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17 Octubre 2005

Los cambios climáticos y sus efectos en la salud humana

El efecto invernadero es un fenómeno atmosférico natural que permite mantener la temperatura del planeta, al retener parte de la energía proveniente del sol. El dióxido de carbono (CO2), el metano (CH4), el óxido nitroso (N2O) y el vapor de agua son los gases indispensables para atrapar el calor y mantener una temperatura adecuada para la vida sobre la superficie terrestre.

El aumento de la concentración de anhídrido carbónico, proveniente del uso de combustibles fósiles, entre ellos el carbón, petróleo o gas, ha provocado la intensificación del fenómeno y el consecuente aumento de la temperatura global del planeta, el derretimiento de los hielos polares, el aumento del nivel y la temperatura de los océanos y el incremento en la frecuencia e intensidad de fenómenos climáticos extremos, entre otros.

Sin embargo, existen otras repercusiones que son igualmente preocupantes y posiblemente más inmediatas: los efectos en la salud humana. La relación entre cambio climático y ésta puede ser compleja y difícil de establecer, porque depende de la interacción entre el clima, su impacto sobre la biodiversidad y los sistemas ecológicos. Así como de los factores socioeconómicos y demográficos que influyen en los problemas de salud de los seres humanos.

Durante el siglo XX, la temperatura media de la superficie terrestre aumentó en 0,6º C aproximadamente y unas dos terceras partes de este calentamiento se han producido desde 1975. Estas variaciones significan que, hoy en día, se están alterando los sistemas biofísicos y ecológicos de la tierra a escala planetaria. Las evidencias son claras: agotamiento del ozono estratosférico, reducción acelerada de la biodiversidad, presiones sobre los sistemas terrestres y marinos productores de alimentos, empobrecimiento de las reservas de agua dulce y la diseminación mundial de contaminantes orgánicos persistentes.

Este problema no es nuevo. Las antiguas civilizaciones egipcia, mesopotámica y maya y las poblaciones europeas de la edad del hielo pasaron por las mismas experiencias de vicisitudes climáticas de origen natural.

El cambio del clima mundial tendría efectos sobre la salud humana, algunos de los cuales serían beneficiosos, por ejemplo, los inviernos más suaves reducirían el pico invernal de mortalidad de los países templados, mientras que, en las regiones actualmente cálidas, temperaturas aún más altas podrían reducir la viabilidad de las poblaciones de mosquitos trasmisores de enfermedades. Pero, los científicos consideran que la mayoría de las repercusiones en la salud de las personas serían adversas.

A principios de la década de los ’90, la población estaba poco sensibilizada ante los riesgos de los cambios climáticos globales para la salud. Hoy, en cambio, la situación ha cambiado. Los Informes del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) concluyeron que “según las proyecciones, aumentarán los peligros para la salud humana, sobre todo en la poblaciones de menores ingresos de los países tropicales y subtropicales”.

Es muy probable que los primeros cambios consistan en modificaciones de los límites geográficos y estacionalidad de algunas enfermedades infecciosas, sobre todo en aquellas transmitidas por vectores y por alimentos, cuya frecuencia es máxima en los meses más cálidos.

La vulnerabilidad de la población humana a fenómenos climatológicos extremos ha aumentado debido al crecimiento acelerado de la población, al incremento de los asentamientos humanos en zonas de riesgo y a la pobreza persistente.

Los impactos directos a la salud son, además de los daños físicos y lesiones, la desnutrición debido a las pérdidas en la producción agrícola, al aumento de las enfermedades diarreícas y respiratorias a causa de la falta de higiene y a condiciones sanitarias inadecuadas, así como a la contaminación de fuentes de agua potable.

La fisiología humana puede adaptarse a los cambios en el clima, pero las fluctuaciones de la temperatura, como las olas de calor, pueden afectar seriamente la salud, causando un incremento de admisiones hospitalarias, muertes de personas mayores con problemas respiratorios o cardiacos previos. Ejemplos de estos episodios ocurrieron en Chicago, en 1995; la India, en 1998 y más recientemente en el verano de 2003 en buena parte de Europa occidental, donde murieron cerca de 20 mil personas. Francia fue el país más afectado con alrededor de 15 mil muertes debido a que las temperaturas por arriba de los 35º celsius se mantuvieron durante cerca de dos semanas.


