Panorama general de la ERC en el adulto
Los riñones, órganos necesarios para mantener el equilibrio del organismo, pueden deteriorarse a causa de enfermedades, uso de medicamentos y paso del tiempo. Sin embargo, es posible mantenerlos saludables con alimentación adecuada, revisiones periódicas y ayuda especializada.
Cada uno de los órganos del cuerpo humano es, en sí mismo, un fenómeno de la naturaleza y un engrane del sistema que hace posible el funcionamiento óptimo del individuo. Los riñones no son la excepción, al ser los responsables de filtrar la sangre del aparato circulatorio y permitir la excreción, junto con la orina, de diversos residuos del organismo, mediante un complejo mecanismo de filtración, reabsorción y expulsión. De hecho, procesan aproximadamente 200 litros de sangre para producir apenas dos litros de orina.
Con el paso del tiempo, todos los órganos –sin excepción- pierden muchas de sus cualidades. Los riñones no escapan a esta condición, aunque su envejecimiento es distinto al de otros miembros del cuerpo, porque a partir de los 30 años las reservas de nefronas, que son las células funcionales del riñón, empiezan a envejecer por sí solas, pero si a ello se le agrega la presencia de infecciones, malos hábitos alimenticios y consumo de alimentos tóxicos, así como la ingesta de alcohol, la función renal se alterará más rápido.
“Al igual que muchos sistemas y órganos de la composición humana, los riñones con la edad van disminuyendo la actividad progresivamente y eso es parte de la fisiología. De tal manera que es esperable que una persona a medida que tenga sobre los 65, 70 u 80 años, tenga una función renal totalmente diferente a la de una persona de 20 a 25 años. Por lo tanto, como médicos debemos ser cuidadosos, en términos de no agregarle riesgos al paciente, que puedan dañar más rápido los riñones”, señala el doctor Carlos Zúñiga San Martín, presidente de la Sociedad Chilena de Nefrología.
En los países desarrollados, la población en edad avanzada ha ido creciendo, principalmente, por la disminución de la mortalidad y por el inusual repunte en las tasas de natalidad entre la década del 40’ y 60’. Sin ir más lejos, en los Estados Unidos se estima que habrá un aumento de 19,6 por ciento de individuos mayores de 65 años para 2030 y que en 2050, uno de cada cinco adultos será mayor de 65 años, hecho que constata el aumento de pacientes mayores con enfermedad renal crónica y enfermedad renal en etapa terminal, debido al efecto de los factores de riesgo acumulativos en el tiempo (Clin Geriatr Med. 2013 Aug;29(3):611-24).
La enfermedad renal crónica (ERC), es un problema de salud grave que impacta en forma significativa a las personas afectadas, su familia, la sociedad y los servicios de salud. Frecuentemente, se asocia a otras enfermedades crónicas como la diabetes, hipertensión y enfermedad del corazón.
La ERC, además de poner a la persona en riesgo de insuficiencia renal crónica (IRC) terminal, aumenta el riesgo de morbi-mortalidad cardiovascular (CV), a niveles 10 veces la del riesgo promedio de la población. Sin ir más lejos, se ha demostrado una asociación directa e independiente, entre el deterioro de la función renal y un mayor riesgo de eventos y muerte por enfermedades cardiovasculares (ECV) y tasa de hospitalización. Por lo tanto, aunque no todas las personas con ERC van a requerir diálisis, todas tienen un mayor riesgo de peores resultados, reacciones adversas a medicamentos y en intervenciones, y de enfermedad renal aguda.
“Este tipo de pacientes son extremadamente delicados. Muchas veces son polimedicados, por lo que como profesionales tenemos que tener mucho cuidado con el uso de fármacos que pudieran producir un daño mayor. Yo recomiendo siempre presumir una disminución de la función renal, para ajustar dosificaciones y de frentón saber qué medicamentos no debo usar”, agrega el especialista.
“Es mucho mejor tener esa actitud: el presumir que un paciente tiene enfermedad renal crónica hasta que no se demuestre lo contrario, porque eso me hace tener una postura mucho más preventiva. Y podemos descartar haciendo un examen de sangre y otro de orina para ver si el paciente tiene realmente la creatinina elevada o si tiene presencia de microalbuminuria o de proteinuria en la orina”.
