Estudio multicéntrico establecerá prevalencia de trastornos alimentarios en Chile
Los problemas alimentarios no son sólo una cuestión relativa a los kilos que el cuerpo tiene de sobra. Está demostrado que estas patologías son el efecto de una insana relación con el cuerpo y la comida.
Las causas están fuertemente arraigadas en la psicología de las personas. El perfeccionismo, el miedo a madurar, la ansiedad y la desconfianza interpersonal son algunas de las características que quienes padecen algún tipo de desorden alimentario.
A pesar de ser enfermedades comunes, los datos epidemiológicos sobre el número de afectados son escasos e incompletos en nuestro país. Ante esta realidad, la Universidad de La Frontera (UFRO) está desarrollando una investigación que permita conocer, en forma exacta, la prevalencia y presencia de estas conductas en la población para, desde ahí, avanzar en su prevención y tratamiento.
Este proyecto FONIS, de 18 meses de duración que se ejecuta con la colaboración de las Universidades de Chile, de Valparaíso y Pontificia Universidad Católica de Chile, está probando un instrumento de diagnóstico en una muestra de personas en riesgo y también de pacientes clínicos. Son jóvenes adolescentes y personas en etapa de adultez temprana de Temuco, Santiago y Valparaíso.
“El objetivo es validar este instrumento técnico de medición, creado en Estados Unidos y probado en varios países, lo que nos permitirá identificar la presencia de estos trastornos en el país, potenciando así la investigación en el tema y los estudios epidemiológicos. Por otro lado, si este instrumento técnico es validado favorecerá el diagnóstico oportuno y, con ello, la prevención de estas dolencias”, señaló el doctor Jaime Silva, director del proyecto y académico de la Facultad de Medicina de la UFRO.
Para el académico, que lleva casi 10 años investigando el tema, estos desórdenes se han incrementado, porque siempre se tratan desde la perspectiva de la comida. Sin embargo, el deficiente control de los afectos sería la principal causa, por lo tanto, un tratamiento eficaz debe orientarse hacia el aspecto psicológico.
“Estos problemas se generan según la forma en que somos capaces de controlar los afectos, entonces si las estrategias se centran en la relación con los alimentos y no en lo afectivo, se generan más problemas en la conducta alimentaria”, señaló.
Para este especialista la prevención de trastornos como las adicciones a las dietas, el atracón alimentario y, en casos extremos, la bulimia o la anorexia, son conductas que deben prevenirse desde la niñez. “Los padres deben entrenar a los niños para que reconozcan sus necesidades fisiológicas de hambre y saciedad”, recalcó.
Evidentemente la presión social ejerce también una influencia, ya que mientras más se valora la imagen física en la sociedad se mantendrá el apremio por mantener una silueta acorde a lo establecido. “Por lo demás, siempre existe algún nivel de atribución de los problemas a la apariencia física, entonces las personas que presentan un bajo control afectivo tenderán en mayor medida a modificar su apariencia”.
Por eso es imprescindible un apoyo en este ámbito antes, durante y después del tratamiento médico, para potenciar el éxito del mismo y para mejorar así la calidad de vida y condición de salud del enfermo.
