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05 Junio 2017

Un salto de equidad en ER: del olvido a la esperanza

  • Dr. Dirk Engels, OMS

    Dr. Dirk Engels, OMS

  • Bill Gates

    Bill Gates

  • Dra. Carmen Velázquez Arce, Paraguay

    Dra. Carmen Velázquez Arce, Paraguay

  • Dr. Ricardo Fujita Alarcón, Perú

    Dr. Ricardo Fujita Alarcón, Perú

  • Dra. Fanny Cortés Monsalve, Chile

    Dra. Fanny Cortés Monsalve, Chile

La OMS hizo un llamado a adquirir un mayor compromiso en el enfrentamiento de las enfermedades raras, promoviendo su integración a los sistemas sanitarios para alcanzar una cobertura universal.

El 2 de julio de 2016 falleció en Nueva York el novelista judío, activista político y docente de la Universidad de Boston, Eliezer Wiesel, Premio Nobel de la Paz en 1986. Nacido en Rumania y de nacionalidad estadounidense, se dedicó a escribir sobre los horrores del Holocausto, tras lograr sobrevivir en Auschwitz, el campo de concentración y exterminio más grande de la Alemania nazi durante la Segunda Guerra Mundial.

A casi un año de su muerte, las palabras de un hombre que luchó contra la violencia, la represión y el racismo, encuentran eco en diversos aspectos de la sociedad moderna. “Ser indiferente al sufrimiento es lo que deshumaniza al ser humano. La indiferencia es más peligrosa que la ira y el odio. La indiferencia no es un comienzo; es el final. Por tanto, la indiferencia siempre beneficia al agresor, nunca a su víctima, cuyo dolor se intensifica cuando la persona se siente olvidada”.

Una visión parecida tenía Flora Tristán (1803 – 1844), escritora y una de las grandes precursoras del feminismo. Francesa y de ascendencia peruana, alguna vez aseveró que “todas las desgracias del mundo provienen del olvido”. Una cita anónima también lo grafica: “la gente te puede odiar, te puede aborrecer, pero cuando te olvidan dejas de ser alguien”. Y es que, en todo orden de cosas, la indiferencia produce indignación en aquellos que sienten que todavía existen esperanzas. Es aquí donde las ramas de las humanidades están llamadas a ser proactivas y la medicina debe asumir un rol protagónico. Así ha sido durante gran parte de la historia, pero en pleno siglo XXI quedan desafíos pendientes por abordar.

Uno de ellos es iluminar un área de la ciencia donde aún predomina la oscuridad: las enfermedades raras (ER). Actualmente, en esta materia se encuentran en plena ejecución tres proyectos impulsados y financiados por la Unión Europea, cuyo propósito es contar en 2020 con un diagnóstico integral que detalle el número y características epidemiológicas de estas patologías, caracterizadas por ser crónicas e invalidantes, y que podrían aproximarse a los ocho mil tipos diferentes, afectando a cerca del 7 por ciento de la población mundial. Los avances que ha mostrado la tecnología en los últimos años tienen esperanzados a los científicos, quienes con nuevos datos podrían incrementar el conocimiento para diseñar estrategias preventivas, diagnósticas y terapéuticas que permitan optimizar el manejo de estos cuadros, gatillados en un 80 por ciento por factores genéticos.

Fue así como en 2013 se creó el Consorcio Internacional de Investigación de Enfermedades Raras, el cual tiene las siguientes líneas de trabajo: enfermedades renales, enfermedades neurodegenerativas y neuromusculares y el desarrollo de una infraestructura global que permita compartir los resultados que arrojen los proyectos. Lo anterior bajo la coordinación de las universidades alemanas de Heidelberg y Tübingen, la inglesa de Newcastle y el apoyo del Instituto Nacional de Salud e Investigación Médica de Francia. El objetivo de la iniciativa es estructurar un mapa completo de las enfermedades raras, en base a la combinación de datos genéticos y clínicos, para así determinar sus causas y elaborar nuevos tratamientos farmacológicos.

Si bien a partir de la década de los 80, las enfermedades raras han ido adquiriendo un lugar prioritario en los programas de salud y en la opinión pública, los casos en que verdaderamente se han logrado materializar esfuerzos que estimulen la investigación en este campo no son muy numerosos. O al menos, insuficientes.

