Nomofobía: un mal derivado de la hiperconectividad
Millones de usuarios alrededor del mundo muestran altos niveles de angustia ante la sola idea de verse privados de su dispositivo móvil con conexión a internet.
Hoy vivimos en un mundo distinto al de hace 100 años. Internet nos ha entregado un universo nuevo que los comunicólogos han osado en llamar: la era de la hiperconectividad, aquella que se caracteriza por una nueva cultura de comunicación, cada vez más inmediata y omnipresente, capaz de revivir el pasado, de rediseñar el futuro y de multiplicar el presente.
La hiperconectividad es una mega-tendencia global que está impulsando cambios sin precedentes, pues conecta todo con todo. Aunque el término se refería inicialmente a una interconexión entre máquinas, el efecto también aumenta la frecuencia de conexiones entre los seres humanos y entre éstos y los aparatos.
La aparición y el progresivo auge de las nuevas tecnologías se ha desarrollado en forma paralela al surgimiento de una nueva expresión de un viejo fenómeno: la adicción. La telefonía móvil, videojuegos, computadoras, internet y chat conformarían, aparentemente, el origen de este problema.
Estudios sobre innovaciones tecnológicas han revelado que las computadoras e internet se han convertido en parte importante de nuestras vidas, lo que ha comenzado a generar importantes transformaciones psicológicas. Algunos especialistas creen que la telefonía móvil se puede definir como una verdadera contribución a la evolución de las personas en el siglo XXI, pero que el impacto psicológico de la relación de una persona con el celular, entre otras nuevas tecnologías, exige un estudio amplio, continuo y paralelo del comportamiento humano, que está cambiando constantemente, en un intento de seguir esta evolución.
En el caso de los jóvenes, los principales cambios asociados a este avance tecnológico se relacionan con una mayor autonomía, libertad y privacidad, mayor intimidad de sus relaciones afectivas, con el aumento de las distintas formas de control de sus relaciones interpersonales y con una mayor sensación de seguridad y de nunca sentirse solos. De hecho, el teléfono celular ha generado una confusión entre la definición de lo público y privado.
Hasta hace un tiempo atrás casarse, iniciar un nuevo trabajo, ir al dentista o cambiarse de casa habían sido reconocidos como fuentes generadoras de mucho estrés. Pero a esta lista parece sumarse una nueva afección: el miedo de estar incomunicado, donde el chequear minuto a minuto los correos electrónicos, ver el perfil en las redes sociales o revisar si se tienen respuestas en Twitter parece transformarse en algo incontrolable.
La nomophobia es el nombre que recibe esta nueva variante de fobia social, descrita por los especialistas como “el pavor de salir de casa sin el teléfono móvil”. A esta situación se le adiciona también un fuerte componente de angustia y ansiedad ante cualquier desperfecto técnico que impida el correcto funcionamiento del dispositivo.
Su nombre deriva de una conjunción de palabras inglesas: no-mobile-phone-phobia y fue acuñado durante un estudio sobre el uso de celulares realizado por la Oficina de Correos del Reino Unido encargado a You Gov, una empresa de investigación demoscópica.
El trabajo realizado en 2010 (Cog Behav Neurol. 2010 march; 23(1): 52-54) contó con una muestra de 2.163 personas y los resultados fueron elocuentes: 13 millones de ciudadanos británicos, aproximadamente el 53 por ciento de los usuarios de telefonía móvil, sufrían de nomofobia. Alrededor del 58 por ciento de los hombres y el 48 por ciento de las mujeres confesaron sentir “horror” cuando sufrían algún problema con su celular. El nueve por ciento manifestó sentir síntomas de ansiedad cuando sus teléfonos estaban apagados, debido a la falta de crédito, batería, mala señal o cobertura.
La investigación demostró también que los niveles de estrés de una persona con nomofobia eran equiparables con los nervios que se tienen el día antes de la boda o de la visita al dentista. Respecto de las razones para que la ansiedad se manifestase, el 55 por ciento de los encuestados afirmó que era por el hecho de estar “aislado” de las posibles llamadas o mensajes de familiares y amigos; mientras que un escaso 10 por ciento afirmó que la causa era su trabajo, ya que le exigía estar conectado permanentemente. Además, el estudio reveló que los jóvenes eran quienes presentaban mayor estrés cuando estaban fuera del alcance de su teléfono.
Otro estudio, realizado en India, evaluó la dependencia del teléfono móvil entre los estudiantes de la Facultad de Medicina y el hospital asociado en India central (Indian J Community Med. 2010 April; 35(2): 339–341), país que, después de China, es el segundo mercado de telefonía móvil en el mundo.
Para realizar este análisis se reclutó a 200 estudiantes de medicina y académicos. Los resultados mostraron que, aproximadamente, uno de cada cinco estudiantes era nomofóbico. El estudio reveló que el teléfono móvil se ha convertido en una necesidad debido a los beneficios innumerables que brinda: como diario personal, para enviar correos electrónicos, como calculadora, reproductor de video juego, cámara y reproductor de música.
“Hay un aumento en la población nomofóbica en la India, porque el número de usuarios de teléfonos móviles ha aumentado”, señaló el doctor Sanjay Dixit, uno de los investigadores y jefe del Journal, quien, actualmente, junto a su equipo de trabajo, se encuentra realizando otra investigación sobre la dependencia del teléfono móvil. Si bien no ha sido publicada aún, el análisis preliminar muestra que cerca del 45 por ciento de la población de la India, no sólo los estudiantes de medicina, son nomofóbicos.
Si bien la nomofobia no se ha incluido todavía en el Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (DSM) –que contiene una clasificación de los trastornos mentales y proporciona descripciones claras de las categorías diagnósticas, con el fin de que los clínicos y los investigadores de las ciencias de la salud puedan diagnosticar, estudiar e intercambiar información y tratar los distintos trastornos mentales- es un problema que vendrá, aseguran los expertos.
Por eso, el llamado es a hacer una autoevaluación. Si la pérdida de su teléfono o la falta de señal provoca síntomas físicos negativos; si nunca apaga su teléfono; si reconoce que un ataque de pánico es una reacción exagerada frente a la falta de recepción o a una batería muerta; si el asegurarse de contar con su dispositivo móvil se transforma en una obsesión; si alguno de estos síntomas ha persistido durante un período de tiempo significativo y está afectando a la propia salud o la vida cotidiana debe preocuparse, porque puede estar siendo víctima de esta enfermedad del siglo XXI.
