional.

“Expedición al Aconcagua: el éxito de un trabajo en equipo”, se denominó la conferencia ofrecida por el doctor Jorge Gajardo, cardiólogo y miembro del Departamento de Medicina Interna, exposición que invitó a todos los integrantes de la facultad a hacer “el mayor esfuerzo humano” para perdurar en lo más alto de las universidades de América.

Pero llegar hasta ese privilegiado lugar no ha sido fácil. Tras un arduo trabajo del Comité Pro Universidad y Hospital Clínico, liderado por los visionarios Enrique Molina y Virginio Gómez, se fundó la Universidad de Concepción, el 17 de marzo de 1919, dictándose en 1920 el decreto oficial que le dio vida. Dentística, farmacia, química industrial y pedagogía en inglés fueron sus primeros cursos. De inmediato, se estableció como uno de sus objetivos prioritarios crear una facultad que cubriera la necesidad creciente de formar médicos de excelencia, demanda que en ese entonces atendía con exclusividad la Universidad de Chile. 

Y es que contar con una escuela de estas características era una ambición largamente anhelada por las autoridades de la ciudad. Se trataba de una necesidad histórica que se arrastraba desde hace más de 150 años, luego del cierre de la Universidad Pencopolitana, institución dependiente del Obispado de Concepción, que funcionó entre 1724 y 1767. Esta casa de estudios siempre deseó contar con una escuela de medicina, sin embargo, el violento terremoto y tsunami de 1751 cambió los planes. Había que recuperar lo que se había perdido y finalmente la idea nunca se concretó.

Pues bien, con la expulsión de los Jesuitas de la zona y el cierre del plantel, Concepción, emplazado ahora en el valle de la Mocha y no en Penco, su ubicación original hasta 1751, debió bregar no sólo por tener una escuela de medicina, sino que también por recuperar su universidad. 

Una cuestión de apariencias

Apenas cinco años después de la fundación de la UdeC, en 1924, se creó la Facultad de Medicina, uno de los pilares más importante de la casa de estudios superiores. Tres décadas más tarde, después de siete años de construcción, se inauguró el tradicional Arco de Medicina, edificio que albergó durante cuarenta años a la facultad y que se convirtió, hasta el día de hoy, en símbolo de la formación de los profesionales de la salud y portal de la institución educacional. Sin embargo, los primeros pasos en pro de la creación de la escuela de medicina se remontan bastante más atrás en el tiempo.

En 1887, los fundadores de la Sociedad Médica de Concepción plantearon la idea de crear un curso de estudios de medicina, nombrándose incluso a los futuros profesores: Juan Bautista en anatomía, Nicanor Allende en histología y Tomás Sanhueza en microscopía, pero la idea no prosperó, pues la creación de una Escuela de Medicina era inherente a la existencia de una universidad que la cobijara. Así lo cuenta el doctor Hernán Sotomayor, actual presidente de la Sociedad de Enfermedades Respiratorias Filial Concepción, en un texto que editó para conmemorar los 60 años de la facultad, publicación que contó con la colaboración de destacados facultativos, como Fructuoso Biel, Annemarie Fahrenkrog, Ivar Hermansen y Eduardo Skewes.

Así prosigue su relato: “la medicina penquista poco a poco siguió alcanzando brillo y prestigio. En 1868 se efectuaba la primera ovariectomía en Chile y en 1883 se operaba el primer quiste hidatídico. Las noticias de progresos de la medicina en Europa motivaron frecuentes viajes de estudio de los médicos penquistas y a su regreso volvían con el deseo de enseñar lo aprendido. Entre ellos se encontraba el doctor Virginio Gómez, designado director del Hospital San Juan de Dios de Concepción y uno de los principales artífices de la idea de crear un Hospital Clínico y una Escuela de Medicina, todo inserto en el macro proyecto de una universidad para la capital de la Región del Bío Bío”. 