Por lo mismo, cuando se conmemora el Día Mundial de las Enfermedades Raras (28 de febrero), distintos organismos reiteran el llamado a la sociedad a no permitir que estas enfermedades se conviertan en patologías “olvidadas” o "desatendidas". Vale decir, que su extrañeza no derive en una falta de interés de la ciencia y medicina por resolver los misterios que encierran.

Cada año la Federación Española de Enfermedades Raras (FEDER) realiza en coordinación con la Organización Europea de Enfermedades Raras (EURORDIS) y con la I Alianza Iberoamericana de Enfermedades Raras (ALIBER) una campaña de sensibilización, cuyo objetivo es que comunidad tome conciencia sobre estas patologías poco frecuentes, así como sus consecuencias y la falta de equidad que las rodea. Mantener este problema en la agenda diaria, en la discusión pública y científica es la tarea que se han autoimpuesto, siempre bajo una consiga sencilla pero de gran profundidad: “La investigación es nuestra esperanza”.

De acuerdo a lo que explican los doctores Diego Rosselli Cock y Juan David Rueda, integrantes del Departamento de Epidemiología Clínica y Bioestadística de la Facultad de Medicina de la Pontificia Universidad Javeriana de Colombia, a pesar de la baja prevalencia individual, las enfermedades raras, en su conjunto, constituyen un serio problema para la salud pública. En general, sobre las enfermedades raras suele haber menos información disponible, tanto para pacientes y cuidadores como para personal de salud. La baja incidencia de estas condiciones médicas crea un desincentivo a la investigación que, por razones justificables, prioriza aquellas condiciones que generan alta “carga de la enfermedad”. Todos estos factores confluyen para hacer que la atención a pacientes con enfermedades raras sea de baja calidad.

Para los especialistas, los sistemas de salud no están preparados para enfrentar el reto de la atención de los pacientes con enfermedades raras, lo que se refleja en inequidad. Los que poseen información para moverse a lo largo del sistema de salud reciben mejor atención que los menos informados, que suelen provenir de poblaciones desprotegidas. Muchas estas enfermedades raras tienen, además, otras consecuencias de tipo social, como estigmatización, rechazo o exclusión. La estigmatización a estos pacientes los torna vulnerables desde la perspectiva social, económica y psicológica.

No hay un consenso establecido sobre qué es y qué no es una enfermedad rara. Las definiciones cambian tanto por las legislaciones como por los investigadores. Por razones obvias, la baja prevalencia es un factor determinante en toda definición de enfermedad rara y, bajo este criterio, se producen claras diferencias entre un país y otro. El problema con una definición variable entre distintas naciones es que los estudios clínicos, epidemiológicos y económicos no son comparables. Más grave aún, la disparidad de criterios crea dificultades para generar políticas públicas y para legislar en favor de la protección de estos pacientes.

“No se debe confundir el concepto de enfermedad rara con el de enfermedad olvidada, nombre con el que se designan algunas condiciones, muchas de ellas frecuentes, casi siempre transmisibles, que en su mayoría se encuentran en países en vías de desarrollo. Por no representar una prioridad para los países desarrollados, hay muy pocos recursos invertidos en investigación, y para la industria farmacéutica, ese mercado es percibido como poco rentable. Aunque a veces se emplea el título de enfermedad huérfana como un sinónimo de enfermedad rara, las enfermedades huérfanas realmente agrupan tanto las enfermedades raras como las olvidadas. Son huérfanas tanto desde la perspectiva de los Estados y sus políticas públicas, como de los intereses del mercado”, coinciden los académicos.

Alianzas de salud pública

El miércoles 18 de abril y en medio de este complejo escenario, la doctora Margaret Chan, directora de la Organización Mundial de la Salud (OMS), hizo un anuncio que imprime una buena cuota de optimismo. En Ginebra (Suiza), tras la presentación del informe titulado “Integración de la lucha contra las Enfermedades Tropicales Desatendidas (ETD) en la salud y el desarrollo mundial”, la máxima representante de la agrupación aseguró que “se han conseguido avances sin precedentes para doblegarlas”. Estas patologías, según una definición de la OMS, corresponden a aquellas enfermedades de carácter principalmente infeccioso, que proliferan en entornos empobrecidos, sin acceso a agua potable e higiene, en especial en ambientes calurosos y húmedos propios de los climas tropicales.

La mayoría son enfermedades parasitarias transmitidas por insectos, como mosquitos, simúlidos, flebótomos, la mosca tsetsé, la vinchuca y las llamadas moscas de suciedad. Otras se propagan por el agua contaminada y el suelo infestado por huevos de gusanos.

