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19 Marzo 2007

Billroth: impulsor de la cirugía moderna en Europa

Durante el siglo XIX la antigua imagen del médico queda atrás. Ese hombre que, supuestamente, contaba con poderes milagrosos para sanar, ahora participa de la tendencia positivista de la época, reconociendo sólo aquellas conclusiones que se basan en hechos objetivos.

Se inicia la tendencia que condujo a la medicina por el camino de la observación clínica, los adelantos de laboratorio y la especialización hacia un diagnóstico oportuno y acertado. El médico de familia o de cabecera debió cederle el campo a aquellos que empezaron, de a poco, a especializarse.

Las técnicas quirúrgicas de la primera mitad del siglo XIX no fueron muy distintas de las de Ambrosio Paré, principal figura quirúrgica del siglo XVI, contemporáneo de Vesalio que fue considerado como el padre de la cirugía francesa.

En la segunda mitad del siglo, con la aparición de la anestesia y la antisepsia, seguida pronto por la asepsia, la cirugía inició un brillante periodo de exploración e innovación. Theodor Billroth fue el precursor de la cirugía visceral.

Christian Albert Theodor Billroth, es considerado uno de los mejores cirujanos de todos los tiempos y padre de la cirugía gástrica. Siendo joven abandonó su vocación musical por motivos económicos y optó por estudiar medicina. Su formación basada en la histología y la fisiología experimental la desarrolló junto a Rudolph Wagner en Göttingen y Johannes Müller en Berlín. La patología experimental la aprendió junto a Romberg y Traube y de su maestro en cirugía Langenbeck, del que fue asistente en Berlín desde 1853. Tras su habilitación docente con Rudolph Virchow, fue propuesto en 1856 para la cátedra de anatomía patológica de la Facultad de Medicina de Berlín, donde se le inculcaron dos de las virtudes de un cirujano: exactitud y conciencia.

Antes de trasladarse a Viena apareció su libro La patología quirúrgica general y terapéutica, en cincuenta conferencias, considerada una de las mejores obras de la literatura médica por su forma y contenido. Tuvo una enorme difusión con numerosas reediciones y traducciones en toda Europa. Abordó importantes problemas tradicionales de la cirugía como la cicatrización y el tratamiento de las heridas, la inflamación y la hemorragia, tanto desde la perspectiva clínica como la anatomopatológica, pero destacó su contribución a la comprensión del síndrome febril de las heridas. Su orientación bacteriológica la adoptó en esta época, antes de ocupar en 1867 la cátedra en la Clínica Quirúrgica de la Universidad de Viena, donde permaneció hasta su muerte.

Allí fue uno de los pioneros en el estudio de la fiebre originada por las heridas quirúrgicas debido a causas bacterianas, lo que lo llevó a utilizar técnicas antisépticas en sus intervenciones quirúrgicas. Una vez logrado su objetivo, se dedicó a abordar aquellos órganos que, hasta entonces, habían sido inalcanzables. En 1872 intervino seccionando una parte del esófago y, un año más tarde, practicó una escisión completa de la laringe y en 1876 extirpó un cáncer de recto.

Pero sólo en 1881 alcanzó su mayor éxito, cuando logró extirpar un cáncer al píloro mediante una gastrectomía parcial o subtotal con anastomosis gastroduodenal. El hecho causó un gran revuelo en el mundo médico europeo y dio inició al desarrollo de la verdadera cirugía moderna en el viejo mundo.

Un par de años más tarde, desarrolló una modificación a esta técnica, realizando una anastomosis gastroyuyenal. Incluso, las mismas bases y técnicas le permitieron operar el esófago y practicar la laringectomía con éxito.

Como buen cirujano postulaba que sólo se debía “operar si se tiene alguna probabilidad de éxito; operar sin esta esperanza, significa prostituir este magnífico arte y ciencia de la cirugía y hacerlo sospechoso entre los profanos y los colegas. Pero ¿cómo pueden medirse las probabilidades de éxito?. Con un estudio incansable de nuestra ciencia, con la crítica severa de nuestras observaciones y de las ajenas, con la investigación más exacta de cada caso en particular, y la valoración crítica de nuestros experimentos”.

Además, se encargó de ayudar a la formación médicos de su época. El propuso que los futuros cirujanos tuvieran un largo aprendizaje quirúrgico basado, fundamentalmente, en la realización de trabajos preliminares de hospital y en la intervención sobre cadáveres y animales de experimentación. A esto se le debían sumar entre dos y tres años de asistencia en el departamento quirúrgico. “Lo que me ha causado más alegría en mi vida es el haber fundado una escuela que prosigue mis afanes, tanto en el sentido científico como en el humanitario”, señalaba Billroth.

En la persona de Theodor Billroth se reunieron todas las características docentes, clínicas, investigadoras y técnicas del cirujano de la época con una calidad excepcional que ha convertido al médico austriaco en el modelo de la nueva cirugía científica. Con él se cumplió el proceso de conversión de la cirugía en ciencia al introducir los métodos histológicos, bacteriológicos, experimentales y estadísticos en su actividad. Además, inauguró la cirugía abdominal, aunque su actividad abarcó muchos otros campos de la medicina.

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