Además, el incremento de la temperatura favorece la formación de ozono en la parte baja de la atmósfera, lo que puede tener serias consecuencias sobre la salud humana. El cambio climático podría causar un aumento en la frecuencia de periodos muy calurosos combinados con altas concentraciones de contaminantes, provocando cierta sinergia entre los efectos negativos de ambos fenómenos. El calor prolongado también puede provocar un aumento en la dispersión de partículas como las esporas de hongos y el polen, causando un incremento de las reacciones alérgicas y asmáticas

El clima juega un papel muy importante en las enfermedades transmitidas por vectores como mosquitos, garrapatas, pulgas, moscas y otros insectos. Éstos son extremadamente sensibles a los efectos directos del clima como a cambios en las temperaturas, patrones de precipitación y viento y a las variaciones en los ciclos estacionales. La redistribución de los agentes infecciosos y de sus portadores pueden ser los primeros signos de una amenaza debido al clima. Esto incluye el aumento en la frecuencia de picaduras a la población, lo que incrementa la cantidad de infecciones.

Además, la pérdida acelerada de biodiversidad, los cambios en el uso del suelo y en el clima afectan la distribución de los agentes portadores de enfermedades de tal manera que varias de ellas han reaparecido o se han intensificado en diversas partes del mundo.

Por ejemplo, la malaria está mucho más extendida en la actualidad que hace 20 años. Es así como alrededor de 500 millones de personas la contraen cada año, de las cuales más de un millón mueren, especialmente niños. Los mosquitos transmisores han desarrollado resistencia a los insecticidas utilizados para su combate, así como a los medicamentos más comunes. Esta enfermedad se ha convertido en uno de los principales problemas de salud pública en el mundo. El número de personas infectadas con es sumamente sensible a los cambios de temperatura y de precipitación. Es difícil asegurar que este fenómeno sea causado exclusivamente por un cambio climático. Sin embargo, es un hecho que una mayor variabilidad climática y una tendencia al calentamiento juegan un papel cada vez más importante en la propagación de la malaria.

El dengue es una enfermedad viral, transmitida por un mosquito, muy parecida a una gripe, que en algunos casos puede causar sangrado interno –dengue hemorrágico- y la muerte. Esta patología, limitada anteriormente por umbrales de temperatura a bajas altitudes, se ha detectado en ciudades de tierras altas por encima de los 1500 metros sobre el nivel del mar.

El contagio y distribución de otras enfermedades transmitidas por vectores como la fiebre amarilla, la enfermedad de Lyme o la encefalitis también se ven afectadas por un calentamiento global. La peste que causó enormes epidemias en siglos pasados, transmitida de los roedores a los humanos a través de las pulgas, ha reaparecido en África y la India, después de grandes sequías seguidas por importantes inundaciones, favorecidas además por condiciones deficientes de higiene.

Las temperaturas anormalmente elevadas del mar pueden desencadenar, incluso, el florecimiento de algas tóxicas que favorecen la proliferación de organismos patógenos como el vibrio cholerae, causante del cólera. Algas y patógenos contaminan peces y moluscos a través de los cuales se puede trasmitir la enfermedad a los seres humanos. Según la OMS, otras consecuencias indirectas sobre la salud son las afecciones emocionales, psicológicas y traumáticas que pueden producirse en poblaciones que han debido desplazarse ante la degradación ambiental originada por el cambio climático.

Durante los siglos, las sociedades humanas han alterado los ecosistemas y modificado los climas. Esa influencia, en la actualidad, ha alcanzado una escala mundial. Los cambios climáticos están diciendo que, a largo plazo, la buena salud de la población depende también de que los sistemas ecológicos y físicos de la biosfera se mantengan estables y en correcto funcionamiento.


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