El doctor Gómez trató esta visionaria iniciativa en el círculo de sus colegas y amigos más íntimos, hasta que el 23 de marzo de 1917, en la Sala de la Alcaldía de la Ilustre Municipalidad de Concepción, alzó su voz en un histórico cabildo abierto: “se preguntan algunos la razón de que se junten ideas, al parecer sin relación alguna entre sí, como la del Hospital Clínico y la de una universidad, pero esta falta de relación es sólo aparente. En efecto, lo más costoso en una universidad es la Escuela de Medicina, con sus accesorios correspondientes, y es absolutamente necesario para la correcta marcha de esta escuela la existencia de un Hospital Clínico, donde tanto los profesores como los alumnos tengan un amplio campo de investigación científica y práctica profesional”. En ese momento se designaron los integrantes del comité que se abocaría a intentar convertir este deseo en realidad, el cual se materializaría, en parte, en 1924, con la fundación de la Escuela de Medicina UdeC. El Hospital Clínico debió esperar un tiempo más y el terremoto de 1939 dio el impulso final, debido a los severos daños estructurales que dejó en el antiguo Hospital San Juan de Dios. 

Fue así como a las 10 horas del 26 de abril de 1924, en un ya inexistente edificio ubicado en la avenida O´Higgins 850, se realizó el acto inaugural del Curso de Medicina de la Universidad de Concepción, ceremonia académica que contó con destacadas autoridades de la ciudad y referentes nacionales de la salud, entre ellos, los doctores Gregorio Amunátegui, Roberto Aguirre y Edmundo Jaramillo, rector, decano de la Facultad de Medicina y director de la Escuela de Medicina de la Universidad de Chile, respectivamente.

“Hace cinco años, en forma modesta y silenciosa inauguraron sus clases los primeros cursos de las escuelas creadas por la Universidad de Concepción. Hoy, encontrándonos más fuertes, con más confianza en el porvenir, nos hemos permitido batir palmas, al anunciar el nacimiento de una escuela que era el anhelo de los dirigentes de la universidad local y de la región: la Escuela de Medicina de Concepción”, decía con orgullo en su discurso de apertura el doctor Salvador Gálvez, primer director de la Escuela de Medicina UdeC. Posteriormente, el doctor Ottmar Wilhelm, quien más tarde sería decano por dos periodos, dictó la lección inaugural titulada “La importancia de la zoología en los estudios médicos”. 

Ese mismo día, por la noche, se ofreció un banquete de gala en los salones del Club Concepción, donde el intendente, don Augusto Rivera, tomó la palabra: “no es necesario ni sería tal vez oportuno rememorar las gestiones realizadas para obtener que el Estado fundase aquí un plan de estudios superiores; no necesitamos deciros de la esterilidad de nuestras gestiones en tal sentido, hasta el momento en que un grupo de hombres, que se complementaron entre sí, aportando algunos su capacidad intelectual, otros su habilidad constructiva y otros su audacia, para emprender la obra magna sin más recursos que la voluntad de darles cima, se unieron amparados por el prestigio de dos mentores de la intelectualidad penquista, Enrique Molina y Virginio Gómez, para condensar en una fundación privada esos deseos y aspiraciones que flotaban en el ámbito local”.

En tanto, el doctor Roberto Aguirre sostuvo que “la fundación de la Escuela de Medicina de la Universidad de Concepción ha llenado un vacío que se hacía sentir cada día más y señalará seguramente una de las grandes conquistas de los que luchan por el progreso y adelanto de la instrucción en Chile. La Facultad de Medicina de Santiago quiere ser la primera en manifestar sus calurosas felicitaciones y aplausos a los que han tenido tan feliz iniciativa y augurarles que sus esfuerzos no van a ser perdidos, pues ella tendrá larga y próspera vida bajo los auspicios de ésta ya bien cimentada institución”. Junto con invitar a fundar las escuelas de puericultura, obstetricia y enfermería, el facultativo saludó “a los distinguidos colegas que van a tener la dirección de los cursos de medicina en Concepción; les conozco, ellos honrarán la cátedra y recordarán seguramente con gratitud y cariño a la madre común, a la vieja, a la querida Escuela de Medicina de Chile, que se siente orgullosa de tener tales hijos”.

El pabellón veneciano

La Escuela de Medicina de la Universidad de Concepción inició sus actividades en su sede de calle O´Higgins, una vieja casona de un piso con un gran portón en la entrada principal y a ambos lados ventanas protegidas con barrotes de fierro. El portón comunicaba al primer patio, en cuyo fondo se construyeron dos salas de clases para medicina. Ahí se dictaban las clases de física médica, química médica, botánica y zoología médica, a cargo de los doctores Humberto Vergara, Salvador Gálvez, Alcibíades Santa Cruz y Ottmar Wilhelm, respectivamente. De ellas, las consideradas de mayor relevancia eran las dos últimas, debido al uso de yerbas como fármacos y porque la mayoría de los procedimientos quirúrgicos se ensayaban en animales.

