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24 Abril 2006

El arte de la medicina en el antiguo Egipto

Una de las civilizaciones más espectaculares de la historia surgió en medio del desierto. Logró sobrevivir por más de treinta siglos que dieron como fruto un gran legado. Entre otras cosas, desarrollaron las artes y las ciencias; crearon una escritura, un calendario y maravillosas obras arquitectónicas que se mantienen en pie hasta hoy.

La civilización egipcia fue una de las más avanzadas de su tiempo. La gran cantidad de restos arqueológicos encontrados han permitido que los investigadores puedan hacerse una idea aproximada de su desarrollo.

La historia de la medicina egipcia comprende como mínimo un período de tres mil años, tiempo en el cual se puede observar una cierta unidad de criterios que van desde la primera dinastía histórica hasta la conquista de Egipto por los romanos.

La medicina moderna le debe mucho a los egipcios. Los antiguos registros revelan que ellos desarrollaron más de 800 procedimientos médicos, desde aplicar presión sobre una herida para detener una hemorragia hasta el tratamiento de huesos dislocados. Conocieron y usaron cerca de 600 drogas, incluyendo las hojas de sauce y corteza como antiséptico. Aunque no desarrollaron nada que se pareciera a la anestesia, realizaron múltiples cirugías como remoción de tumores y quistes, para lo que usaban una amplia variedad de instrumentos.

Además, poseían un conocimiento razonable de la circulación y de los órganos, aunque había quienes confundían la función del corazón con la del cerebro. Para una civilización que desarrolló tales avances científicos y tecnológicos, resulta sorprendente que la superstición y la religión tuvieran un papel tan importante en la vida cotidiana. Amuletos y hechizos, análisis de sueños y medicina mística formaban parte de una estructura social muy buen definida.

El ejercicio práctico fue un tema muy complejo y era ejercicio por una parte de la población que gozaba de ciertos privilegios. El antiguo historiador griego Heródoto de Halicarnaso destacaba en sus escritos que en Egipto, la medicina –así como los oráculos- estaba especializada. “Hay un médico para cada enfermedad y no existe la medicina general. En todas partes hay un gran número de médicos: unos se ofrecen como médicos para la vista, otros para la cabeza, otros para los dientes, otros para el vientre, otros para las enfermedades internas”

Los egipcios llamaban a los médicos Sun-Nu, que significaba “el hombre de los que sufren o están enfermos” y sus diagnósticos mezclaban la ciencia y la magia. El doctor de los dioses era Thoth; el dios de la salud era Serapis y el de la medicina Imhotep.

Para los Sun-Nu, las enfermedades se clasificaban en aquellas atribuidas a los espíritus malignos; en las de causas manifiestas, como los traumatismos; o en las de origen desconocido, que eran causadas por los dioses.
Uno de los grandes temas de interés para la medicina egipcia fue el corazón. Gracias a los diferentes papiros médicos encontrados se tiene conocimiento de que ellos habrían descubierto que existían “vasos para todos los miembros. Aún cuando el médico coloque sus dedos sobre la cabeza, la nuca, las manos, los brazos o las piernas en lugar del corazón, siempre lo aprieta, puesto que los vasos del corazón van para todos los miembros”, decían.

Fueron capaces de distinguir la relación pulso-corazón y la doble circulación de la sangre. La etiología de las enfermedades, el movimiento de los líquidos orgánicos era muy importante, ya que se hacía a través de una red de vasos que partían del corazón. La alteración de ese flujo era causante de fiebres y trastornos de la pulsación. Por las venas circulaba sangre, pero también aire y agua y en su interior tendones y nervios.

Para los estudiosos egipcios el entendimiento y la inteligencia se situaban en el corazón que era el único órgano que regresaba al cuerpo después de la momificación, pues los otros se depositaban en los vasos canópicos, que eran los receptáculos que albergaban las vísceras extraídas del cuerpo durante la momificación. El término fue acuñado por los primeros egiptólogos debido a la semejanza con la historia relatada por los escritores clásicos en la que Canopo, timonel del rey Menelao en la guerra de Troya, había sido enterrado en una ciudad en el delta (actual Abu Qir) y posteriormente fue adorado localmente como un vaso con la tapa de forma de cabeza humana.

Los papiros constituyen la principal fuente de estudio de la medicina en el antiguo Egipto. En su mayoría son de mediados del segundo milenio antes de Cristo. Algunos se conservan en muy buen estado, a pesar de los tres milenios y medio transcurridos. Empezaron a estudiarse en el siglo XIX.

El más famoso de ellos es el papiro estudiado, en 1875, por George Ebers. Pertenece a la XVIII dinastía, hacia el año 1550 antes de Cristo. Es el más largo de los papiros médicos, tiene 20,23 metros con una anchura de 30 centímetros. En él se describen, principalmente, las afecciones propias de la medicina interna, bastante sistematizadas, con indicaciones terapéuticas. También hay una gran información sobre las plantas que tienen efectos curativos y las dosis que se empleaban. Era una especie de Enciclopedia Médica para los estudiantes de la época. Trata de diferentes temas ligados con los "secretos de la Medicina".
Contiene 870 casos de medicina general: enfermedades internas, de los ojos, de la piel y las extremidades, aunque matizados con elementos mágicos, religiosos y exorcismos.

Casi contemporáneo a éste, también de la XVIII dinastía, es el papiro de Edwin Smith, nombre de su primer propietario occidental. En él se encuentran contenidos quirúrgicos y se exponen problemas clínicos que siguen un orden de la cabeza a los pies, pero que lamentablemente se interrumpen cuando llegan a la columna vertebral. En 22 páginas, con bastante claridad y muy pocos elementos mágicos, se presentan 48 casos de diagnóstico y tratamiento.

En el antiguo Egipto, las leyes sanitarias fueron muy estrictas, la higiene era escrupulosamente cumplida, había ordenanzas médicas de vigilar las aguas, no solamente para la limpieza de los vivos, sino también para la higiene mortuoria. Además diseñaron un sistema de medicina socializada que llegó a las clases pobres de la sociedad.

Durante más de 3.000 años, la cultura egipcia alcanzó una gran sofisticación tecnológica, que legó una gran cantidad de vestigios que ofrecen inmejorables posibilidades de estudio, los que se han podido ampliar gracias al desarrollo de dos nuevas ciencias: la Paleopatología y la Paleomedicina, dos jóvenes disciplinas entre la Arqueología y la Medicina que a través de restos arqueológicos, pruebas biomédicas y biología molecular siguen sorprendiendo a la medicina actual.

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