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27 Mayo 2013

Deudas, logros y desafíos de la salud latinoamericana

Durante la Asamblea Mundial de la Salud, que se desarrolló en Ginebra, se debatió profundamente sobre los principales aspectos sanitarios que deben mejorar los gobiernos latinoamericanos de cara a los próximos años, siendo el acceso a la salud un factor clave.

El viernes 19 de abril de 2013 la revista The Lancet Oncology publicó en el marco de la última conferencia del Grupo Latinoamericano de Cooperación en Oncología (LACOG), realizado en la ciudad de San Pablo, Brasil, un preocupante informe que daba cuenta de la amenaza a la cual está expuesta esa parte del mundo si los gobiernos no adoptan cambios radicales en sus estrategias sanitarias, que garanticen el acceso a la salud de la población con menos índices de ingresos, como también de las comunidades indígenas y rurales.

Según la investigación, liderada por la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard, en la región se registran 13 muertes por cada 22 casos de cáncer, a diferencia de Estados Unidos, donde fallecen 13 personas por cada 37 enfermos, y Europa, con un índice de 13 pérdidas humanas cada 30 casos. Es más, los autores estiman que hasta 2030 se diagnosticarán 1,7 millones de cánceres en Latinoamérica y el Caribe, y que la enfermedad terminará con la vida de un millón de personas anualmente.

El origen de este desfavorable escenario se debe al escaso o nulo acceso a los servicios de salud básicos, lo que deriva de bajas inversiones en el área, como la infraestructura sanitaria y equipamiento, y desigualdades sociales en la mayoría de los países latinoamericanos. Todo lo anterior desemboca en un diagnóstico tardío, que hace prácticamente imposible tratar adecuadamente la patología. Además de la muerte de los pacientes, la enfermedad representa pérdidas que superan los 4 mil millones de dólares por año, cifra que no sólo considera el alto costo del tratamiento y los medicamentos, sino que también el impacto en las, en algunos casos, debilitadas economías de las naciones de la zona. Claro que, se advierte, estos costos podrían multiplicarse si los gobiernos del área no adoptan acciones coordinadas para frenar la creciente incidencia del cáncer.

De acuerdo a lo publicado por The Lancet Oncology, durante los últimos años son varios los países que han mejorado algunos aspectos del tratamiento de la enfermedad, sin embargo, el camino por recorrer aún es muy largo, principalmente en lo relacionado con las estrategias de prevención. En ese sentido, el interés ha estado centrado en las enfermedades infecciosas, descuidando a las patologías no contagiosas como el cáncer. Campañas sencillas y didácticas, que sean fácilmente comprensibles por personas que tampoco tienen un adecuado acceso a la educación, que apunten, por ejemplo, a dejar de fumar, reducir el consumo de alcohol, realizar ejercicios y adoptar una dieta saludable, pueden jugar un papel relevante en el mediano y largo plazo. Y es que los cánceres son mayoritariamente enfermedades de gente que envejece y la proyección que se hace para Latinoamérica es que para 2020 habrá más de 100 millones de personas mayores de 60 años de edad.

 

Objetivos de desarrollo

Los desafíos latinoamericanos en la batalla contra el cáncer tienen un estrecho vínculo con las metas planteadas recientemente por la directora general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), doctora Margaret Chan, en la Asamblea Mundial de la Salud, que finalizó este martes 28 de mayo.

En la sexagésimo sexta versión del cónclave, que reunió en Ginebra a más de tres mil representantes de los países miembros de la organización, la doctora Chan subrayó la necesidad de aumentar la equidad de los ciudadanos en el acceso a los sistemas sanitarios, recordando la importancia que tiene la cohesión social y la estabilidad para asegurar índices positivos en salud. Sus énfasis centrales se refieren a establecer nuevas políticas sanitarias, fortalecer la atención primaria, la educación y formación de nuevos profesionales, además de trabajar fuertemente en adoptar medidas preventivas frente a diversas patologías. Temas, entre otros, que forman parte de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), trazados para 2015.