Si bien en amplias partes del mundo estos cuadros han desaparecido de forma gradual, en paralelo a una mejora del nivel de vida e higiene, en algunos países que reúnen estas condiciones de vulnerabilidad la situación aún es riesgosa. En el documento dado a conocer por la OMS, se detalla la labor llevada a cabo durante los últimos diez años en un grupo de 18 enfermedades tropicales desatendidas, algunas de las cuales, como la enfermedad del sueño y la elefantiasis (filariasis linfática), han sido responsables de verdaderas plagas en el pasado.

“Una de las alianzas mundiales más eficaces de la salud pública moderna ha conseguido evitar durante la última década secuelas discapacitantes y rescatar de la pobreza a millones de personas”, sostuvo la doctora Chan, en referencia a los compromisos que un grupo de socios firmaron en 2012, en la llamada “Declaración de Londres”, para apoyar la hoja de ruta de la OMS con vistas al control y eliminación de un grupo de diez ETD en 2020.

Quimioterapia preventiva

Las enfermedades tropicales desatendidas representan un reto de grandes proporciones para la salud global. Pese a los avances materializados, este grupo de patologías sigue afectando a más de mil millones de personas en todo el mundo, acarreando discapacidad grave y alteraciones que pueden perdurar toda la vida.

En 2015, gracias a un tratamiento profiláctico a gran escala en poblaciones vulnerables, también conocido como quimioterapia preventiva, más de 550 millones de personas en riesgo de sufrir elefantiasis se vieron beneficiadas por un programa masivo de distribución de medicamentos, que alcanzó una cobertura del 59,3 por ciento de la población afectada, la más alta de la historia de esta enfermedad.

“La elefantiasis ataca al sistema linfático, produciendo hipertrofias dolorosas y discapacidades graves. A principios de este siglo había 120 millones de personas con la infección. Actualmente, 300 millones ya no necesitan tratamiento preventivo. Varios países ya han empezado a eliminar la enfermedad, como Togo, el primero de África subsahariana en lograrlo”, comentó el doctor Dirk Engels, director del Departamento para el Control de las ETD de la OMS.

“El caso de Togo representa un hito para toda África, porque demuestra que la implementación conjunta del tratamiento a gran escala para las poblaciones afectadas y el manejo de la morbilidad se puede realizar para eliminar otra enfermedad tropical desatendida evitable”, subrayó el facultativo, máster en Investigación en Servicios de Salud de la Universidad Erasmus de Rotterdam y doctor en parasitología de la Universidad de Leiden (Países Bajos).

La OMS ha dicho que requiere más compromiso para que las ETD se integren a los sistemas nacionales de salud y así aspirar a una cobertura universal. En este sentido, en los Objetivos de Desarrollo Sostenible para 2030, se plantean dos grandes tareas: eliminar la transmisión de las ETD y garantizar el acceso a la atención para todas las personas que sufren alguna de estas patologías. Inglaterra y Bélgica, además de organizaciones privadas como la Fundación Gates, han asegurado millonarios recursos para intentar controlar y erradicar enfermedades como el tracoma, lombriz de Guinea (dracunculiasis), la ceguera de los ríos (oncocercosis) y la enfermedad del sueño (tripanosomiasis africana) en países como Etiopía, Sudán, Bangladesh e India.

Las metas están trazadas para 2020 y 2030, sin embargo, hay aspectos que preocupan, como la limitación de fondos, dificultades para implementar sistemas de seguimiento y vigilancia eficaces, la estigmatización, la pobreza, falta de acceso a servicios sanitarios e incluso la inestabilidad social de algunas naciones que pese a sus avances podrían mostrar un retroceso por este motivo.

“Necesitamos un abanico más amplio y profundo de inversores para continuar proporcionando soluciones innovadoras de medicamentos contra las enfermedades tropicales desatendidas, de manera que podamos alcanzar el objetivo de llegar al 90 por ciento de las personas que necesitan tratamientos en 2030. Sé que es posible”, afirmó Bill Gates. La doctora Chan es más cautelosa: “en este camino no debemos dejar a nadie atrás”.

