Fortalecimiento pediátrico del control niño sano
Esta actividad de supervisión médica integral, sistemática y periódica permite observar el normal crecimiento y desarrollo de los infantes y ayuda a prevenir potenciales patologías.
La atención primaria para la salud del niño – según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF)- se ha transformado en un tema de creciente interés en los distintos países de la región, porque su objetivo es disminuir la morbilidad y mortalidad infantil.
Para cumplir con dicho propósito, los sistemas salud han creado programas integrados con acciones encaminadas a promover, prevenir, detectar y controlar factores de riesgo de niños y niñas hasta los nueve años en su contexto familiar y comunitario.
En nuestro país, el Ministerio de Salud (Minsal), a través del Programa nacional de salud de la infancia, estableció una serie de pautas a seguir con los menores desde que nacen. El primer control se realiza en la maternidad, donde se chequea que no presente malformaciones ni enfermedades, se le proporciona su primera vacuna contra la tuberculosis y se comienza con la estimulación de la lactancia materna.
A los 14 días se efectúa el segundo, en el que además de controlar peso y talla, se revisa que no existan malformaciones congénitas ni problemas oculares, auditivos o cardíacos.
Al mes se comienza a trazar la curva de crecimiento, que permite determinar con distinta periodicidad, dependiendo de la edad, si el niño tiene un desarrollo normal. En el sistema público, este control sano se practica en los consultorios. Al nacer y al año es efectuado por médicos, mientras que después está a cargo de enfermeras, que derivan al menor a un especialista en caso de detectar alguna anomalía.
Los controles de la etapa preescolar son importantes, porque se evalúan las habilidades visuales, auditivas y motoras que ayudarán al pequeño en su aprendizaje. Al inicio de la etapa escolar, se chequean los hábitos de alimentación, por la tendencia al sobrepeso que se observa en el país.
Si bien esta supervisión termina cuando el menor cumple los nueve años, es importante mantener –al menos- un chequeo anual hasta los 18 años, para prevenir o detectar a tiempo patologías y evitar así complicaciones mayores en la edad adulta.
