Hipnosis Clínica ayer y hoy
Los misterios del inconsciente y del funcionamiento del cerebro han cautivado la curiosidad del hombre a lo largo de la historia. Magos, brujos y curanderos en la antigüedad se encargaban de sanar a enfermos y de predecir el futuro por medio de la invocación a espíritus accesibles sólo a través de la meditación, bajo estados de trance o durante el sueño.
Con el paso del tiempo y el uso de técnicas de investigación rigurosas, los ritos para alcanzar estados alterados de conciencia comenzaron a ser estudiados científicamente, con el fin de conocer los mecanismos capaces de modificar la conducta de los individuos y que muchas veces efectivamente y sin intervención sobrenatural, logran sanar males como las fobias y jaquecas o reducir la sensación de dolor.
De esta forma, la hipnosis se comienza a utilizar como herramienta terapéutica para apoyar tratamientos de diversas patologías. Aunque durante siglos se dudó de su seriedad, a partir de 1960 sus aplicaciones clínicas fueron demostrando la eficacia de una técnica que permite la exploración del paciente y de su mundo interior.
El estudio de esta terapia comenzó el año 1775, cuando el doctor Franz Antón Mesmer, descubrió el fenómeno y ofreció la primera teoría para explicarlo. En sus aproximaciones al tema, el médico vienés argumentaba que la hipnosis contenía conceptos que llevaban a considerar la hipnosis como una manifestación del magnetismo animal. Entre sus hipótesis, sostenía que bajo el “sueño magnético” los pacientes podían incluso captar el pensamiento ajeno, leer cartas cerradas, encontrar objetos perdidos y predecir sucesos futuros. Los efectos de la hipnosis fueron anunciados por los medios de comunicación de la época como “sobrenaturales” y, durante muchos años, no fueron tomados con seriedad por los médicos, ya que no se disponía de pruebas que acreditaran la validez de sus resultados.
En 1778, Mesmer deja Viena y se traslada a París, buscando la aprobación de las facultades de Medicina en Europa. Sus intentos fueron infructuosos y sólo en 1784 el gobierno francés nombró una comisión para que investigara las curaciones logradas por Mesmer y sus afirmaciones sobre el “fluido magnético”. Tras el examen, la tesis de Mesmer fue rechazada, atribuyendo a la imaginación las supuestas curaciones magnéticas. Entre los científicos que integraron esta comisión figuran Benjamín Franklin, Antoine – Laurent de Jussieu, Joseph Ignace Guillotin y Antoine Lourent Lavoisier.
A partir de entonces, la hipnosis pasó a ser un espectáculo y en Europa cientos de hipnotizadores comenzaron a ofrecer curaciones milagrosas y demostraciones de su “poder mental”.
Por ello, las prácticas hipnóticas fueron asociadas a las pseudo ciencias y comenzaron a difundirse una serie de mitos sobre las aplicaciones de esta técnica y el alcance de sus usos. La confusión creó temores y prejuicios que, en algunos casos, aún se mantienen.
Sin embargo, la investigación no se detuvo. En 1841, durante una demostración pública del fenómeno, el médico escocés James Braid conoció los efectos de la hipnosis y dedicó los últimos 18 años de vida a su estudio. Así logró explicar y describir el proceso en términos que habrían resultado incomprensibles para Mesmer, pero que complacieron de mejor manera a los médicos de la época. Asimismo, sus investigaciones ayudaron a encaminar el estudio del cerebro y de las funciones de este órgano y continúan siendo analizadas en la actualidad.
Tras las guerras mundiales del siglo pasado, la hipnosis fue utilizada para tratar a pacientes con neurosis post guerra y como analgésico en el caso de amputaciones. Esto demostró su poder como herramienta en el tratamiento clínico, por lo que diversas universidades norteamericanas y europeas comenzaron a incluirla como terapia.
Comienzan a aparecer entonces publicaciones como la International Journal of Clinical and Experimental Hipnosis, el American Journal of clinical Hipnosis (EE.UU.) y la Contemporary Hipnosis (Inglaterra). Además, se forman asociaciones de médicos de distintas especialidades y psicólogos, que se encargan de registrar sus experiencias clínicas y realizar investigaciones en la materia.
En la actualidad, la hipnosis clínica aún no cuenta con una definición única y precisa, ya que el fenómeno todavía no es comprendido de la misma manera por todos los investigadores.
Lo que para algunos es un estado alterado de conciencia, para otros es un episodio de intensa concentración, un estado relajado e hipersugestionable o sólo una imaginación guiada. Al respecto, el doctor Jorge Albornoz, médico de Talcahuano diplomado en Hipnosis en la Universidad de Valparaíso, asegura: “Se puede decir que se trata de un proceso en el cuál interactúan el paciente y su médico, sin que el primero pierda los sentidos ni quede inconsciente, manteniendo en todo momento el autocontrol y logrando de esta manera conocerse profundamente en un viaje a través del interior de su propia mente, siendo el médico un guía que facilita esta exploración. El personaje principal pasa a ser el paciente, no el terapeuta, ya que está viviendo un mundo interior, está mirando con los ojos de su mente y, de esta forma, logra encontrar respuestas”.