En tanto, las clases de anatomía humana eran dictadas por el doctor Enrique González y se realizaban en el barrio La Toma, a un costado del Hospital San Juan de Dios. El doctor Raúl González, actual decano de la Facultad de Medicina, comenta que este pabellón utilizado para los trabajos de disección de cadáveres del primer año de anatomía fue bautizado por el doctor González como el “pabellón veneciano”, porque en invierno sufría de constantes inundaciones. El anecdotario cuenta que el anegamiento era de tal magnitud que en más de una oportunidad los alumnos debieron ser rescatados en coches tirados a caballo. Allí los estudiantes trabajaban mayoritariamente con animales y de vez en cuando con cuerpos no identificados u otros que eran donados a la ciencia. Hasta entonces persistía cierta resistencia a utilizar cuerpos humanos, una restricción propia de la época, pese a que en Concepción, 150 años antes, se había practicado la segunda autopsia a nivel nacional. Ese procedimiento fue llevado a cabo por el cirujano mayor del Real Ejército de la Frontera, doctor Dionisio Rocuant, en el cuerpo de un soldado del que su abdomen abultado hizo pensar era el primer hombre embarazado. El examen tanatológico reveló, sin embargo, que el prominente vientre no era más que el resultado de una “torsión de intestinos”. El historiador Benjamín Vicuña Mackenna escribió: “meter el cuchillo de la ciencia en el vientre del ser humano ya difunto era juzgado sólo de caníbales”. De ahí que la práctica de estudiar con animales se prolongara.

En sus inicios, la Escuela de Medicina, pertenecía a la Facultad de Ciencias, la única que existía en la UdeC y que agrupaba también a las escuelas de odontología, farmacia, química industrial y pedagogía en inglés. Su decano era don Edmundo Larenas y el director de la escuela recién formada, el doctor Salvador Gálvez. El primer curso comenzó con 55 alumnos, entre ellos 4 mujeres, y la enseñanza se impartía en conformidad a los programas de la Universidad de Chile. Al finalizar el año académico se presentaron a exámenes 38 estudiantes, siendo aprobados 16 (42% promovidos), cifra porcentual superior a la de Santiago, aspecto a considerar, teniendo en cuenta que la comisión examinadora era de la Facultad de Medina de la Universidad de Chile. En 1927, se aprobó la organización de las escuelas en facultades, siendo elegido como primer decano el doctor Alejandro Lipschütz, quien por razones de salud presentó su renuncia al poco tiempo, designándose por unanimidad al doctor Alcibíades Santa Cruz. En 1955 egresó la primera promoción con el grado de Licenciado en Medicina, figurando entre los nuevos médicos los doctores Kenneth Jackson, Adolfo Jarpa y Günther Domke, éste último decano de la facultad en los periodos 1973 - 1975 y 1980 - 1982.

El aumento paulatino de los cursos y asignaturas motivó la construcción de un edificio que albergara todas las cátedras de la facultad. Son estos los cimientos del Edificio Facultad de Medicina, popularmente conocido como el “Arco de Medicina”, diseñado por los arquitectos Edmundo Buddenberg y Gabriela González de Léniz. En su imponente arco existe un friso concebido por Mario Ormezzano, escultor nacido en Italia, quien evocó en su magnífico trabajo la mitología griega. Valiéndose de tendencias neoclásicas, el artista incorporó en su obra a todas las facultades de ese entonces, resaltando la importancia de las ciencias y las artes. En este edificio funcionaron las cátedras de fisiología, fisiopatología, histología, embriología, bacteriología, parasitología, farmacología y salud pública. Con el correr de los años, la infraestructura se hizo estrecha y los departamentos se dispersaron a, entre otras, dependencias del Hospital Clínico Regional Dr. Guillermo Grant Benavente, el Hospital Psiquiátrico y el Ministerio de Salud. Con la finalidad de solucionar la insuficiencia de espacio, incorporar áreas de servicios para estudiantes, habilitar una biblioteca médica y de ciencias de la salud y contar con laboratorios para desarrollar investigación clínica, se decidió levantar un nuevo edificio, a un costado del Hospital Regional y frente al Arco de Medicina, lugar donde se emplaza la facultad desde 1993.

