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24 Enero 2022

Comer menos para vivir más

El ayuno intermitente genera interés como posible tratamiento antienvejecimiento para diversos organismos: desde ejemplares de moscas de la fruta hasta seres humanos.

La alimentación restringida en el tiempo (ART) es un patrón en que se alternan periodos más largos de lo usual sin comer. Se refiere a ventanas de ingestas separadas por tiempos definidos que fluctúan entre 12 y 48 horas, o más. 

El ayuno intermitente más conocido es el 16/8, en el cual una persona puede comer dentro de ocho horas, mientras se mantiene en ayunas por 16 dentro de un ciclo de 24. Ha ganado adeptos como una opción simple y la evidencia científica revela que aumenta la expectativa de vida y tiene efectos beneficiosos similares a los que produce el ejercicio físico durante el envejecimiento.

“La clave está en que con esta restricción calórica se genera un switch metabólico hacia rutas que permiten conservar la energía y la vida. Nuestros relojes biológicos son fuertemente influenciados por dos factores: el ciclo de luz/oscuridad y el tiempo de las comidas”, explica Gonzalo Cruz Neculpán, investigador del Centro de Neurobiología y Fisiopatología Integrativa (CENFI) de la Universidad de Valparaíso, en Chile.

“En este sentido, las personas que tienen obesidad y los roedores con dietas altas en grasa tienden a comer de noche o de forma alterada, lo que desincroniza los relojes biológicos. Algunos estudios han observado que restringir el tiempo de alimentación a algunas horas dentro del día (o dentro de la noche en roedores) vuelve a armonizarlos. Esto es importante, ya que varias mejoras metabólicas se deben al control de estos genes sobre enzimas importantes en el metabolismo”, lo que tendría repercusión sobre otros procesos. 

Un ensayo de la Universidad de Columbia en Estados Unidos revela cómo el ayuno intermitente actúa al interior de las células para ralentizar el proceso de envejecimiento y apunta a posibles formas de obtener beneficios para la salud sin pasar hambre [1].

Los investigadores sometieron a modelos experimentales de Drosophila melanogaster a cuatro programas diferentes: 24 horas de acceso sin restricciones a la comida, 12 de disposición diurna, 24 de ayuno seguidas de 24 de alimentación sin reservas y 20 sin bocados seguidas de un día de recuperación o lo que llamaron ayuno intermitente con restricciones de tiempo (iTRF, por sus siglas en inglés). Solo este último prolongó significativamente la vida útil: 18% en mujeres y 13% en hombres.

Las moscas de la fruta tienen relojes biológicos similares a los de los seres humanos y también envejecen de manera semejante, explica la doctora Mimi Shirasu-Hiza, académica de genética y desarrollo y experta en ritmos circadianos de la Universidad de Columbia, quien dirigió el estudio.

“La esperanza de vida solo aumentó en las moscas que ayunaron por la noche. Aquellas que no comieron en el día y si lo hicieron post meridiem no experimentaron ningún cambio”. Además, descubrieron que los beneficios de la iTRF para lograrlo “requieren un ritmo circadiano funcional y componentes de autofagia. Cuando cualquiera de esos procesos se interrumpe, la dieta no tiene ningún efecto sobre la longevidad de los animales”.

Uno de los ejemplos más claros de estos efectos es el estudio realizado por Valter Longo, gerontólogo, profesor de ciencias básicas y director del Instituto de Longevidad de la Universidad del Sur de California, el cual demostró que en los periodos de ayuno se entra en un modo de “reparación”, donde las células senescentes o envejecidas son eliminadas, se mejoran las defensas contra el estrés metabólico y oxidativo, la reparación del ADN o la génesis de mitocondrias [2]. 

Este régimen también mejoró la salud de las moscas, aumentando la función muscular y neuronal, reduciendo la agregación de proteínas y retrasando la aparición de marcadores de envejecimiento en los músculos y tejidos intestinales.

¿Qué tan factible es el ayuno intermitente como terapia contra la vejez? Como todas las alternativas existe una gran variabilidad en la respuesta individual de quienes lo practican. Más si se considera que la restricción se vuelve todo un desafío en sociedades donde la costumbre es ingerir, al menos, tres comidas.

En los últimos años están surgiendo enfoques que tienen como objetivo alinear la alimentación con los ritmos circadianos endógenos [3]. Quienes quieran adoptar este esquema para ralentizar el proceso de envejecimiento no solo deben limitar la ingesta a ciertas horas del día, sino también reducir las calorías, esa es la “trampa” de la autofagia, advierten los científicos de la Universidad de Columbia. 

Esto enfatiza el que existen individuos más afines con este patrón alimentario que otros. Si bien seguirlo no presenta riesgos para la salud, como sí lo hace el ayuno prolongado, puede asociarse a algunos efectos adversos como dolor de cabeza, deshidratación, deficiencias nutricionales y ser potencialmente peligroso en personas con trastornos de la conducta alimentaria.

Es prioritario que quienes no tengan conocimiento del tema, se asesoren con especialistas en nutrición para mantener un balance de los macro y micronutrientes necesarios para no perder masa muscular ni tener otras alteraciones. 

Lo interesante de los resultados del trabajo de la doctora Shirasu-Hiza es que plantean la posibilidad que cambios comportamentales o el uso de fármacos que estimulen la autofagia regulada por el ritmo circadiano puedan proporcionar importantes beneficios para la salud, retrasando la aparición de patologías relacionadas con la edad para así vivir más.

Referencias
[1] Ulgherait M, Midoun AM, Park SJ, et al. Circadian autophagy drives iTRF-mediated longevity. Nature. 2021;598(7880):353-358.
[2] Brandhorst S, Choi IY, Wei M, et al. A Periodic Diet that Mimics Fasting Promotes Multi-System Regeneration, Enhanced Cognitive Performance, and Healthspan. Cell Metab. 2015;22(1):86-99.
[3] Queiroz JDN, Macedo RCO, Tinsley GM, Reischak-Oliveira A. Time-restricted eating and circadian rhythms: the biological clock is ticking. Crit Rev Food Sci Nutr. 2021;61(17):2863-2875.

Por Carolina Faraldo Portus

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