Trastorno post estrés traumático: un problema subdiagnosticado
En el mundo actual, las personas pueden verse expuestas con gran frecuencia a situaciones extremas de estrés. Las grandes ciudades y sus complejidades, o los conflictos en pequeña o gran escala van acompañados casi siempre de excesos y violencias cuyo impacto sobre los sujetos afectados puede llegar a ser muy severo, sobre todo si no se trata adecuada y oportunamente.
La desesperanza asociada a un intenso y frecuente “revivir” cierto evento traumático -protagonizado o presenciado por un sujeto- es parte del problema que enfrentan diariamente cientos de personas que sufren de trastorno post estrés traumático (TPET).
El TPET, es una enfermedad que puede ocurrir luego de la exposición a un evento severo, no habitual para cualquier persona. Según estudios realizados en los Estados Unidos, aproximadamente el 14% de las personas expuestas a algún trauma severo desarrollarán este trastorno, pudiendo hacer su aparición a los pocos días, meses o incluso años después del evento.
El mayor porcentaje de personas que sufren de esta patología corresponde a quienes vivieron eventos tales como accidentes graves (tránsito, laboral), conflictos bélicos, asaltos, secuestros, robos con intimidación, violación, abuso sexual en niños y tortura. En general hay mayor tendencia a desarrollar el TPET cuando este deriva de un hecho causado en forma deliberada por otra persona. Sin embargo, se sabe que esta patología puede desarrollarse no sólo en quien estuvo expuesto directamente al hecho, pues también los testigos presenciales o personas vinculadas al que sufrió, suelen verse comprometidos – incluso habiendo únicamente sabido o escuchado la narración del episodio traumático, sin haberlo visto.
En general los más vulnerables al TPET son los niños, aunque también lo son los ancianos y mujeres, y las personas que ya vivieron un trauma previamente o que están cursando con alguna enfermedad psiquiátrica en ese momento, como por ejemplo, depresión.
Los síntomas del TPET son el recuerdo del trauma en forma de pesadillas, evocaciones, alucinaciones; conductas de evitación de lugares, personas y fechas; síntomas afectivos como apatía, falta de entusiasmo, enfriamiento afectivo; hipervigilancia, insomnio, reacciones de sobresalto ante pequeños estímulos, irritabilidad, falta de concentración, falta de memoria.
En los niños puede presentarse el TPET con un comportamiento desestructurado, agitación u otros síntomas. En sus juegos el niño va a revivir el suceso y también a través de pesadillas.
Es destacable que el TPET puede asociarse con otras patologías, lo que va a empeorar aún más la calidad de vida y pronóstico, como por ejemplo la aparición de depresión mayor, trastornos de ansiedad, trastornos de la conducta alimentaria (bulimia), alcoholismo, drogadicción o cambios permanentes en su personalidad previa.
Por esa razón, cada vez es más clara la importancia que reviste la difusión de este tipo de problemas en el ámbito de los profesionales de la salud y de la comunidad en general, ya que el tratamiento para pacientes con TPET requiere de un diagnóstico precoz, psicoterapia individual y/o grupal, farmacoterapia y apoyo social y familiar. De ello depende la salud mental y el bienestar de muchas personas que ven cambiar drásticamente sus vidas, a partir de un hecho que terminará por perpetuarse si no es bien tratado.
Noticia publicada con la colaboración del médico psiquiatra Dr. Luis Lacouture G.