“Aquí existe un estrecho vínculo y comunicación con el Hospital Regional, porque pasillos interiores unen a ambos edificios. La Facultad de Medicina se construyó sobre antiguos terrenos del establecimiento de salud, lo que no se da en otras partes del país. Todo esto permite enriquecer el conocimiento de los estudiantes, porque tienen acceso directo a las partes teórica y práctica de la medicina”, describe el doctor Carlos Pérez Arrau, ex radioterapeuta del centro asistencial y autor del libro “Hospital Clínico Regional de Concepción Guillermo Grant  Benavente, Reseña Histórica”. El doctor Virginio Gómez tenía razón.

Mirada al futuro

En total, han sido 16 decanos los que han dirigido esta prestigiosa unidad académica durante sus 90 años de vida institucional. Con 3045 alumnos formándose en sus aulas, incluyendo los campus de Chillán y Los Ángeles, actualmente la Facultad de Medicina está compuesta por once departamentos, seis carreras de pregrado e imparte 30 programas de postítulo y postgrado, lo que la convierte en una de las principales facultades de las ciencias de la salud en el país y la más importante en regiones. 

Lo que es hoy, es gracias a su valioso pasado y por eso la celebración de este importante aniversario se inició con una romería al Cementerio General de Concepción. Una delegación de académicos, funcionarios y alumnos, encabezados por el doctor Raúl González, visitó las tumbas de su primer director y cinco de sus ex decanos. “Esta actividad significa mirar a nuestro pasado, a nuestras raíces. Todos aquellos que hemos visitado contribuyeron para que nosotros seamos en este momento una facultad tan respetada y prestigiosa. Es mucho lo que ellos hicieron. Probablemente muchos de nosotros no estaríamos aquí si no hubiera sido porque ellos fueron haciendo camino. Nosotros debemos seguir la senda que nos enseñaron”, reconoce. Las ofrendas fueron para Salvador Gálvez, Ottmar Wilhelm, Ivar Hermansen, Eduardo Skewes, John Pomeroy y Elso Schiappacasse. Hubo emotivas palabras, a cargo de facultativos como Patricia Villaseca, Hernán Sotomayor y Mario Anselmi.

En pleno 2014, la Facultad de Medicina de la Universidad de Concepción es un pilar fundamental en el desarrollo de la casa de estudios superiores y ha asumido un rol protagónico en el quehacer científico del país. Su meta inmediata es aumentar su capacidad formadora de especialistas, debido al déficit nacional que existe en el sistema público de salud, problema particularmente severo en regiones.

“Hemos adquirido un compromiso con la salud pública chilena, en el sentido de incrementar la cantidad de médicos especialistas que puedan desempeñarse en regiones, donde existe un déficit que debe ser subsanado de manera prioritaria. Es un esfuerzo grande, que se traduce en la formación de 100 especialistas, los que se sumarán a los que ya formamos, que son alrededor de 70 por año”, asegura el doctor González.

Para el decano, “cumplir 90 años es algo que nos llena de orgullo, pero debemos mirar al futuro. Estamos abocados a producir un recurso humano totipotencial, un sello diferenciador de nuestros egresados y que se ha mantenido en el tiempo, pese a los cambios del entorno y los avances tecnológicos. Buscamos no sólo fortalecer los valores del humanismo y la bioética, sino que también estar a la vanguardia en investigación aplicada, para lo cual contamos con nuevos laboratorios de bioanálisis clínico, hematología y banco de sangre, morfofisiopatología, citodiagnóstico y de psiquiatría genética y molecular”.

El factor pediatría

Así como la Facultad de Medicina ha sido clave para la Universidad de Concepción, el Departamento de Pediatría lo ha sido para la facultad. Con 60 años de trayectoria, la subunidad académica, dirigida actualmente por la doctora Sonia Figueroa, se encuentra plenamente consolidada gracias a la formación de más de 450 profesionales de excelencia, especialistas en la salud de niños y jóvenes. 

