El sueño: medicina para el alma
Diversas investigaciones científicas han revelado durante los últimos años los múltiples beneficios que trae dormir para el ser humano. Mejoras en el control de la hipertensión y la diabetes, el sistema inmunológico y el aumento de la capacidad intelectual son sólo algunas de las principales ventajas en una larga lista que también incluye otros aspectos como la recuperación de energía, disminución del estrés, liberación de toxinas y oxigenación de las células, además de favorecer el crecimiento.
Pero esas horas de letargo y descanso también abren las puertas a escapar, al menos por un rato, de los problemas y preocupaciones propias del hombre, aspecto no menor en tiempos en que la sensación de agobio aumenta con rapidez en millones de personas. Ese reparador instante, placentero por naturaleza e inspirador de diversas expresiones del arte, juega un rol fundamental en nuestra salud emocional, según asegura un grupo de científicos de la Universidad de Berkeley, Estados Unidos, quienes han publicado los resultados de sus últimos estudios en este campo en la revista Current Biology (Curr Biol. 2011 doi:10.1016/j.cub.2011.10.052).
“Cuando entramos en la fase REM del sueño también entramos a una especie de terapia, un bálsamo que elimina o al menos atenúa los recuerdos dolorosos del día anterior”, postulan los autores de la investigación, liderados por Matthew Walker, profesor asociado de psicología y neurociencia de la mencionada universidad.
Cuando dormimos podemos llegar a una etapa en que la actividad cerebral es semejante al estado de vigilia, los ojos se mueven con rapidez bajo los párpados, soñamos y captamos gran cantidad de información de nuestro entorno, pero curiosamente es el momento en que estamos más relajados. La imaginación fluye y descansamos. Esta fase es precisamente lo que se conoce como sueño REM (Rapid Eye Movement o Movimiento de Ojo Rápido), instante en que, explica Walker, la química que genera el estrés de las experiencias emocionales del día, principalmente las negativas, se apaga mientras el cerebro las procesa, por lo que los problemas se atenúan y su fuerza emocional se suaviza.
“Durante un tercio de nuestra vida estamos durmiendo, pero aún no hay consenso científico sobre la función del sueño. Nosotros hemos comprobado que esta fase ayuda a atenuar las emociones y también reafirmamos su importancia para la memoria, el aprendizaje y la regulación de los estados de ánimo”, subraya.
Norepinefrina, presencia y descenso
En el cerebro existe una sustancia química que se asocia con el estrés y que resultó factor clave en los resultados de esta investigación. Se trata de la norepinefrina, la que experimenta un fuerte descenso durante el sueño REM.
“Si contamos con una persona sana, que no haya sufrido ningún trauma y pueda dormir con normalidad, y la reducción de esta sustancia, tenemos la explicación de por qué nos podemos despertar al día siguiente con una sensación atenuada de nuestras emociones respecto al día anterior”, argumenta Matthew Walker.
Para realizar la investigación, los científicos escogieron a 35 adultos jóvenes y sanos, quienes fueron divididos en dos grupos. Mientras un escáner de resonancia magnética medía su actividad cerebral, todos ellos observaron una serie de 150 imágenes emocionales en dos oportunidades y con doce horas de diferencia. Un grupo se mantuvo despierto entre ambas sesiones y al otro se le dejó dormir. Específicamente éste último mostró una drástica reducción en la actividad de la amígdala cerebral, una serie de núcleos neuronales que procesan las emociones, permitiendo de esta manera que el cerebro se comportara se manera “más racional” en sus reacciones emocionales.
En tanto, a través de electroencefalogramas se registraron datos sobre sus variaciones eléctricas cerebrales y el resultado confirmó la primera hipótesis: durante el sueño REM ciertos patrones de actividad eléctrica disminuyeron, calmando las reacciones más emotivas.
Aunque el estudio fue realizado en personas sanas y sin mayores trastornos emocionales, éste también explicaría los problemas para recuperarse de experiencias dolorosas y superar pesadillas propias del estrés postraumático. Aunque en la etapa de ensoñación se alcanza un alto grado de relajación, también es muy fácil despertase, por lo tanto personas con estas características pueden verse alteradas negativamente por un factor externo.
“En Seattle observamos cómo un médico recetó un medicamento para la presión arterial a una persona que sufría estrés postraumático. Pero descubrimos que un efecto secundario de este fármaco es evitar las pesadillas, es decir, influye en la norepinefrina del cerebro haciendo que ésta disminuya, lo que ayuda al paciente a tener una mejor calidad de sueño y así la fase REM pueda actuar. Por esto, nuestro interés se centra ahora en utilizar estos resultados para abrir nuevas vías para el tratamiento emocional de estos pacientes”, explica Walker.
Se confirma así que el sueño profundo no sólo trae consigo una serie de beneficios físicos, sino que también se constituye en una verdadera medicina para el alma. Haga la prueba esta misma noche.
