Disney y sus apreciaciones sobre los trastornos del sueño
Walt Elias Disney nació en Chicago el 5 de diciembre de 1901. Estudió en la Escuela de Artes de Kansas City hasta que a los 16 años se alistó en el Ejército y se trasladó a Francia con motivo de la Primera Guerra Mundial. En el campo de batalla prestó servicios en el Cuerpo de Ambulancias de la Cruz Roja y en sus ratos libres pasaba el tiempo dibujando caricaturas.
Una vez finalizado el conflicto bélico regresó a Estados Unidos y se matriculó en el Instituto Mckinley de Chicago, ya que buscaba pulir sus dotes como dibujante. En la Academia de Bellas Artes completó su formación luego de lo cual comenzó a trabajar como publicista. Más tarde fue contratado por Pesmen-Rubin Commercial Art Studio para dibujar los anuncios y diseñar logotipos, donde conoció a Ub Iwerks que, posteriormente, se convirtió en su colaborador más importante.
En 1920 comenzó a realizar películas publicitarias y a producir cortos animados, pero no le fue bien. Tres años más tarde se marchó a Hollywood acompañado por su hermano Roy y fundó su propio estudio. Entre 1923 y 1927 realizó la serie Alice in Cartoonland, en la que combinaba las imágenes reales con los dibujos animados. A partir de 1925 empezó a colaborar con él Ub Iwerks, quien le ayudó a crear los personajes de Oswaldo el conejo y Mickey Mouse, que no sólo sería el protagonista de series y películas sino que fue objeto de una estudiada operación de marketing que se tradujo en ventas masivas de objetos con su imagen.
Durante toda la década de los 30’ perfeccionó a sus personajes Mickey y Minnie, el Pato Donald, Pluto, Goofy y otros muchos. Si la aparición del sonido fue un paso importante, el technicolor fue otro de los grandes avances que favorecieron este tipo de producciones. En 1937 estrenó su primer largometraje de dibujos animados: Blancanieves y los siete enanitos, seguido por Pinocho y Fantasía (ambas de 1940), Dumbo (1941), Bambi (1942), La Cenicienta (1950), Alicia en el País de las Maravillas (1951), Peter Pan (1953), La dama y el vagabundo (1955) y Los101 dálmatas (1961).
En la década de los 50’ la Walt Disney Productions emprende una estrategia de diversificación y comienza a producir series y rodar películas con actores reales. Uno de los grandes éxitos fue Mary Poppins.
En 1955 fundó en Anaheim (California) Disneyland, un vasto parque de atracciones dedicado al recreo educacional. Sus reconstrucciones de carácter histórico y sus espectaculares atracciones lo convirtieron en un foco turístico de primer orden. Después, en la misma línea, abrió sus puertas Disneyworld cerca de Orlando y Eurodisney en la proximidades de París.
En los últimos años de su vida llegó a convertirse en multimillonario, pero su salud no era buena y en 1966 murió en la mesa de operaciones.
Así como Julio Verne se anticipó en sus relatos de ficción a la ciencia; los guionistas de las películas animadas de Walt Disney también se adelantaron a los científicos. Así lo demuestra el reciente estudio realizado por el neurólogo español Alex Iranzo del Hospital Clinic de Barcelona con la colaboración del neurólogo del Centro regional de Trastornos del Sueño de Minnesota Carlos H Schenck y Jorge Fonte, autor de varios libros sobre la biografía y filmografía del famoso dibujante, director y productor de cine americano.
Mientras veía junto a sus hijos, de cinco y dos años, la película La Cenicienta se sorprendió al ver que el perro Bruno mostraba la misma actitud que describían sus propios pacientes sobre los trastornos de conducta durante el sueño. Pensó que se trataba de una simple coincidencia, pero a la semana siguiente viendo La Dama y el Vagabundo observó que al personaje Triste le sucedía lo mismo, fue entonces cuando decidió analizar en profundidad las películas de Disney.
El doctor Iranzo y su equipo estudiaron 46 clásicos de Disney y más de 500 cortometrajes, entre 1937 y el año 2005; y demostraron que algunos de los perros que aparecen en El Día del Juicio de Pluto (1935), La Cenicienta (1950), La dama y el vagabundo (1955) y Tod y Toby (1981) sufrían el trastorno de la conducta del sueño durante la fase REM, una alteración descrita en humanos recién en 1986 y en perros en 1965.
Este trastorno se caracteriza por una disfunción cerebral que impide dormir plácidamente durante la fase REM, momento en el que hay una ausencia total de actividad muscular y se sueña, se grita, se dan golpes e incluso la persona que lo sufre puede caer de la cama mientras duerme. "Aproximadamente el 2 por ciento de los hombres de edad avanzada tienen este problema, que se trata fácilmente", señaló el profesional.
"Es sorprendente lo bien que describen esta patología. Creo que los guionistas eran muy buenos observadores de la realidad y dibujaban de forma cómica lo que veían. Lo que antes era algo gracioso, la alteración del sueño, ahora está considerado como un trastorno médico".
El trastorno de conducta durante el sueño no es la única alteración que vieron los autores del estudio en las películas de Disney. "En dos cortometrajes el pato Donald sufre insomnio, una vez porque el colchón es muy incómodo y en otra ocasión porque un grifo gotea y el ruido no le deja pegar ojo", comentó el neurólogo.
Asimismo, los enanitos Dormilón y Mudito de Blancanieves también tienen problemas con el sueño: uno padece de excesiva somnolencia durante el día y el otro de convulsiones durante el sueño. En las películas también se ve reflejado un amplio espectro de trastornos del sueño en las pesadillas que sufre en algunas animaciones Mickey Mouse; el sonambulismo de Pluto; los ronquidos molestos de Gepetto; y los trastornos del ritmo circadiano del sueño de la Bella Durmiente y Goofy.
Varios desórdenes del sueño, como las pesadillas, sonambulismo, insomnio y ronquidos, son tan comunes que una parte importante de la población industrializada las entiende o padece.
Este conocimiento también se ejemplifica muy bien en las películas, los programas de la televisión, la literatura y los comics en los cuales se han representado personajes que los padecen. Incluso, a menudo, los guionistas han utilizado estos trastornos como elementos para captar la atención del lector o espectador, o bien, como elemento de terror o suspenso, como en el caso de las pesadillas.
Sin embargo, el mérito que se le atribuye a Walt Disney es haber graficado en las películas animadas con notable precisión trastornos del sueño que no fueron descritos por la literatura médica hasta 1986, lo que demuestra que era un gran observador de la realidad.
