Lectura: un placer lleno de beneficios
Recientes investigaciones recalcan que al encontrarnos con un texto, obligamos a nuestro cerebro a pensar, a ordenar las ideas, a interrelacionar conceptos, a ejercitar la memoria y a imaginar. Además, mejoramos la capacidad intelectual a la vez que aumentamos la reserva de conocimiento.
El pasado 23 de abril se conmemoró el Día Internacional del Libro y del Derecho de Autor, una fecha simbólica para el mundo de la literatura, pues un día como ese, en 1616, murió Miguel de Cervantes, William Shakespeare y el poeta Garcilaso de la Vega; y es también la fecha de nacimiento de otros prominentes autores.
La jornada mundial tuvo por objeto fomentar el hábito de la lectura en todo el planeta y, al mismo tiempo, fue la excusa perfecta para que médicos del orbe recordaran los grandes beneficios que este placer tiene para la salud mental de las personas.
Leer no tiene contraindicaciones. Ya lo decía el escritor y Premio Nobel de Literatura José Saramago: “Leer es bueno para la salud. Todo el mundo me dice que tengo que hacer ejercicio. Que es bueno para mi salud. Pero nunca he escuchado a nadie que le diga a un deportista: tienes que leer”, decía el autor.
El leer una palabra consiste en registrar una serie de letras y usarlas para acceder a representaciones relacionadas con el lenguaje del patrón fonológico para almacenarla semántica y gramatical como conocimiento, es decir, el reconocimiento de una palabra escrita supone identificar las letras, procesarlas en sílabas y luego traducirlas a sonidos.
Este proceso comienza cuando la retina reconoce las letras y las une en una palabra. A partir de ahí, se produce una cascada de activación cerebral que implica áreas muy diversas: la primera es la corteza visual, ubicada en el lóbulo occipital. Después la información pasa a la corteza de asociación visual, que permite identificar las letras encadenadas. A partir de ahí, se abren dos nuevas rutas: una que permite al cerebro traducir las palabras a sonidos y otra que decodifica el significado de cada palabra.
El área de Broca, situada en el hemisferio izquierdo, además de estar implicada en la producción del habla, el procesamiento del lenguaje y la comprensión, está también implicada en el análisis de las oraciones complejas. De ahí que uno de los beneficios de la lectura sea también el de facilitar la comprensión de oraciones y frases.
Con la lectura aumenta la actividad cerebral, principalmente, en el hemisferio izquierdo. Pero son muchas más las áreas implicadas. La mente humana es tremendamente rica y compleja y, por ello, su funcionamiento ha sido tradicionalmente un enigma para la ciencia.
La aparición de técnicas que permiten observar cómo actúa el cerebro en vivo, así como la aplicación de sofisticados métodos de investigación psicológica, han permitido bosquejar la arquitectura de la mente.
Las acciones, los movimientos, los más diversos campos de las operaciones intelectuales y los distintos procesos de desarrollo que experimenta el ser humano están orientadas y regidas, casi en su totalidad, por el cerebro, que es el centro de control del movimiento, del sueño, del hambre, la sed y de casi todas las actividades vitales necesarias para la supervivencia.
Asimismo, todas las emociones humanas como el amor, el odio, el miedo, la ira, la alegría y la tristeza también están controladas por el cerebro. De la misma manera, en él se desarrollan actividades intelectivas y operaciones más complejas. Es decir, se dan niveles de procesamientos sencillos y complejos; procesos cognitivos básicos y de alto nivel que integran actividades de transformación, transferencia y creación de información, sobre la base de la interacción que establece el ser humano con el contexto y con los demás.
En ese sentido, el acto de leer es mucho más profundo sobre todo cuando se valora la forma en que influye sobre las emociones, tanto en su desarrollo como en un manejo sano de ellas. El hecho de seguir una historia y de involucrarse con un personaje, permite al lector identificarse y empatizar, a tal punto de que es capaz de impregnarse de ella, de llegar a sentir como los protagonistas e, incluso, de resolver situaciones.
Asimismo, la compañía lectora reduciría los niveles de estrés, potenciaría la creatividad y profundizaría la capacidad de criterio de las personas. Es un ejercicio fundamental para mantenerse activo mentalmente.
Esas habilidades no están presentes innatamente, pero son el resultado de un proceso de aprendizaje largo y esforzado. Los estudios sobre activación cerebral muestran diferencias funcionales generalizadas entre el cerebro de personas alfabetizadas y analfabetos (Cereb Cortex. 2012 Dec; 12: 1-7).
La adquisición de la lectura, así como de otras habilidades, puede inducir cambios anatómicos. En efecto, comparaciones de la anatomía de los analfabetos y alfabetizados revelan un aumento de la materia gris en el angular bilateral, dorsal occipital, temporal medio y en el supra marginal izquierdo.
Para el doctor Guillermo García Ribas, coordinador del Grupo de Estudio de Conducta y Demencias de la Sociedad Española de Neurología (SEN), el cerebro activo “no sólo realiza mejor sus funciones, sino que incrementa la rapidez de la respuesta. Mientras leemos, obligamos a nuestro cerebro a pensar, a ordenar ideas, a interrelacionar conceptos, a ejercitar la memoria y a imaginar, lo que permite mejorar nuestra capacidad intelectual estimulando nuestras neuronas. La lectura también genera temas de conversación, lo que facilita la interacción y las relaciones sociales, otro aspecto clave para mantener nuestro cerebro ejercitado”.
La lectura es un estimulador natural de la actividad cerebral, fortalece las conexiones neuronales y aumenta la reserva cognitiva del cerebro, un factor que ha demostrado ser protector ante enfermedades neurodegenerativa. Leer retarda y previene la pérdida de la memoria, por lo que permitiría dilatar la aparición de estas patologías y reducir el número de casos de, por ejemplo, el mal de Alzheimer. Se desarrollaría más la capacidad de concentración y ayudaría al cerebro a estar más enfocado y alerta, a desarrollar las habilidades de la objetividad y a tomar mejores decisiones.
Teniendo en cuenta estos beneficios, la tarea es fácil: sólo hay que dejar de lado la televisión y comenzar a dar rienda suelta a nuestra imaginación. Su cerebro agradecerá, a la larga, la lectura y goce de un buen libro.