Considerando que la enfermedad renal, habitualmente comienza en una etapa tardía de la vida y que –además- progresa en forma lenta, la mayoría de las personas con una velocidad de filtración glomerular (VFG) reducida, muere de una ECV antes de desarrollar una IRC terminal. La reducción en la VFG se asocia a una amplia variedad de complicaciones entre ellas hipertensión, anemia, malnutrición, enfermedad ósea, neuropatía y disminución en la calidad de vida, las que pueden ser prevenidas o, al menos, disminuir sus efectos adversos, con un tratamiento en etapas más precoces, el que también puede reducir la progresión hacia una ERC
Aún existe una falta de consenso acerca de qué tan temprano debe diagnosticarse la enfermedad renal crónica (ERC) y tratarse en el adulto mayor. Mientras algunos creen que una función renal reducida en pacientes en edad avanzada es generalmente benigna y lo identifican como una condición que ha tenido una intervención médica inadecuada, otros piensan que es un importante problema de salud pública. Lo que sí está claro y en lo cual no hay controversias, es que la ERC es particularmente peligrosa en personas mayores, segmento de la población donde las opciones de tratamiento son aún más difíciles de abordar, por lo que se hace necesaria la prevención (Nurs Older People. 2013 Dec;25(10):31-8).
“Es recomendable que una persona sobre los 45 a 50 años se haga un chequeo anual, porque lamentablemente la enfermedad renal crónica durante un largo periodo de su proceso es totalmente asintomática. Entonces si es que esperamos que dé síntomas, lo más probable es que como profesionales estemos llegando tarde. Y, aquellos pacientes de riesgo con obesidad, hipertensión, enfermedad cardiovascular, diabetes, antecedentes familiares de enfermedad renal crónica en diálisis, deben obligadamente hacer este control”, añade.
Día internacional y semana del riñón
Con el slogan “Cuídate hoy para disfrutar del mañana”, la Sociedad Internacional de Nefrología y la Federación Internacional de Fundaciones Renales organizaron el Día Mundial del Riñón 2014, cuyo objetivo es la toma de conciencia de la importancia de los riñones en nuestra salud, junto con reducir la frecuencia y el impacto de la enfermedad renal crónica (ERC).
A esta iniciativa se han sumado, en los últimos años, la Sociedad Chilena de Nefrología, la Asociación de Dializados y Trasplantados de Chile, la Sociedad Chilena de Enfermería en Diálisis y Trasplante Renal, la Sociedad Chilena de Trasplante, el ministerio de Salud y la Fundación Pro Salud Renal.
“Este año la actividad la realizaremos desde hoy lunes hasta el día domingo 18 de mayo, semana en la cual vamos a sensibilizar a la comunidad y a los diversos profesionales de la salud sobre los problemas que trae la ERC, para esto realizaremos diversas charlas, exposiciones y jornadas comunitarias a nivel nacional”, comenta el doctor Carlos Zúñiga.
“La campaña –añade- está enfocada en cómo podemos ayudar a cuidar nuestros riñones para que cuando lleguemos a la edad avanzada estén en buenas condiciones. Debemos empezar desde los más pequeños, inculcando hábitos saludables, baja ingesta de sal y alto consumo de líquido que permita a los riñones funcionar de forma adecuada. Además, queremos que los mayores tomen conciencia del chequeo de función renal, a lo menos, una o dos veces al año. Los riñones se pueden cuidar y la única forma de hacerlo es a través de la nefroprevención”, finaliza.
Si bien este es un tema incipiente, a nivel mundial ya está cambiando el rumbo de las intervenciones en las enfermedades renales hacia lo preventivo, ya que en los 25 últimos años la nefrología se enfocó en lograr que los pacientes entraran a programas de sustitución de la función renal mediante diálisis y trasplante.
Todas estas consideraciones están dirigidas a pediatras, neonatólogos, intensivistas, especialistas de distintas disciplinas y pretenden sensibilizar a los mismos sobre las medidas que, adecuadamente implementadas, podrán llevar a una disminución de la incidencia de enfermedad renal así como a un enlentecimiento de la progresión de la enfermedad renal crónica.