Aunque su fundación data de 1954, cuando se inició la cátedra de pediatría, sus bases comenzaban a levantarse en marzo de 1943, junto con la inauguración del Hospital Clínico Regional, recinto que el 28 de octubre de 1969 fue bautizado formalmente con el nombre del doctor Guillermo Grant Benavente.

“En ese establecimiento se crea el Servicio de Pediatría, como uno de sus servicios básicos. Allí realizaban su actividad asistencial destacados pediatras, entre los que se encontraban los doctores Arnoldo Ebensperger, Daniel Campos, Próspero Arriagada, Héctor Suárez, Jacinto Rojas, Alfonso Urrizola, Carlos Treuer y José Carlos Quiroga”, recuerda el doctor Alberto Moreno, profesor emérito de la Universidad de Concepción y director del departamento en dos periodos: 1975 - 1977 y 1996 - 1998.

En el marco del aniversario 60 de la subunidad, el reconocido pediatra recopiló los principales hitos del departamento para ofrecer la conferencia “Pasado y presente del Departamento de Pediatría”, trabajo que quedó plasmado en uno de los muros de sus dependencias. “En 1945 asume la jefatura del Servicio de Pediatría del hospital el doctor Raúl Ortega, un profesor extraordinario de pediatría y puericultura de la Universidad de Chile. Él, junto a los pediatras que formaba, da inicio, en nuestro medio, al programa de especialización en pediatría, destinado a médicos recién egresados, los que debían cumplir un periodo formativo de dos años, con dedicación exclusiva y obligaciones contractuales posteriores. En ese tiempo, los estudiantes debíamos trasladarnos a Santiago para continuar estudios en la Universidad de Chile, junto a sus propios alumnos y otros procedentes de la Pontificia Universidad Católica”, cuenta el doctor Moreno.

De acuerdo a la estructura de la enseñanza médica de aquellos años, en 1954 se crea la Cátedra de Pediatría, como parte de la Facultad de Medicina de la Universidad de Concepción, siendo designado el doctor Ortega como su profesor. Más tarde pasó a denominarse departamento y su primer director fue el doctor Renato Quiñones.

“Este aniversario es una excelente oportunidad para volver la mirada a los inicios de esta unidad académica, con una visión retrospectiva que nos permita reconocer y valorar el esfuerzo y el aporte de los profesionales y académicos que nos han precedido y que han enriquecido esta labor desde su creación, en sus inicios denominada cátedra. Tenemos metas pendientes que constituyen un verdadero desafío, ya que el médico actual debe hacer frente a grandes requerimientos, tanto desde el punto de vista profesional como social, comunitario y bioético, frente a los constantes cambios epidemiológicos y socioculturales, sumados a una evolución  del conocimiento”, sostuvo la doctora Sonia Figueroa. 

A fines de mayo, la Universidad de Concepción se posicionó en el duodécimo lugar a nivel latinoamericano y tercera en Chile, de acuerdo al ranking de calidad educacional elaborado por la prestigiosa consultora británica Quaccarelli Symonds y que considera a las 300 mejores casas de estudio de la región. El resultado refleja un trabajo sólido y mancomunado de todas las facultades de la UdeC.

“Tenemos profesionales que se han convertido en líderes de opinión y referentes en distintas especialidades. Sabemos que hemos contribuido al desarrollo de la universidad y al progreso de la ciudad. Nuestro aporte al quehacer científico del país es innegable y contamos con el reconocimiento de importantes instituciones del extranjero. Así ha sido desde nuestros orígenes”, reflexiona el doctor Raúl González.

Es parte de la historia de la Facultad de Medicina de la Universidad de Concepción, forjada gracias al esfuerzo de visionarios hombres que doblegaron al centralismo y por un grupo de médicos que asumió con valentía y perseverancia la tarea de consolidar una unidad académica que paulatinamente ha derribado fronteras, hasta situarse en lo más alto del cielo, en el “Techo de América”.

Por Óscar Ferrari Gutiérrez

Dr. Raúl González Ramos

Dr. Raúl González Ramos

Dres. Alberto Moreno y Sonia Figueroa

Dres. Alberto Moreno y Sonia Figueroa

Dr. Hernán Sotomayor León

Dr. Hernán Sotomayor León

Dr. Carlos Pérez Arrau

Dr. Carlos Pérez Arrau

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