En el marco de las jornadas sobre enfermedades tropicales desatendidas celebradas en Ginebra, se anunciaron donaciones por un valor que supera los 812 millones de dólares. En 2012, la OMS, fundaciones benéficas, aportes de privados y trece compañías farmacéuticas se comprometieron en Londres a hacer todo lo posible para controlar, eliminar y erradicar para 2020 diez de las 18 ETD que afectan a cerca de 1.500 millones de personas en el mundo. Las farmacéuticas han donado en los últimos cinco años siete mil millones de tratamientos y aspiran a duplicar esta cifra antes de 2020.

De Europa a Sudamérica

Mientras todo esto ocurre lejos del cono sur de América, las naciones de esta parte del mundo, con el apoyo de la OMS, hacen enfrentamientos particulares, asumen sus desafíos y libran sus propias batallas.

En Paraguay, por ejemplo, se realizan esfuerzos por capacitar al personal sanitario y aumentar el volumen de información disponible para contar con las herramientas necesarias para llevar a cabo un manejo más eficiente. Es así como en 2016, en el marco del Programa de Atención Integral a Pacientes con Enfermedades Lisosomales (PAIPEL), se realizó la primera jornada gratuita de capacitación sobre estas patologías, clasificadas como raras. En la oportunidad, el Ministerio de Salud y Bienestar Social informó que en el país existe registro de 54 personas con algún cuadro de este tipo, de las cuales solo 16 son asistidas con el presupuesto de esa cartera de gobierno.

El inédito encuentro se enfocó en las enfermedades de Gaucher y de Fabry, las más frecuentes y diagnosticadas en Paraguay de un grupo cercano a las 50 patologías, las cuales en su diversidad tienen aspectos comunes: “son crónicas y avanzan a lo largo del tiempo. Debilitan poco a poco, son incapacitantes y disminuyen la expectativa de vida”, indicó la doctora Carmen Velázquez Arce, especialista de la Sociedad Paraguaya de Reumatología.

Las enfermedades lisosomales (EL) son un grupo heterogéneo de más de 50 trastornos metabólicos hereditarios, la mayoría causados por una deficiencia o alteración en los lisosomas, lo que provoca una acumulación de macromoléculas, la activación de una serie de cascadas patogénicas y, eventualmente, una disfunción multiorgánica progresiva. Los principales afectados son los niños y, si bien la edad de comienzo y el curso clínico son variables, casi todas tienen un inicio no congénito y un curso progresivo. 

Los expertos explican que más de la mitad de los pacientes con enfermedades lisosomales presentan afectación neurológica, siendo frecuentes el trastorno cognitivo, la demencia, el déficit motor, las crisis y las alteraciones visuales y auditivas. Otros órganos recurrentemente afectados son los huesos, músculos, hígado, bazo y riñón. Aunque individualmente son muy raras, en conjunto tienen una incidencia aproximada de 1/7700 nacidos vivos.

Por ello, y dado que se trata de patologías poco frecuentes, con una amplia y variada sintomatología, los profesionales suelen carecer de los conocimientos necesarios para su sospecha clínica. De ahí la importancia que los especialistas puedan acceder a este tipo de actividades.

“En lo que refiere a la enfermedad de Gaucher, se presentan sangrados frecuentes y es una afección genética hereditaria que tiene tres tipos, siendo el tipo I la detectada en un 95 por ciento de los casos. En cuanto a la enfermedad de Fabry, al inicio se da con dolores hasta llegar a la insuficiencia renal, afectando a ambos sexos de todas las edades y etnias. Es decir, ha sido detectada en países de todos los continentes”, detalló la doctora Velázquez.

Por su parte, el doctor Jorge Batista de Brix, director del PAIPEL, recalcó que “los pacientes con algún tipo de patología lisosomal reciben provisión de medicamentos de forma mensual para continuar con un tratamiento que debe efectuarse de por vida. El Hospital de Clínicas, en Asunción, nos acerca el listado de personas que solicitan los fármacos, lo que pasa por una estricta verificación”.

“Nuestro objetivo desde esta dirección es tratar a los pacientes a la menor edad posible y poner en conocimiento sobre estas enfermedades huérfanas, raras o poco frecuentes”, agregó el médico, jefe de Hematología del Hospital Central del Instituto de Previsión Social (IPS).

La distribución de los fármacos se realiza a través del Programa de Atención Integral de Personas con Enfermedades Lisosomales, dependencia sanitaria que funciona desde 2013, en el predio del Instituto de Medicina Tropical (IMT). 

