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17 Febrero 2014

Dr. Carlos Pérez Arrau:

“Rescatar la memoria histórica de este hospital es muy importante”

Tras un riguroso trabajo de investigación, el ex radioterapeuta reunió valiosos antecedentes para escribir un libro inédito que relata la historia del Hospital Dr. Guillermo Grant Benavente. Su fundación y protagonistas, los recintos que lo antecedieron, los terremotos que lo marcaron y su fuerte influencia en la Universidad de Concepción son algunos de sus capítulos más destacados. 

Son en total 129 páginas de un libro que resume la historia de uno de los recintos asistenciales más importantes del país y el más grande del sur de Chile. En su dedicatoria se puede leer el siguiente mensaje: “para Patricia, con mi reconocimiento por su apoyo, por las innumerables correcciones, valiosas sugerencias, y por ayudarme a escribir este trabajo. Desde lo profundo de mi corazón, ¡gracias!” Estas palabras, explica su autor, tienen un gran fundamento: “escribí todo a mano, con letra de médico, y ella descifró y tradujo mis apuntes para transcribirlos en el computador, así que imagínate el tremendo esfuerzo”.

A sus 73 años, 40 de los cuales los dedicó al ejercicio activo de la medicina, el doctor Carlos Pérez Arrau lleva con orgullo su libro bajo el brazo. La obra tiene un particular mérito: es la primera que logra reunir, tras una rigurosa y metódica labor de investigación, datos que se encontraban perdidos o dispersos para relatar pasajes de una historia, para muchos, desconocida. “Hospital Clínico Regional de Concepción Guillermo Grant  Benavente, Reseña Histórica”, es el nombre de la publicación, texto que considera 38 capítulos y que se editó e imprimió gracias al respaldo del Colegio Médico Regional Concepción.

En su interior destacan artículos del periodo fundacional de Concepción -1550- y el establecimiento del Hospital del Socorro, posteriormente llamado Nuestra Señora de la Misericordia. También se narran las consecuencias de violentos terremotos y tsunamis, como la catástrofe de 1751 que motivó el traslado de la ciudad desde Penco, su ubicación original, hasta el Valle de la Mocha. Todo, claro está, desde la perspectiva del desarrollo de la medicina en el Bío Bío, proceso que desemboca en la inauguración oficial del Hospital Clínico Regional, en 1945, recinto que reemplazó al antiguo Hospital San Juan de Dios, destruido por el terremoto de 1939. En este atractivo recorrido, el doctor Pérez recuerda a influyentes médicos penquistas y su respectivo legado, para luego abordar hechos, anécdotas, personajes y la fuerte influencia del hospital en la tarea formativa de la Facultad de Medicina de la Universidad de Concepción.

“Encontré que había mucha información, pero que estaba diseminada. Había que buscar y juntar datos y pensé en por qué no asumir como un desafío intentar escribir la historia del Hospital Regional de Concepción, recinto que para mí tiene mucho significado, ya que me recibió como paciente cuando era niño por una secuela de poliomielitis, después como estudiante de medicina y luego como funcionario, vale decir, he tenido una vida relacionada con este hospital. Es un establecimiento que tiene muchos méritos, independiente de sus problemas, y yo soy un eterno agradecido”, comenta Carlos Pérez Arrau, hombre nacido en la capital regional, ex estudiante del Liceo de Hombres (actual Liceo Enrique Molina Garmendia) y médico formado en la Universidad de Concepción. Luego de su titulación, ejerció como médico general de zona en los hospitales de Yumbel y Florida, especializándose más tarde en radioterapia, en la misma UdeC.

“Mi padre era mecánico automotriz, tenía un taller y varios de sus clientes eran médicos, entre ellos el doctor Víctor Manuel Fernández. Como yo pasaba mucho tiempo ahí, creo que eso influyó en mi decisión de estudiar medicina. Después me encontré con varios de los clientes de mi papá en la Universidad de Concepción, donde trabajaban como docentes”, agrega.

¿Qué recuerdos tiene de su época de estudiante?