El uso de la hipnosis clínica como herramienta terapéutica se ha extendido durante los últimos 40 años, siendo sus principales aplicaciones el tratamiento de traumas, patologías psicosomáticas, estrés, depresiones y fobias. No obstante, sus usos no se limitan a la psiquiatría, siendo ocupada también por odontólogos, psicólogos y otros especialistas como apoyo a tratamientos convencionales.
Experiencia en Chile

Entre los científicos innovadores que comenzaron a utilizar la hipnosis clínica en nuestro país figura el doctor Julio Dittborn, quien en 1971 empezó a realizar investigaciones en la ex Universidad de Chile, sede Valparaíso, y durante sus cátedras de psiquiatría difundía sus resultados. “En aquella época, el doctor Ricardo Voss conoció al doctor Dittborn y comenzó a co-dictar cursos en todo Chile para sociedades y colegios profesionales de áreas de la salud. Antes de eso, no hay antecedentes fidedignos sobre la hipnosis y sus usos en nuestro país”, explica el doctor Albornoz.
Los escasos datos previos sobre la hipnosis en Chile hablan sobre asociaciones y médicos de los años ‘60, que sólo dejaron un par de publicaciones, para luego desaparecer.
A partir de los trabajos del doctor Dittborn, la práctica de la hipnosis ha crecido en nuestro país. La Escuela de Sicología de la Universidad de Valparaíso es pionera en este ámbito, impartiendo desde hace ocho años el Curso de Hipnosis Clínica a sus alumnos de 5º año, además de organizar anualmente cursos de formación para profesionales de la salud. Recientemente, estos cursos han alcanzado el nivel de postítulo, contando con el patrocinio del Instituto Milton H. Erickson, de Ciudad de México. Algunas instituciones privadas también ofrecen entrenamiento en hipnosis, pero al no estar regulada en el país su enseñanza, carecen de certificación profesional o académica.
Ética profesional
La legislación chilena no tiene restricciones para el uso terapéutico de la hipnosis, aunque su práctica como espectáculo está prohibida. Es por esto que sólo médicos especializados tienen la facultad de desarrollar esta actividad en el país. Existe una pauta ética, adaptada a partir del Código Ético de la International Society of Hipnosis que rige a los diplomados en Hipnosis de la Universidad de Valparaíso y que controla la práctica de esta terapia en nuestro territorio.
Entre sus normas hay directrices que destacan aspectos tales como: los profesionales siempre deberán poner en primer lugar el bienestar del paciente o sujeto experimental cuando utilicen la hipnosis o técnicas hipnóticas en la práctica clínica o en la experimentación; la hipnosis es considerada como una herramienta coadyuvante de otras formas de tratamientos profesionales científicos o clínicos, de modo que la sola competencia en técnicas hipnóticas, sin tener el título profesional, no es aceptada; Los expertos deben limitar el uso de la hipnosis al área definida por los estándares éticos propios de su campo profesional; la hipnosis no debe ser usada como forma de entretenimiento. Los profesionales no están autorizados a colaborar o participar en espectáculos públicos de hipnosis; los médicos no pueden apoyar la práctica de la hipnosis por personas no profesionales.
Un punto importante es que quienes practican la hipnosis clínica están autorizados a hacer declaraciones a la prensa o a participar en cualquier medio de comunicación, con el fin de minimizar las distorsiones o malentendidos que pesan sobre estas prácticas.
Grandes Mitos
Ante la falta de información fidedigna y debido a la lamentable abundancia de falsos hipnotizadores que se dedican al espectáculo, son muchos los mitos que aún permanecen en la comunidad. Creencias que se refieren a que lo que causa la hipnosis es el poder del hipnotizador; durante la hipnosis, la persona está inconsciente o dormida; sólo puede hipnotizarse a cierto tipo de personas, especialmente a quienes tienen “mentes débiles”; una vez que alguien ha sido hipnotizado, obedece ciegamente las órdenes del hipnotizador; se puede hipnotizar a alguien para que haga o diga cosas, aún en contra de su voluntad; ser hipnotizado daña la salud mental; después de una hipnosis, los pacientes quedan “bloqueados” y que gracias a la hipnosis, se pueden recordar todos los detalles olvidados sobre una experiencia pasada.
A juicio del doctor Albornoz, estos malos entendidos y prejuicios sólo fomentan la desconfianza entre los pacientes, que ven en la televisión a personas exponiéndose a burlas y risas, sin saber que se trata de montajes que nada tienen que ver con la práctica clínica de la hipnosis
Finalmente, el médico asegura que los mayores beneficios de la hipnosis no están dados solamente por los buenos resultados obtenidos tras su uso como complemento de los tratamientos tradicionales, sino además por la cercanía que alcanza la relación médico – paciente. “El profesional puede conocer mejor al enfermo y captar en pleno su problemática, como un todo. Esto enriquece la relación entre ambos, genera una mayor confianza y respeto. La hipnosis además permite al paciente aprender a relajarse, a sentirse más confortable y con mejor disposición para llevar el diario vivir”.
Por Soledad Cabrera
