Estudio realizado en Haití después del terremoto
Redes celulares aliadas de la medicina
Días después del terremoto que remeció Concepción, el 27 de febrero de 2010, la ciudad vivía un caos difícil de olvidar. Desorden, saqueos e incertidumbre eran la tónica. Pese a esto, los esfuerzos por socorrer a los heridos y brindarles atención médica se redoblaban, mientras que el factor tiempo jugaba un papel fundamental.
Las comunicaciones estaban interrumpidas, por lo que resultaba muy complicado hacer un catastro de las necesidades más urgentes y miles de hombres y mujeres no tenían noticias de sus familiares.
Kareen Díaz Jackson, Presidenta de la Cruz Roja, Filial Concepción, recuerda que “un equipo internacional de nuestra organización tuvo un papel muy relevante en este sentido, porque voluntarios extranjeros llegaron con teléfonos satelitales que permitieron establecer una mejor coordinación, ubicar a heridos y damnificados e incluso implementar un puente para que muchas personas pudieran encontrar a sus seres queridos”. Un ejemplo claro de la importancia de la conectividad durante este tipo de desastres.
En esta línea, recientemente se publicó un estudio en la revista “PLoS Medicine” que recoge la experiencia de un equipo de especialistas en salud pública del Instituto Karolinska (Estocolmo, Suecia) y la Universidad de Columbia (New York, Estados Unidos) que se desplazó hasta Haití, en enero del año pasado, para participar en las labores de ayuda a los damnificados que dejó el terremoto de 7,5 grados Richter que azoló a la isla caribeña y principalmente a su capital, Puerto Príncipe, dejando más de 300 mil víctimas fatales.
Por cierto, aunque el terremoto que ocurrió en Chile fue mucho mayor (8,8 grados Richter), en términos humanitarios, las consecuencias del megasismo de Haití fueron extremadamente superiores, dada la fragilidad social de ese país y su altísimo nivel de pobreza, factores que sin dudas complejizaron cualquier intento de asistir a la población.
En terreno, este grupo de profesionales constató que, debido a los miles de desplazados por todo Haití, coordinar las labores de asistencia y determinar los puntos donde se requería más ayuda eran objetivos muy difíciles de conseguir.
¿Qué era necesario entonces para hacer más eficiente el trabajo de socorro? Rápidamente dieron con la respuesta: monitorizar los movimientos de la población para determinar en qué áreas se encontraban las personas en condición de mayor vulnerabilidad.
Así fue como se propusieron la búsqueda de un modelo que permitiera precisamente ser más certeros en este propósito y llegaron a la conclusión que en situaciones de emergencia la telefonía móvil podría convertirse en un factor clave. ¿Cómo?, mediante la localización de tarjetas SIM (acrónimo en inglés de Subscriber Identity Module o Módulo de Identificación del Suscriptor; es una tarjeta inteligente que se utiliza en los teléfonos móviles para almacenar de forma segura la información del usuario para identificarse en la red). La hipótesis plantea que ubicar estas tarjetas, a través de las operadoras móviles, puede utilizarse con efectividad para estimar la magnitud y las tendencias de los movimientos poblacionales.
“Cada vez que una tarjeta SIM hace una llamada, la red graba qué torre ha permitido la conexión. Esa base de datos puede proporcionar la posición geográfica de cada propietario de un móvil”, comentaron los investigadores.
Factor de riesgo
A fines de octubre de 2010 se produjo un brote de cólera a unos 100 kilómetros al norte de Puerto Príncipe, en el departamento de Artibonito. Cinco meses después, la epidemia había cobrado la vida de más de 4 mil personas, muchos de los cuales se encontraban en condición de desplazados, luego del violento terremoto de comienzos de año.
Esta fue precisamente una de las líneas de investigación de los especialistas, quienes buscaron corroborar si el método de localización mediante tarjetas SIM podría utilizarse para realizar estimaciones inmediatas, a través del análisis de los movimientos producidos precisamente durante el estallido de cólera. “Se puede monitorizar el movimiento de personas en tiempo real durante un brote de una enfermedad infecciosa. Esto podría conducir a importantes mejoras en la distribución de asistencia y en la valoración de las necesidades”, acotaron.
La comprobación de la propuesta comenzó a gestarse tras el contacto de los investigadores con la operadora móvil de mayor cobertura de Haití, Digitel, a la cual le solicitaron información sobre la ubicación que sus usuarios -cerca de 2 millones- tenían un mes y medio antes del terremoto, para luego comparar los datos con otros proporcionados por la misma empresa, pero que daban cuenta de la posición de las mismas personas en los meses que siguieron a la catástrofe.
El análisis determinó que aproximadamente 200 mil tarjetas SIM que se encontraban durante el megasismo en Puerto Príncipe, dentro de los siguientes 19 días, ya no estaban en la golpeada ciudad. Los usuarios habían escapado de la caótica situación que vivía la capital en busca de refugios de urgencia. Según los expertos del Instituto Karolinska y la Universidad de Columbia, la cifra anterior suponía el desplazamiento de 630 mil personas, una estimación que se aproximaba mucho a estudios realizados por otros organismos recién varios meses después del terremoto.
Para los especialistas, el desplazamiento de personas después de un desastre como el generado en Haití puede desembocar en un aumento importante de víctimas fatales, constituyéndose en un factor de riesgo adicional a la crisis. Sin embargo, aseguran, en las zonas donde existe un alto uso de la tecnología móvil se puede determinar mejor y con mayor rapidez las características de este desplazamiento, lo que permite agilizar la asistencia médica y, por ende, disminuir las pérdidas humanas.
Sin embargo, el método propuesto tendría algunas importantes limitantes, que obligan a un análisis más profundo antes de difundir y aplicar el modelo. Por ejemplo, y volviendo a Concepción, en los días posteriores al terremoto las comunicaciones eran muy escasas y la información disponible era poco confiable. Las operadoras móviles colapsaron interrumpiendo la red de telecomunicaciones. Aunque no hubo desplazamientos, el proceso de monitorización inmediata de las tarjetas SIM habría resultado extremadamente complejo. Incluso, en casos más extremos, se podrían producir migraciones internacionales, lo que agrega una dificultad adicional, debido al cambio de las operadoras según los distintos países.
En conclusión, una propuesta ingeniosa que, aunque se encuentra en proceso de validación, podría constituirse en un corto o mediano plazo en un mecanismo eficiente de acción frente a situaciones extremas, que requieren una asistencia médica de emergencia.