Existía una vida universitaria muy rica. Se compartía entre las distintas escuelas y las competencias entre éstas eran famosas. Al estar al lado del hospital, nuestra facultad era privilegiada en comparación a otras universidades del país. Cómo no recordar los machitunes que le hacíamos a los mechones en la Casa del Deporte o las fiestas animadas por Adriano Reyes y su Orquesta (Los Happy Boys), que nos hacían cantar y bailar...todo eso era parte de la historia de Concepción. Fue una época muy bonita.

¿Y por qué radioterapia?

Mira, sin conocer mucho de las distintas especialidades, escogí una de la cual no tenía casi la menor idea, que era radioterapia, fundamentalmente porque existía la posibilidad de hacer una beca en Concepción y yo no quería irme de la ciudad. Existía en ese entonces el Servicio de Radioterapia y había un solo médico, el doctor Luis Bravo Puga. El me abrió las puertas y me dijo que necesitaba un ayudante. La radioterapia era muy desconocida entre los mismos médicos, pero a mí me interesó porque me gustaba la matemática y la física. Al terminar la beca me quedo en el hospital y desde entonces la evolución de esta especialidad ha sido fantástica. Hay que recordar que cuando yo recién empecé no existían las calculadoras, así que hacíamos todos los cálculos a mano. Un gran avance fue cuando aprendimos a usar la regla de cálculo, después de un curso que dictó la universidad. Después el servicio se amplía y pasa a llamarse Servicio de Oncología, incorporando la quimioterapia y el manejo del dolor. Varias veces me tocó ser jefe de servicio, primero subrogando al doctor Bravo y después de su partida, como titular. Ahora hay un gran desarrollo tecnológico y el Hospital Regional de Concepción cuenta con radioterapeutas de excelencia.

¿Cómo surge su interés en la literatura?

Siempre me ha gustado la parte histórica y me gusta leer bastante. Siempre ando con un libro en la mano. Si me toca ir al banco y hacer una cola no tengo ningún problema en esperar, saco un libro y me pongo a leer...no me preocupan las colas, me preocupa si algún día olvido llevar un libro conmigo. Antes había escrito un documento sobre la génesis del Servicio de Oncología, pero nada como esto. Yo guardaba recortes y libros sobre la historia de la medicina, pero nunca escribí en forma metódica, hasta que me decidí en 2009, me senté y me puse a escribir. El terremoto de 2010 retrasó el proceso de recolección de datos y entrevistas, porque todo el mundo andaba preocupado de cosas más importantes, pero finalmente pude retomar el trabajo y publiqué el libro en 2013.

¿Qué profesionales colaboraron con usted?

Me ayudaron varios historiadores antiguos y contemporáneos. Debo agradecer, entre otros, al profesor Pacheco Silva y a Carlos Muñoz Labraña, quien tiene escritos sobre la universidad. También fueron muy valiosas las sugerencias de Alejandro Mihovilovich, director de la Biblioteca Municipal de Concepción. Ellos me aportan información y de manera paralela recurro a bibliografía y publicaciones antiguas, fundamentalmente del diario El Sur de Concepción.

¿Existe otro libro de estas características?

No conozco ninguno. Hay algunos escritos, párrafos, especialmente del doctor Carlos Martínez, los cuales cito y considero en mi libro.

Desde ese punto de vista, este libro le debe generar mucha satisfacción...

Produce satisfacción el poder hacer un aporte concreto al hospital. Rescatar la memoria histórica de este recinto es muy importante. Aquí hay datos muy valiosos y por lo mismo me he preocupado de que el libro esté disponible en distintos lugares, como las escuelas de medicina de las universidades de Concepción y Chile, la comunidad hospitalaria, bibliotecas, Servicio de Salud y Colegio Médico. También se han entregado muchos de manera personal. Son 500 ejemplares de distribución gratuita y ya están quedando muy pocos, por lo que estamos estudiando la posibilidad de una segunda edición, pero dependerá del financiamiento.

¿Cuál ha sido la influencia de este hospital?

