El arte como terapia
De la unión entre psicología, la pedagogía y las bellas artes surgió un método que emplea la expresión artística como recurso terapéutico. La pintura, el teatro y la música son cada vez más usados en hospitales para aliviar el estrés, el dolor y la ansiedad y para tratar el autismo o la anorexia en niños y jóvenes.
El arte es aquella disciplina que expresa las emociones y facilita la comunicación entre las personas. Es responsable del perfeccionamiento de la destreza manual, capaz de devolver el equilibrio psíquico y es un excelente estimulador de la creatividad.
A través de ejercicios artísticos y gimnasia cerebral, es posible activar todo el encéfalo, integrando el hemisferio derecho e izquierdo, facilitando así un mejor rendimiento en todas las actividades e incluso ayudando a aliviar síntomas en pacientes con diferentes patologías como cáncer, estrés, ansiedad, autismo y anorexia.
Desde la antigüedad clásica ya se conocían las propiedades terapéuticas del arte y los beneficios de su práctica en el equilibrio general del ser humano. Sin embargo, el arte comenzó a considerarse como una forma de tratamiento durante la Segunda Guerra Mundial, cuando Adrian Hill, un artista británico que convalecía en un hospital, liberaba su nostalgia y angustia pintando.
Convencido de que esta actividad lo ayudaba a recuperarse, se le ocurrió la idea de animar a otros pacientes a hacerlo. A algunos les sirvió para poder comunicar por medio del dibujo y de la pintura los miedos y sufrimientos que habían vivido en el campo de batalla. Al terminar la guerra, Hill trabajó en el hospital convirtiéndose en el primer terapeuta artístico.
La actividad de pintar y de contemplar el arte para él resultaba ser terapéutica en el sentido más amplio de la palabra. Según Hill, “la ventilación y la expresión de los sentimientos internos eran en sí mismo intrínsecamente terapéuticos”.
El arte terapia se ha ido abriendo paso como complemento de la medicina convencional en multitud de trastornos. Se trata de una psicoterapia donde las sesiones no consisten en conversar con un psiquiatra, sino en practicar actividades artísticas y manualidades. Esta forma de tratar a los pacientes se basa en la idea de que el proceso creativo resulta curativo, pues permite a los pacientes canalizar sus emociones y les puede ayudar a lidiar con sus síntomas y adaptarse a experiencias traumáticas.
Hace tan sólo dos décadas que se reconoció como una disciplina independiente y su práctica le ha ido llevando a la profesionalización. Estados Unidos se ha transformado en el país donde más se ha desarrollado. Es, junto con Gran Bretaña y Francia, donde la terapia ya ha sido concebida como un poderoso apoyo al tratamiento diagnóstico e investigación en salud mental y posee un claro reconocimiento profesional, consolidándose cada vez más con estudios universitarios formales.
Los artículos y publicaciones seleccionados por la American Art Therapy Association en su sitio web confirman y demuestran de qué manera, a través del proceso creativo, es posible abordar a pacientes con autismo, enfermedades crónicas, asma, cáncer, depresión, infertilidad, diabetes, epilepsia, sida, falla renal y diálisis, enfermedad de Alzheimer, demencias, Parkinson, estrés postraumático, infartos, abusos sexuales, entre otros problemas.
Lo que hace el arte es estimular las capacidades propias del ser humano, desarrollando su creatividad y expresión individual como medio para lograr satisfacción. Permite proyectar conflictos internos y, al mismo tiempo, ofrece una posibilidad diferente para resolverlos.
Toda persona es capaz de ser creativa y esto es una necesidad, un impulso innato en el individuo. Esta posibilidad de crear es donde reside la gran fuerza terapéutica del arte. La autoexpresión, que se alcanza a través del desarrollo artístico, permite desarrollar el concepto del yo y de la autoconsciencia. Posibilita la expresión de sentimientos, emociones y pensamientos aportando seguridad y confianza, algo muy importante ya que muchos de los desequilibrios afectivos o mentales están asociados, de alguna manera, a la falta de seguridad en uno mismo.
La terapia a través del arte permite cambiar o aceptar aspectos de la persona que impiden llevar una vida normal e independiente. Casi todas las actividades artísticas poseen numerosas cualidades terapéuticas como satisfacción, relajación, evasión, diversión, lo que resulta equilibrante, pero no es el objetivo real del arte terapia.
Lo que se persigue con esta manera de llegar al individuo es encontrar un lenguaje que permita manifestar lo que no se puede expresar de otra forma y tiene el propósito de tratar problemas psicológicos, afectivos o sociales con la asistencia de un terapeuta artístico. Lo importante en la terapia es el proceso que utiliza la persona para comunicar su interioridad y eso trasciende lo puramente estético. El arte proporciona el elemento catártico, que puede ser utilizado para acceder al inconsciente de una forma que no es controlada por la razón.
Esta actividad aporta una información muy valiosa sobre el mundo interior del paciente, que no resulta censurada ni reprimida por la mente consciente. De hecho hay quienes encuentran en esta terapia una cierta similitud en cómo el psicoanálisis utiliza el recuerdo de los sueños y los símbolos que en ellos aparecen.
Este método es ideal para relajarse y resolver muy naturalmente los problemas. No importa el talento o la capacidad que se tenga. Sólo hay que saber escuchar la voz interior que se manifiesta a través de la creación artística.
