Urología
Uso de esteroides estimula la progresión y metástasis del cáncer prostático
El cáncer de próstata (CAPR) se diagnosticó en unos 230.000 hombres en los Estados Unidos durante el 2004. Muchos de estos pacientes experimentarán algún tratamiento para detener o minimizar la progresión del CAPR. Muchos más serán diagnosticados con cáncer avanzado y para quienes no habrá curación. Por otra parte, en el 2006 más de 30.000 personas morirán por esta enfermedad. Las metas de detección temprana, de cirugía, de terapia hormonal y quimoprevención son disminuir la morbilidad y mortalidad, y por ende aumentar las expectativas de vida. Para alcanzar estos objetivos, se deben desarrollar modelos útiles de progresión del cáncer de próstata. Se reconoce que los esteroides sexuales desempeñan funciones importantes en la carcinogénesis prostática. En hombres y perros, los niveles séricos de andrógenos disminuyen con la edad, mientras que el estradiol-17B (E2) aumenta. Por consiguiente, la relación E2/ andrógeno se incrementa durante el período en que el CAPR se detecta en el hombre. Se ha demostrado que el E2 en conjunto con la testosterona (T) induce la carcinogénesis en ratas y ratones. Estos modelos apoyan la hipótesis que los cambios del entorno hormonal no solamente están implicados en la patología sino que también pueden ser causales.
William A. Ricke, anatomopatólogo del Departamento de Anatomía de la Universidad de California (San Francisco, Estados Unidos) y colegas, estudiaron las concentraciones temporales de testosterona y de estradiol-17B necesarios para generar in vivo progresión del CAPR y determinar si el tratamiento T+E2 puede inducir el desarrollo y metástasis del cáncer en el modelo animal mUGM+BPH-1 TRs. Los ratones del grupo control no recibieron ninguna ayuda hormonal exógena, mientras que los tratados recibieron implantes que contenían T y E(2) por 1 a 4 meses.
El plasma de los animales tratados hormonalmente contenía concentraciones significativamente más altas (p < 0.01) de T al 1 mes (11.7 versus 0.9 ng/ml). Los niveles de E(2) en los ratones implantados fueron perceptiblemente mayores (p < 0.05) a los 2 meses (104.5 frente a 25.6 ng/l) y a los 4 meses (122.8 versus 19.2 pg/ml). Muestras de tejidos mUGM+BPH-1 TRs de los ratones implantados eran notoriamente más grandes (p < 0.001) que los del grupo control. Las muestras de mUGM+BPH-1 TRs de los no tratados contenían un epitelio diferenciado bien organizado y rodeado por músculo liso del estroma similar al desarrollado en la próstata. A diferencia de lo anterior, el tejido mUGM+BPH-1 TRs de los ratones con T+E(2)], formó carcinomas que contenían tejido conectivo fibroso que impregnaba el tumor. Nodos linfáticos renales recogidos de ratones bajo T+E(2)], pero no los controles, presentaban células del carcinoma. Por otra parte, se pudieron observar metástasis en sitios distantes incluyendo el pulmón e hígado.
Los autores concluyen que el tratamiento con testosterona y estradiol promueve la progresión prostática del cáncer en el modelo mUGM + BPH-1 TRs. El uso del mUGM (ratones con el mesénquima urogenital genéticamente modificado) permitirá que estudios futuros utilicen el poder de la genética del ratón para identificar los factores implicados en la carcinogénesis prostática humana.
Fuente bibliográfica
Int J Cancer. 2006 May 1; 118(9):2123-31