En tanto, en Perú, el Ministerio de Salud (Minsa) dio a conocer el 28 de febrero pasado cifras actualizadas en relación a la cantidad de personas afectadas por alguna enfermedad rara o huérfana. Si bien no se trata de un registro oficial de pacientes, ya que, según argumentan las autoridades del ramo de ese país, “las enfermedades son tan extrañas que se necesitan instrumentos tecnológicos y un gran número de especialistas para diagnosticarlas, lo que aún no está disponible”, de todas formas constituye una información valiosa. En este contexto, se estima que aproximadamente 2,5 millones de peruanos padecen alguna de estas patologías.

En 2011, el Minsa promulgó la Ley Nº 29698, que declara de interés nacional el tratamiento de personas que padecen enfermedades raras. Tres años después se publicó, a través de una resolución ministerial, un listado con 399 enfermedades raras detectadas en el país, según su nivel de riesgo. Sin embargo, la ley aún no se puede aplicar por falta de reglamento, lo que estaría en vías de solución. La Federación Peruana de Enfermedades Raras (FEPER) ha puesto énfasis en la materia.

“Cuando se promulgue la normativa estaremos en condiciones de dictar estrategias para la atención de estos pacientes y trabajaremos en la distribución de la tecnología necesaria para que cada hospital pueda realizar los diagnósticos. Además se buscará remediar el déficit de genetistas, expertos en diagnosticar las enfermedades raras”, aseveró el médico del Hospital del Niño y vocero del Minsa, Hugo Abarca Barriga. 

El mayor problema de estas enfermedades es  que el 80 por ciento de ellas es de origen genético y solo es posible detectarlas haciendo investigación en los códigos de ADN. “En Perú solo tenemos 18 genetistas para realizar los exámenes moleculares, claves para determinar si el paciente tiene o no una mal extraño. Las enfermedades raras siempre han existido, el problema es que faltan especialistas capacitados para realizar los diagnósticos”, complementó el doctor Ricardo Fujita Alarcón, director del Centro de Investigación de Genética y Biología Molecular de la Universidad San Martín de Porres.

“La mayoría de las personas que tienen estas enfermedades muere sin saber qué tipo de mal tuvo. En algunos casos, la ignorancia inventa castigos sobrenaturales o brujería. En nuestro centro podemos realizar diagnósticos de algunas enfermedades como retinitis pigmentosa o distrofia muscular”, acotó el experto.

Enfermedades silenciadas

En Sudamérica, una de las patologías más emblemáticas en esta materia es el mal de Chagas, enfermedad causada por un parásito que se transmite principalmente a través de la picadura de la vinchuca, insecto que abunda en casas con condiciones precarias de América Latina. 

Puede producirse también transmisión de madre a hijo, por transfusiones de sangre o trasplante de órganos de la persona infectada. Aunque la mayoría de los portadores no desarrollan la enfermedad, entre un 30 y un 40% sufre daños irreversibles que afectan sobre todo al sistema digestivo y al corazón, hasta causar la muerte en los casos más graves.

Se calcula que hay entre seis y siete millones de infectados y las muertes anualmente ascienden a diez mil. Ahora bien, si se detecta de forma temprana, el tratamiento generalmente hace desaparecer al parásito, sin embargo, uno de los grandes problemas es su bajo diagnóstico: menos del cinco por ciento de los infectados sabe que es portador.

El mal de Chagas ha sido identificado por la Organización Mundial de la Salud como una de las 18 enfermedades olvidadas. Las otras son la rabia, lepra, leishmaniasis, equinococosis, tracoma, tripanosomiasis humana africana, filariasis linfática, dengue, úlcera de Buruli, dracunculosis, treponematosis endémica, trematodiasis de transmisión alimentaria, helmintiasis transmitida por el suelo, teniasis y cisticercosis, oncocercosis, esquistosomiasis, micetoma.

“Son enfermedades no solo silenciosas, también silenciadas, ya que por lo general afectan a poblaciones vulnerables, con poca influencia social, económica y política”, plantea la OMS. La gran mayoría de ellas tiene la factibilidad de ser erradicada, pero desde la indiferencia, la apatía y el olvido es poco lo que se puede hacer. Es ahí precisamente donde está el gran desafío.

Según la doctora chilena Fanny Cortés Monsalve, integrante del Centro de Enfermedades Raras de Clínica Las Condes, desde el punto de vista del manejo médico, “estas patologías se caracterizan por el gran número y la diversidad de afecciones y síntomas, que no solo varían de afección en afección, sino que también pueden variar dentro de la misma afección. La misma condición puede presentarse con manifestaciones clínicas muy diferentes entre una persona afectada y otra. Además, para muchas afecciones, existe también una gran variedad de subtipos dentro de la misma enfermedad. Las enfermedades raras pueden afectar a los pacientes tanto en su capacidad física como en sus habilidades mentales, conducta y capacidad sensorial, pudiendo además coexistir diferentes discapacidades en un mismo individuo”.

