El gran paso de Darek
Una intervención quirúrgica sin precedentes, basada en el trasplante de células desde su cavidad nasal a la médula espinal, le permitió a un paciente rehabilitarse de su parálisis y volver a caminar.
“Es un pequeño paso para un hombre, pero un gran salto para la humanidad”, dijo el astronauta estadounidense Neil Armstrong, un ya lejano 21 de julio de 1969, justo cuando pasaba a la historia al convertirse en el primer humano en pisar la superficie lunar.
Su particular hazaña es uno de los principales hitos en la evolución aeroespacial y tecnológica del hombre contemporáneo y su legendaria frase está atesorada en la memoria colectiva de millones de personas que fueron testigos privilegiados de ese inolvidable momento, que pudo ser seguido en la Tierra gracias a una inédita transmisión televisiva.
Tal vez por casualidad, apenas algunos meses después de la celebración de la NASA por el aniversario número 45 de la exitosa misión del Apolo 11, la revista científica Cell Transplantation destacó un trabajo que, a la luz de sus primeros resultados, rememoró el suceso e incluso le atribuyó mayores proyecciones, al menos en su campo de acción: la neurocirugía.
“¡Estás haciendo historia! Esto es más impresionante que el primer paso en la Luna”, expresó con entusiasmo el doctor Geoffrey Raisman, investigador del Instituto de Neurología del University College de Londres, al ver como Darek Fidyka lograba ponerse de pie y dar sus primeros pasos después de haber sufrido en 2010 una puñalada en la espalda que cortó en dos su médula espinal, obligándolo a quedar postrado, en teoría, por el resto de su vida. Pero la práctica, o la medicina si se prefiere, cambiaron su destino. La emocionante escena, coincidentemente, fue registrada por la televisión, quedando para la posteridad la imagen del gran paso de Darek, un búlgaro que encarna la esperanza de miles de pacientes con parálisis. Tal como Armstrong, él también fue protagonista de un hito: ser el primer hombre con sección medular completa que volvió a caminar.
La evolución de este caso y la labor desarrollada por Raisman y el neurocirujano polaco Pawel Tabakov, de la Universidad de Breslavia, ha estado en el centro del debate científico durante los últimos días, luego de los detalles que han sido divulgados.
La inédita terapia utilizada se basó en las células de la glía envolvente olfatoria (CGEO), que forman parte del sentido del olfato y tienen una gran capacidad regenerativa. Darek Fidyka ingresó tres veces a pabellón, donde, en primer lugar, los cirujanos le extrajeron un bulbo olfatorio. Quince días después, las células cultivadas fueron implantadas mediante 100 microinyecciones, por encima y por debajo de la lesión medular, para, finalmente, extraerle tejido nervioso del tobillo que le fue trasplantado, también junto a la médula, con el fin de desempeñar la función de andamio mientras se producía la renovación celular.
Tres meses después y manteniendo una exigente rutina de ejercicios fisioterapéuticos, que anteriormente no había prosperado, el paciente notó cómo los músculos de su pierna izquierda empezaron a desarrollarse. A los seis meses, Fidyka estaba dando ya sus primeros pasos en unas barras paralelas, y al cabo de dos años, es capaz de conducir su vehículo y llegar por su propios medios hasta el centro de rehabilitación del Hospital de Breslavia con la ayuda de un andador. También recuperó cierta sensación en el intestino y la vejiga y la función sexual. “Sabía que sería difícil, y que duraría bastante, pero siempre rechacé la idea de estar en una silla de ruedas para el resto de mi vida. Siempre estuve listo para el combate duro y cuando sientes que empiezas a recuperarte es como volver a nacer”, confidenció.
“El paciente no puede bailar aún, pero está absolutamente encantado con la evolución. El caso es que puede mover las caderas, sus piernas se están recuperando y ha sido capaz de volver a hacer su vida normal”, comentó el doctor Raisman, quien demostró hace más de 30 años que las células nerviosas en la cavidad nasal se regeneran constantemente, hallazgo a partir del cual realizó experimentos con animales, antes de aplicarlo en seres humanos. “El cerebro y la médula espinal responden a las lesiones creando nuevas conexiones. Las fibras nerviosas se están intentando regenerar todo el tiempo, pero tienen que encontrar un canal a través del cual puedan transitar”, aseguró.
El gran avance de esta intervención es que al utilizar los propios bulbos olfativos de Fidyka, se evitó el riesgo de rechazo y, por lo tanto, la necesidad de usar drogas inmunosupresoras, como las que son necesarias en trasplantes convencionales provenientes de donantes.
“Desde hace 12 años, nosotros llevamos a cabo investigaciones sobre la posibilidad de ayudar a los pacientes que sufrieron un desgarramiento total de la espina dorsal y que están condenados a desplazarse en silla de ruedas. Es fascinante ver cómo la regeneración de la médula espinal, algo que se consideró imposible durante muchos años, empieza a ser una realidad”, agregó Tabakov. La operación, recalcaron ambos científicos, suministra un puente que permite a las fibras nerviosas seccionadas crecer sobre el vacío, procedimiento que podría ser útil para los millones de casos de personas con paraplejia. Ahora, esperan tratar a otros diez pacientes en Polonia y Reino Unido durante los próximos tres años.
“Nuestra esperanza es que estos tratamientos sirvan de evidencia suficiente para convencer a otros neurocirujanos. El número de pacientes con parálisis es enorme, hay millones de personas esperando y todo esto podría desarrollarse muy rápido con el apoyo de la comunidad global de neurocirujanos”, subrayó el doctor Raisman. Para él, los tratamientos con CGEO pueden servir no sólo para lesiones medulares, sino también en casos de parálisis cerebral, ceguera o sordera.
El uso terapéutico de células para este tipo de pacientes se viene investigando desde hace varias décadas, pero con resultados aún limitados. Si bien se necesitan más estudios para determinar en qué tipo de lesiones puede aplicarse, la “milagrosa” recuperación de Darek abriga la esperanza de derribar fronteras que parecían insalvables, así como lo hizo la primera expedición tripulada a la Luna.
