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19 Agosto 2013

Perspectiva científica para un misterio cerebral

Recientes investigaciones en el campo de la neurociencia plantean un análisis biomédico frente a los testimonios de personas que han reconocido una experiencia cercana a la muerte. La hiperactividad del cerebro sería la clave.

En 18 hospitales de Estados Unidos se está realizando una investigación que, de una u otra forma, no ha dejado de llamar la atención del mundo científico. El cardiólogo británico Sam Parnia, integrante del departamento de cuidados críticos de la Universidad Estatal de Nueva York y miembro de la unidad de medicina pulmonar y cuidados críticos de la Universidad de Cornell, dirige el proyecto denominado “Resurrección”, un nuevo paso en el camino que ha marcado su trayectoria profesional: el estudio de las experiencias cercanas a la muerte (ECM).

Creador del grupo de Investigación de la Conciencia (Consciousness Research Group) y presidente de la fundación para la Investigación Horizonte (Horizon Research Foundation), el doctor Parnia colgó junto a sus asistentes fotos en los techos de las salas de emergencia de diferentes centros asistenciales, con una particularidad que resulta curiosa e intrigante: todas están mirando hacia arriba. Esto, según explica, para que las personas que pasen por una ECM puedan relatar si recuerdan o reconocen algunas de las imágenes que contienen las fotografías. Y es que muchos de los testimonios que existen al respecto tienen puntos coincidentes, como sentirse rodeados de personas (ángeles, espíritus o fantasmas), ver una luz brillante al final de un túnel, sentir euforia o plenitud y tener una sensación de abandono corporal, que habría permitido a quienes vivieron esta experiencia verse a sí mismos desde las alturas de la sala donde eran reanimados.

Las experiencias cercanas a la muerte son definidas como percepciones de individuos que han estado muy próximos a morir o bien fueron declarados clínicamente muertos, sin embargo,  sobrevivieron. Si bien hay registros muy antiguos al respecto, el desarrollo de las técnicas de resurrección que se ha producido durante las últimas décadas ha hecho que los casos se multipliquen en todo el mundo y muchos de sus protagonistas han compartido lo que aseguran haber visto o sentido, relato que ha servido como base de distintas publicaciones, estudios científicos e incluso guiones cinematográficos, algunos, claro está, más serios que otros.

Dada su naturaleza, por mucho tiempo estas vivencias han sido abordadas por disciplinas vinculadas más bien al campo de los fenómenos religiosos, místicos o paranormales, aunque nuevas y crecientes corrientes investigativas buscan explicaciones en el terreno netamente académico y biomédico. Es aquí donde la neurología y la psiquiatría muestran sus créditos.

 

Visiones opuestas 

En 2011, un estudio liderado por los investigadores británicos Dean Mobbs, del Medical Research Council de Cambridge, y Caroline Watt, psicóloga de la Universidad de Edimburgo, indagó en los síntomas más comunes asociados a las ECM, ofreciendo una explicación científica a cada uno de ellos. Por ejemplo, la sensación de encontrase en un túnel oscuro se debería a fallos en la visión periférica, ocasionados por la carencia de oxígeno en el cerebro cuando el individuo sufre un paro cardíaco.

El trabajo, publicado en la revista Trends in Cognitive Sciences (Trends in Cognitive Sciences 15(10) pp. 447 – 449), también responde a otras interrogantes, como la relacionada con la visión de espíritus o fantasmas, lo que estaría relacionado con un efecto neurológico atribuido a la escasez de dopamina. De acuerdo a lo que plantean los autores, este neurotransmisor también se encuentra en muy bajos niveles en los pacientes que padecen la enfermedad de Parkinson, quienes coincidentemente viven episodios alucinatorios, delirios y otros síntomas psicóticos. En tanto, los estados de calma, plenitud o euforia, así como la sensación de abandono del propio cuerpo, podrían estar relacionados con el uso de drogas como la ketamina.

“Pese a las creencias populares, los estudios sugieren que no hay nada paranormal sobre estas experiencias. Por el contrario, las experiencias cercanas a la muerte son la manifestación de las funciones normales del cerebro cuando se estropean, durante un suceso traumático”, aseguran los investigadores europeos. En la vereda contraria, el doctor Parnia sostiene que las ECM escapan al conocimiento neurológico actual y que sería necesario generar un nuevo paradigma científico del cerebro, que proporcione “una nueva perspectiva de esta intrigante, aunque ampliamente desconocida, área de la ciencia”.

 

Excitación neuronal

Cerca del 20 por ciento de las personas que sobrevivieron a un infarto de miocardio, y que fueron declarados clínicamente muertos, declara haber tenido visiones y percepciones internas. Es precisamente esta estadística lo que motivó un nuevo estudio, esta vez encabezado por investigadores de la Universidad de Michigan (EEUU), que se propuso determinar si estas experiencias, registradas en hospitales de todo el mundo, son originadas por el propio cerebro.

Con este fin, se analizaron electroencefalogramas de ratas durante un estado de vigilia, en una anestesia general y después de un infarto de miocardio, determinando que precisamente este último cuadro estimula la actividad eléctrica en el cerebro, generando conexiones entre diferentes áreas y una gran excitación neuronal. 

Con el electroencefalograma de nueve ratones, se pudo comprobar que mientras sufrían un infarto y 30 segundos después del ataque, el corazón de los animales dejó de latir, sin embargo, se detectó un aumento de las ondas cerebrales de alta frecuencia, denominadas oscilaciones gamma. 

Los datos, explica la doctora Jimo Borjigin, responsable del estudio que se publica en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (doi:10.1073/pnas.1308285110), sugieren que el cerebro del mamífero tiene el potencial de procesar niveles elevados de información interna durante la muerte clínica, mayores incluso a los que se dan en un estado de vigilia, lo cual ofrece una evidencia contundente de la fuerza del procesamiento cognitivo en un estado cercano a la muerte.

“El hecho de que las personas que han pasado por una ECM vean una luz quizás indique que la corteza visual en el cerebro es muy activa y tenemos evidencia para sugerir que este podría ser el caso, porque hemos visto un aumento de ondas gamma en el área del cerebro que está en la corteza visual”, comenta la autora de la investigación.

El próximo paso sería la repetición de estos estudios en humanos. No es difícil anticipar que los resultados abrirán las puertas a un debate transversal, que al menos ya cuenta con una teoría científica con argumentos sólidos.

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