John Nash, un genio de mente perturbada
A los 30 años fue diagnosticado de esquizofrenia paranoide, una enfermedad que tiene muchos impactos negativos en el bienestar de los individuos, pero que –en este caso particular- lo llevaron a descubrir los equilibrios no cooperativos
El 23 de mayo pasado, John Forbes Nash, premio Nobel de Economía en 1994 y uno de los matemáticos más famosos de la historia, murió en New Jersey a los 86 años junto a su mujer en un trágico accidente automovilístico, cuando el taxista que los conducía perdió el control del auto en un adelantamiento.
Con el deceso del inspirador de la película Una mente brillante, ganadora de cuatro Oscar en 2002, se ha retomado la discusión sobre aquellas personas perturbadas por trastornos mentales insólitos que han destacado por demostrar que no sólo lo “normal” funciona como solución a un problema.
El matemático estadounidense padecía de una esquizofrenia paranoide caracterizada por una preocupación persistente, con delirios ilógicos, absurdos y cambiantes, habitualmente de naturaleza persecutoria, de grandeza o de celos, acompañados de alucinaciones.
En él, esta forma de demencia provocaba perturbadoras alucinaciones que el film dirigido por Ron Howard y protagonizado por Russell Crowe retrata muy bien: desde sus comienzos como niño prodigio de las matemáticas hasta su caída en los abismos de la mano de la esquizofrenia, diagnosticada en 1958 a sus 30 años, y la eventual remisión de la enfermedad. Además, la película ilumina sobre los problemas que las personas con este tipo de patologías deben afrontar frente a la sociedad.
Durante su adolescencia Nash mostró interés por las matemáticas y la química. En 1945 entró a estudiar Ingeniería Química en la Universidad de Carnegie, al término de ella logró obtener una beca para estudiar un doctorado en matemáticas en la Universidad de Princeton, en la que impartían clases Albert Einstein y John von Neuman, dos grandes de la física cuántica y el análisis funcional.
Durante sus estudios exploró campos como la topología, algebra geométrica y la teoría de juegos. Público en la revista Annals of Mathematics el artículo en el que explicó las ideas principales de su tesis, las que presentó en Princeton y donde explicaba los puntos básicos sobre las estrategias y las posibilidades de predicción del comportamiento que se da en juegos no cooperativos con información incompleta, es decir, situaciones en las que ningún jugador puede incrementar su ganancia variando su estrategia. A pesar de que esta fue una de las ideas fundamentales de la economía del siglo XX, muchos de sus profesores de Princeton se sintieron decepcionados, pues esperaban un trabajo profundo en matemática pura.
En febrero de 1959 –a esas alturas- el joven genio advirtió a sus colegas de que una especie de fuerza extraterrestre se estaba comunicando con él a través de mensajes codificados en The New York Times. Fueron los primeros y manifiestos signos de que sufría esquizofrenia paranoide. A partir de ese día, su vida se convirtió en una dolorosa sucesión de internamientos forzosos. Fue atendido en el pabellón Bowditch en la Clínica Carrier donde por la mañana le administraban una inyección de insulina que lo dejaba en coma hasta la tarde. Por aquel entonces se creía que si se privaba al cerebro de azúcar, las células defectuosas morirían.
Pasó aproximadamente nueve años en instituciones psiquiátricas, donde desarrolló teorías como El problema de Cauchy para ecuaciones diferenciales de un fluido general, idea que el profesor japonés Heisuke Hironaka llamó la increíble transformación de Nash y otras sobre La Estructura de arco de las singularidades, que ha resultado importantísimos en la geometría algebraica en los últimos 25 años; y Analicidad de soluciones de problemas de función implícita con información analítica.
Entre 1967 y 1985 se le podía ver vagar, silbando por la ciudad y por su soledad: no podía dejar de sentirse como un emperador en la Antártida, uno de sus delirios más persistentes. Durante los años de su enfermedad siguió asistiendo a Fine Hall, el Departamento de Matemáticas de la Universidad de Princeton, donde a pesar de su estado gozó del respeto y la protección de sus compañeros.
Durante años Nash sobrevivió gracias al apoyo de familia y amigos, viviendo incluso en la casa de su ex mujer. Mientras su trabajo ganaba preeminencia en el mundo académico, él, lentamente, había desaparecido del mismo.
Con el paso de los años, sorprendió a la comunidad médica con una recuperación de su enfermedad y tal y como él afirmó en entrevistas, dejó de lado el modo de pensar alucinatorio, para ajustarse a una forma de pensar más normal y racional: “declaré a la locura en estado de huelga”. Consiguió emerger del pensamiento irracional, “sin otra medicina que los cambios hormonales que trae la edad”. (Issues Ment Health Nurs. 2011;32(10):624-31)
¿Cómo se las ingenió para ganar control sobre sus delirios para que pudiera decirse que tuvo una remisión de su enfermedad? Para el profesor de Princeton Donald Capps la respuesta está en su propia genialidad. (J Relig Health (2011) 50:145–162)
A pesar de su regreso a la racionalidad, su producción científica nunca fue igual que su trabajo original. Pero a pesar de ello, su trabajo anterior fue finalmente reconocido por los colegas de la disciplina a la que había dedicado su vida: las matemáticas.
En el año 1994 llegó el reconocimiento del Premio Nobel que transformó su vida y lo convirtió en una celebridad, cuya leyenda ha sido aumentada por el libro y la película sobre su vida, de que la que Nash afirmaba era “una versión artística de cómo podría ser un caso de enfermedad mental”.
Las perturbaciones no discriminan, afectan a intelectos tan desarrollados como el de John Nash, una figura en la que los conceptos de la genialidad y la locura se supieron conjugar durante toda una vida de manera positiva, porque supo convivir con su dualidad de manera consciente.
“Las ideas que tenía sobre seres sobrenaturales me venían de la misma manera que mis ideas matemáticas. Así que las tomaba en serio”. Basándonos en su propia teoría de juegos: encontró el valor añadido de su propia condición para negociar con su mente y vivir en paz.