En general, agregó la especialista en pediatría genética, existe un alto porcentaje de subdiagnóstico debido a la baja sospecha clínica. “Como cada una de estas enfermedades por separado es muy infrecuente, un médico general rara vez evaluará más de un paciente con la misma afección durante todo el ejercicio de su profesión. Es un hecho que el diagnóstico precoz mejora el pronóstico de pacientes portadores de enfermedades raras, más aún, un porcentaje importante de estas enfermedades son susceptibles de ser diagnosticadas en etapa prenatal, lo que permite en algunos casos el tratamiento in útero, y en todos, preparar a la familia y al equipo médico para el manejo adecuado en el periodo neonatal”.

Más allá de la gran diversidad de afecciones, esta baja frecuencia genera en los pacientes y sus familias dificultades similares: 

- Falta de acceso a un diagnóstico correcto: el periodo entre el inicio de los síntomas y el diagnóstico certero involucra un retraso inaceptable y de alto riesgo; así como un diagnóstico equívoco puede determinar tratamientos inadecuados.

- Falta de información: tanto en relación a la enfermedad en sí, como en relación a lugares donde obtener apoyo, incluyendo el no ser referidos a profesionales calificados.

- Falta de conocimiento científico: esto se traduce en dificultades para el desarrollo de herramientas terapéuticas, falta de definición de estrategias terapéuticas y en déficit de productos terapéuticos, ya sea medicamentos o accesorios médicos.

- Consecuencias sociales: el vivir con una enfermedad rara tiene implicancias en todos los ámbitos: escolaridad, trabajo, actividades de recreación, vida afectiva. Puede ser causa de estigmatización, aislamiento, exclusión de actividades sociales, discriminación en la suscripción de seguros (de salud, de viaje, de vida) y a menudo una reducción de las oportunidades laborales.

- Falta de cuidados de salud adecuados y de calidad: los pacientes con enfermedades raras requieren, además de los cuidados médicos, apoyo en múltiples esferas con profesionales expertos que incluyen: kinesiólogos, terapeutas ocupacionales, psicólogos, nutricionistas, fonoaudiólogos, etc. Los pacientes pueden vivir por muchos años en condiciones precarias sin atención médica competente, incluyendo las terapias de rehabilitación. Muchas veces permanecen excluidos de los sistemas de salud aun después de establecido el diagnóstico.

- Alto costo de los pocos medicamentos existentes: el gasto adicional de afrontar la enfermedad, en términos humanos y de ayudas técnicas, combinado con la falta de beneficios sociales y de reembolso, produce un empobrecimiento global de la familia y aumenta dramáticamente la inequidad de accesos a los cuidados generales requeridos por los pacientes con enfermedades raras.

- Inequidad en la disponibilidad de tratamiento y cuidado: los tratamientos innovadores están a menudo disponibles en forma desigual, debido al alto costo, la poca disponibilidad de reembolso, la falta de experiencia de los médicos tratantes y la falta de recomendaciones de tratamientos de consenso.

“Es indudable que las agrupaciones de pacientes, padres y familiares han ido adquiriendo un rol fundamental en el enfrentamiento de la comunidad con las autoridades de salud. Esto es especialmente evidente en el caso de las enfermedades raras. La baja prevalencia los obliga a unir fuerzas y a empoderarse para enfrentar los diferentes desafíos asociados a vivir con alguna de estas afecciones”, acotó la doctora Cortés. 

Es una exigencia para la medicina sumarse a esta tarea y establecer una asociación proactiva que permita diseñar estrategias tendientes no solo a optimizar los resultados en esta área, sino que también puedan mejorar la calidad de vida de pacientes que no merecen ser olvidados.

Por Óscar Ferrari Gutiérrez

Dr. Dirk Engels, OMS

Dr. Dirk Engels, OMS

Bill Gates

Bill Gates

Dra. Carmen Velázquez Arce, Paraguay

Dra. Carmen Velázquez Arce, Paraguay

Dr. Ricardo Fujita Alarcón, Perú

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Dra. Fanny Cortés Monsalve, Chile

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