Factor de crecimiento hepático
Malas vecinas que favorecen el cáncer
Uno de los principales retos de la oncología en la actualidad es evitar que el cáncer desarrolle resistencia al tratamiento y vuelva a aparecer, impidiendo una recuperación efectiva y duradera del paciente. En este sentido la investigación científica resulta clave y dos estudios publicados recientemente en la revista Nature apuntan en esa dirección, dando pasos concretos en este objetivo.
En ambos trabajos (Nature doi:10.1038/nature11249 y Nature doi:10.1038/nature11183), liderados por el doctor español Antoni Ribas, investigador de la Universidad de California (Los Ángeles, Estados Unidos), se sostiene que esos mecanismos de resistencia hay que buscarlos no sólo en las células malignas, sino también en las células sanas que las rodean, hallazgo que ayuda a comprender por qué las células tumorales consiguen volver a crecer, a pesar de la eficacia de un tratamiento dirigido contra la mutación clave.
Junto a científicos del Instituto del Cáncer Dana-Farber de Boston y el Hospital General de Massachusetts, el facultativo detectó que el microambiente que existe alrededor del tumor es capaz de proporcionar los factores de crecimiento que las células malignas requieren para “sobrevivir” y luego contraatacar, a veces incluso con mayor fuerza.
Durante uno de sus experimentos, el grupo de investigadores trató células malignas con un inhibidor del gen BRAF y observaron cómo la mayoría de ellas moría en presencia del fármaco. Sin embargo, cuando en la placa de laboratorio las mezclaron con otras sanas advirtieron que el cáncer adquirió resistencias al 50 por ciento de los compuestos anticancerígenos que probaron. Las células vecinas, o malas vecinas en este caso, estaban influenciando negativamente en este proceso. Aunque en rigor, las malas vecinas son las propias células tumorales, las que logran “engañar” a las sanas para que éstas emitan las señales que el cáncer necesita para volver a crecer.
Elemento clave
Quinientos factores de crecimiento emitidos por las células sanas fueron sometidos a diferentes estudios, determinando que el mejor candidato para ello es el factor de crecimiento hepático (HGF, por sus siglas en inglés). Así se descubrió, tanto en células tumorales como en muestras de pacientes con cáncer, que en el factor de crecimiento hepático segregado por las células sanas estaba la clave de la resistencia al tratamiento de las células malignas. Aunque el gen mutado se apague con el tratamiento, este sigue activo por el microambiente que lo rodea, propiciado por el HGF de las células sanas, el cual se encontraba elevado en las muestras de sangre de pacientes con tumores resistentes.
El próximo paso en esta línea investigativa es comprobar si se pueden conseguir respuestas más duraderas y menos resistencias, combinando un inhibidor de BRAF con un inhibidor del factor de crecimiento hepático, y así alimentar la esperanza de encontrar, más temprano que tarde, un camino que tenga como destino final la cura definitiva del cáncer.
