La música: un delator de la personalidad
Aunque el origen de la música sigue siendo un misterio, acentuado aún por la ausencia total de melodías de épocas primitivas, los testimonios recopilados en diversas maestrías, como la escultura y la arquitectura, prueban, de algún modo, el desarrollo alcanzado por el arte sonoro desde tiempos remotos.
El origen etimológico del concepto proviene del término musa, que en el griego antiguo aludía a un grupo de personajes míticos femeninos, que inspiraban a los artistas. Las musas tenían la misión de entretener a los dioses bajo la dirección de Apolo, quien era el jefe de ellas. Él las dirigía para que amenizaran las comidas que organizaba para el resto de los dioses del Olimpo.
La música siempre ha desempeñado un papel importante en el aprendizaje, tanto es así que se la consideró capaz de influir en las costumbres y emociones. Algunos filósofos y políticos griegos de Esparta y Atenas no sólo abogaron por su estudio, sino que también por su control legislativo, por considerarla una “una fuerza tan potente como influyente”.
Tanto Platón como Aristóteles consideraban necesaria la música para disciplinar la mente, porque a juicio de ambos cierto tipo de melodías eran más adecuadas que otras para producir sentimientos de armonía, orden y bondad.
Para Aristóteles la música imitaba “directamente las pasiones o estados del alma: apacibilidad, enojo, valor, templanza, y sus opuestos y otras cualidades; por lo tanto, cuando uno escucha música que imita cierta pasión, es imbuido por la misma pasión”. Es decir, él creía que la música afectaba directamente la voluntad, la que –a su vez- influía sobre el carácter y, por ende, sobre la conducta humana.
“En los ritmos y las melodías encontramos las semejanzas más perfectas en consonancia con la verdadera naturaleza de la ira y la mansedumbre, de la fortaleza y la templanza, como también de sus contrarios y de todas las otras disposiciones morales. Los ritmos, unos tienen un carácter más reposado, otros más movido, y de estos unos inducen emociones más vulgares, y otros otras más propias de un hombre libre”, postulaba el filósofo.
La música es un movimiento organizado de sonidos a través de un continuo de tiempo que posee cuatro elementos esenciales: ritmo, melodía, armonía y timbre, que son los –por así decirlo- materiales del compositor, que para el que escucha forman un todo.
Si bien el que crea música es el encargado de traducir ideas verbales en símbolos musicales que llevan un mensaje, el que escucha es quien, finalmente, interpreta a su gusto dicha creación primaria y utiliza la música para desenvolverse de manera particular frente a situaciones diferentes.
Científicos de la Heriot-Walt University en Edimburgo, encabezados por el doctor Adrian North, realizaron un estudio que reveló algo que muchos sospechaban: de qué manera la música y los estilos musicales revelan los rasgos de la personalidad.
Actualmente, la gente gasta enormes cantidades de tiempo y dinero para escuchar música. A pesar del continuo crecimiento de la piratería en línea –y fuera de ella- y de varios años de descenso de las ventas, en 2008, el mercado global de música grabada se estimó en un valor aproximado de 17,6 billones de dólares.
Si bien estas cifras son bastante reveladoras, aún no es posible señalar científicamente por qué escuchamos música. Hay quienes postulan que lo hacemos para aliviar tensiones, para pasar el tiempo, para llenar los silencios incómodos, para aliviar los sentimientos de soledad y aburrimiento, para subir el ánimo o, simplemente, para acompañarnos.
Las tendencias recientes en psicología de la música han reevaluado el papel social y los factores psicológicos involucrados en ella. De hecho, ya se sabe que la música es utilizada por los individuos para ayudar a manejar sus estados de ánimo, como búsqueda de la auto-identidad y para mejorar las relaciones interpersonales. (Br J Psychol. 2011 Feb; 102(1):108-34).
La investigación llevada a cabo por el profesor North es la más extensa jamás realizada en este campo. “Nosotros siempre habíamos sospechado que existía un vínculo entre los gustos musicales y la personalidad, pero esta es la primera vez que hemos sido capaces de observarlo en detalle. Nadie había hecho un estudio a esta escala”, comentó el especialista que es un experto en psicología musical, que ha llevado a cabo una amplia investigación sobre psicología social y la aplicación de la música, en particular la relación entre cultura pop y la conducta desviada en la adolescencia; la música y el comportamiento del consumidor; y, ahora, el papel de la preferencia musical en la vida cotidiana.