El Hospital Clínico Regional ha sido básico en el desarrollo de la medicina en el sur de Chile. Hay muchos médicos repartidos por el país que se formaron aquí, de modo que su influencia es importante. Cuando uno viaja al norte o al sur, es grato encontrarse con médicos que aún recuerdan su paso por este recinto y por la Universidad de Concepción. Aquí existe un estrecho vínculo y comunicación con la Facultad de Medicina, porque pasillos interiores unen a ambos edificios. La escuela está sobre antiguos terrenos del hospital, lo que no se da en otras partes del país. Todo esto permite enriquecer el conocimiento de los estudiantes, porque tienen acceso a las partes teórica y práctica de la medicina. Hay que destacar que el primer hospital público fundado en Chile fue el de Concepción, cuando la ciudad se situaba en Penco y el propio Pedro de Valdivia reservó los terrenos para su construcción.

¿Es verdad que el hospital estuvo muy cerca de llevar otro nombre?

Aquí dejamos constancia de que existió la intención concreta de bautizar al hospital con otro nombre. Estuvo muy cerca de llamarse Dr. Virginio Gómez González, promotor del desarrollo de la Universidad de Concepción y por lo tanto de la escuela de medicina. En homenaje a él se nombraría al hospital de esta forma, durante una ceremonia que se iba a realizar el jueves 3 de diciembre de 1959. Así lo informaba el diario El Sur, anunciando la visita a la zona del Ministro del Interior y de Salud Pública, doctor Sótero del Río; y del Director General del Servicio Nacional de Salud, doctor Gustavo Fricke. Sin embargo, por razones que se desconocen a través de los años, la ceremonia no se llevó a cabo. Hay cosas que nunca se aclararon oficialmente. El hospital finalmente toma el nombre de Guillermo Grant Benavente, quien también fue un destacado médico de Concepción y participó en las primeras reuniones que abordaron la creación de un hospital clínico. Es decir, cualquiera de los dos nombres estaba bien puesto, porque ambos fueron personas notables. Es un honor para el hospital haber contado con estos dos personajes. Yo sólo expongo los hechos, lo demás, lo dejo al criterio de la persona que lee el libro. 

¿Qué comentarios ha recibido de sus colegas?

Me han hecho muy buenos comentarios, sobre todo los médicos más antiguos. Ellos han recordado con este texto a sus profesores y compañeros. También han encontrado datos sobre la creación de la biblioteca del hospital, lugar donde existían grandes y pesados libros que debíamos leer para conocer estudios clínicos y antecedentes bibliográficos de algún caso en particular. Era una realidad muy distinta a la de hoy. En general, he recibido muy buenas críticas. Me habría gustado incluir algunos datos que no encontré en una primera revisión del doctor Víctor Manuel Fernández y otros médicos que también formaron parte de la historia de Concepción...eso lo tengo pendiente. Es fácil comenzar un libro, lo difícil es terminarlo, porque uno cada vez quiere ir agregando más antecedentes. Estoy preparando una segunda publicación, que será distinta a ésta, y que se centrará en los recuerdos y vivencias de personas relacionadas con los servicios y unidades del hospital.

Cuéntenos una anécdota más de su libro...

A ver, antes del terremoto de 2010, en el patio de acceso a la dirección del hospital, por calle Roosevelt, había un busto en mármol con el nombre del doctor Guillermo Otto. Como quería conocer más datos sobre él, me contacté con su hija, Emilia, quien, para mi sorpresa, me dijo que ese rostro no correspondía a su padre. Yo le llevé una foto y ella no lo reconoció, así que evidentemente había un error. Me propuse averiguar de quién se trataba, conversé con varios médicos y buscando en internet me encontré con una publicación del doctor Wilhelm sobre la medicina en la ciudad, donde aparecía una foto de la misma persona. Se trataba del filántropo penquista Juan José Manzano y Bustamante, ex diputado e intendente, quien donó el terreno donde se levantó el antiguo Hospital San Juan de Dios, vale decir, el sitio donde hoy está el Hospital Clínico Regional, sólo pidiendo a cambio que se le hiciera un busto en la entrada del recinto. Así terminó la investigación, ¡aclarado el misterio!

Por Óscar Ferrari Gutiérrez

Mundo Médico

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