“Invertir en la salud de las personas es una estrategia inteligente para el alivio de la pobreza y esto requiere la inclusión de las enfermedades no transmisibles. Pido a los estados miembros que hagan todo lo posible para garantizar que la salud ocupe un lugar destacado en la nueva agenda de desarrollo, puesto que es un indicador mensurable del éxito de todas las demás políticas de crecimiento”, expuso en su discurso la directora de la OMS, quien de paso calificó a la obesidad como una epidemia que ningún país ha logrado detener y también condenó los conflictos armados que se registran en distintas latitudes del mundo, los cuales aumentan la necesidad de asistencia sanitaria.

Durante los últimos años Latinoamérica ha dado pasos relevantes en el acceso a los tratamientos contra el VIH y el control de las denominadas enfermedades tropicales desatendidas, las que hace un lustro representaban una seria amenaza para la salud de millones de personas, como el caso de la enfermedad de Chagas. Sin embargo, otras como el dengue ya dejan, solamente en Paraguay, un saldo de 45 muertos en lo que va de 2013, sumando más de 65 mil casos, de los cuales cerca de 12 mil debieron ser tratados en recintos hospitalarios. A Paraguay, que tiene el índice de mortalidad por dengue más alto de Sudamérica, se suma también Brasil, país que ha estado muy lejos de erradicar esta enfermedad infecciosa, transmitida a través de la picadura del mosquito Aedes aegypti y cuyos síntomas son fiebre súbita, dolores de cabeza y músculos y peligrosas hemorragias.

 

Reto sanitario

La Asamblea Mundial de la Salud es un encuentro anual donde las delegaciones de los 192 países miembros de la OMS toman las principales decisiones en materia de sanidad, instancia que en esta edición elaboró un plan de acción internacional contra las enfermedades no transmisibles, como las patologías cardiovasculares, la diabetes y el cáncer, y sus factores de riesgo, como el tabaquismo y la obesidad. También se trabajará con mayor énfasis en lo que respecta a las enfermedades mentales y discapacidades visuales.

Una de las tareas prioritarias para la Organización Mundial de la Salud, junto con Unicef, es terminar a más tardar en 2025 con la neumonía y la diarrea. Actualmente, cada año mueren cerca de 7 millones de niños menores de cinco años, de los cuales, alrededor de 2 millones son como consecuencia de complicaciones derivadas de la neumonía o la diarrea. Aunque la mayoría de los casos se presentan en África y Asia, una cantidad importante de los fallecimientos se registra en Latinoamérica.

Estadísticas que datan de fines de 2009 entregaban el desolador registro de 100 niños muertos al día en esa parte del mundo a causa de la diarrea y más de 38 mil fallecimientos provocados por enfermedades intestinales prevenibles. En América Latina, cada año se pierden más 28 mil vidas de menores de edad debido a la neumonía.

Frente a esto se trabaja en un nuevo Plan de Acción Mundial que busca promover la prevención y tratamiento de ambas enfermedades, con la finalidad de disminuir las preocupantes tasas de mortalidad. La idea es llegar a 2025 con 75% de reducción en la incidencia de la neumonía y diarrea graves (en comparación a cifras de 2010) y la casi completa eliminación de los casos fatales en los menores de cinco años. Con esto, se producirían menos de tres muertes por neumonía por cada mil nacimientos y una muerte por diarrea por cada millar de recién nacidos.

Como son muchos los factores que intervienen en la aparición de estos trastornos, el plan de intervención es integral y pasa desde la buena nutrición y la generación de ambientes no contaminados, hasta el desarrollo de nuevas vacunas y el mejoramiento de los servicios de salud. Para la Unicef se trata de un problema de equidad, puesto que “los niños pobres de los países de bajos ingresos corren mayor riesgo y están más expuestos a la neumonía y la diarrea”. La redistribución de ingresos y una planificación sanitaria más justa garantizaría mayor acceso a antibióticos contra la neumonía y a las sales de rehidratación oral contra la diarrea, además de generar las herramientas que permitan aumentar los índices de lactancia materna en los menores de seis meses. Todo, claro está, con un costo adicional de 6 mil millones de dólares al gasto actual en la lucha contra ambas enfermedades, monto nada despreciable que se espera recaudar a través de un ajuste de los presupuestos nacionales como también de las donaciones de privados y fundaciones humanitarias. Manos a la obra.

Mundo Médico

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