Para descubrir de qué forma los gustos musicales revelan los rasgos de la personalidad, se entrevistó, durante tres años, a 36.000 personas de 60 países del mundo, a quienes se les solicitó catalogar 104 estilos de música y también se les preguntó sobre aspectos de su personalidad.
Según el especialista, “la gente es capaz, y utiliza cada vez más, la música para definirse y relacionarse con otras personas a través de ella”, porque, muchas veces, transmite aquello que no es posible decir con palabras.
Así como las personas pueden definir su identidad a través del uso de determinada vestimenta, yendo a ciertos bares e incluso utilizando una jerga especial, la música también es una forma de identificación, pues selecciona estilos que van acordes con la propia personalidad.
El estudio (Am J Psychol. 2010 Summer; 123(2):199-208), por ejemplo, reveló que los fanáticos del blues, el jazz y el soul son personas de alta autoestima, creativos, extrovertidos, dóciles y relajados; los apasionados por la música clásica poseen una alta autoestima, son creativos, introvertidos y relajados y se diferencian de los raperos en que estos últimos son más extrovertidos. Los seguidores de la ópera además de tener una alta autoestima son creativos y dóciles; los fan de la música country & western son muy trabajadores y extrovertidos; los admiradores del reggae tienen una alta autoestima, son creativos, no muy trabajadores, dóciles, extrovertidos y relajados; los cultores del dance si bien son creativos y extrovertidos, no son dóciles; quienes gustan de la música independiente son personas de baja autoestima, creativos, no muy trabajadores y no son dóciles, aspectos que los asemejarían con los metaleros en varios puntos, sólo que los últimos son más dóciles que los primeros; y, por último, los poperos gozan de alta autoestima, no son creativos, son muy trabajadores, dóciles, extrovertidos y son poco relajados.
La investigación concluyó también que personas de edades muy distintas y de gustos musicales contrapuestos, como la música clásica y el heavy metal, poseían rasgos de personalidad similares. “Los miembros más jóvenes del grupo se inclinaron por el heavy metal, mientras que sus contrapartes de mayor edad prefirieron la música clásica. Sin embargo, ambos mostraron tener la misma motivación básica: conocer algo dramático y teatral, una responsabilidad compartida del amor a lo grandioso”, comentó el autor.
“El público, en general, ha mantenido un estereotipo de los fans del heavy metal como personalidades suicidas y depresivas que son un peligro para ellos mismos y la sociedad, pero son cosas muy delicadas. Aparte de su edad, son básicamente el mismo tipo de persona. No es raro entonces que un montón de fans del heavy metal digan que también les gusta Wagner, porque es grande, fuerte y temerario. También hay un sentido de lo teatral, tanto en rock pesado y la música clásica, y sospecho que esto es lo que realmente están tratando de llegar cuando escuchan”.
La influencia de la música clásica en el rock y el heavy metal no es poca. Algunos grupos, como Van Halen, Black Sabbath, Jethro Tull e incluso Deep Purple, han preferido a Bach o Paganini por sobre Mozart o Franz Liszt. Incluso, el llamado rock progresivo, que surgió a fines de la década de los 70’ y que floreció durante la primera mitad de la década siguiente, incorporó arreglos y elementos tomados de la música clásica, el jazz y la música del mundo que hoy son mundialmente reconocidos gracias a los aportes de bandas como King Crimson, Pink Floyd, Yes, Genesis, Camel, Jethro Tull, Soft Machine y Emerson, Lake & Palmer.
Este estudio continua. De hecho el Departamento de Psicología Aplicada de la Universidad de Heriot-Walt se encuentra realizando un cuestionario online para seguir profundizando en este tema. Si quiere compartir sus experiencias puede visitar el sitio www.researchaboutlistening.com y recuerde, la música es para el alma, lo que la gimnasia es para el cuerpo.
