Sur al estilo cubano
La Habana – Santiago – Puerto Montt suena a un largo viaje, sin embargo, para la doctora Betty Rodríguez Conlledo fue el camino que debió realizar hasta asentarse hace ocho años en una ciudad que la cautivó en el otro extremo del continente americano y donde actualmente se desempeña en el área de urgencia del Hospital del Trabajador y en su consulta particular. Sólo iba de vacaciones y se quedó allí, rodeada de mar, montañas, lagos y la lluvia del sur de Chile. “Esta ciudad tiene un magnetismo especial” dice la pediatra, reafirmando el amor que tiene por la capital de la X Región.
Es en Puerto Montt donde ha construido una nueva vida, rodeada de “muy buenos amigos chilenos -según afirma- pues cubanos ya no quedan muchos por acá. Han emigrado al norte y a otros países por diferentes razones, el frío, el trabajo, y yo me he ido quedando como veterana”, cuenta riendo.
Madre de dos hijos, fruto de su matrimonio con un chileno que estudiaba medicina en la isla caribeña, la pediatra se confiesa orgullosa de ejercer la medicina y de que su hija siga la misma carrera en la Universidad Austral de Valdivia.
Nacida en Santiespiritu, una de las provincias centrales de Cuba, se trasladó a La Habana para realizar sus estudios, donde explica que la existencia no es nada fácil. “Allá también se da una prueba de ingreso a la universidad. Los estudios son gratis pero los pagas con tu vida –explica-. Acá todo el mundo piensa que el costo de estudiar en Cuba es cero, pero no toman en cuenta que una después depende de lo que le indiquen. Hay que estar dispuesta a realizar labores que no te gustan y a vivir en un lugar que no es de tu agrado. Además, para tener acceso a la educación superior es necesario cumplir con una serie de otros requisitos como, por ejemplo, ir a trabajar a los campos durante las vacaciones”.
Sin duda, los más duros fueron sus últimos años de estudio cuando comenzó a ejercer la profesión, pues con su esposo les tocó vivir en diferentes ciudades. Luego optó por acompañarlo, lo que le significó estar casi un año sin trabajar, tras lo cual se incorporó al sistema de salud como médico general mientras realizó su beca de pediatría.
Destino: Chile
Aunque conoció a su marido a mediados de los años ’70 y siempre estuvo en los planes de la pareja venir a vivir a Chile, la coyuntura histórica de ambos países impidió que eso se concretara durante un largo tiempo. “A él le fue muy difícil volver y a mi muy difícil salir”, explica la doctora Rodríguez. Sin embargo, tras el derrumbe del socialismo a principios de los ’90, Cuba comenzó a una profunda crisis que finalmente gatilló su salida de la isla.
Y no fueron los únicos. Prácticamente toda su familia ha emigrado de Cuba a distintos lugares del mundo, a excepción de su madre, quien se quedó para hacerse cargo, junto a su hermano y su cuñada, de dos tías solteras de 82 y 84 años, hermanas de su padre quien falleció en 1970. “El resto de mis familiares están regados por el mundo: Islas Canarias, Inglaterra y Costa Rica, pero nos comunicamos siempre a través de Internet”.
Ya han transcurrido ocho años desde que se asentó en nuestro país y, desde entonces, ha vuelto sólo en dos oportunidades a su tierra natal. “No me dan muchas ganas de ir, porque al dejar nuevamente la isla la nostalgia es demasiada”, aclara.
Explica que ese sentimiento se ve matizado por lo bien acogida que se siente en Chile. “Me gusta mucho la gente del sur y su hospitalidad. Gracias a ellos no he extrañado mucho mi país y con su amistad y cariño he sentido aquello que llaman el calor del sur”.
Aunque los colores del caribe están grabados en su alma, la belleza de la Región de Los Lagos le ha ayudado a superar la nostalgia. “Los volcanes, el lago Llanquihue, la nieve, la naturaleza y los bosques me encantan y si hay lluvia mejor aún. Todo es muy bello acá”, señala.
Esa afinidad con la gente y el paisaje han hecho que la profesional sienta esta zona del país como su hogar. “Estoy rodeada de muchos amigos y nunca me he sentido sola, porque tengo mucho amor para entregar y eso me satisface profundamente. Me gusta la libertad y tomar decisiones, aspectos complejos en Cuba, por eso disfruto lo que he construido en este país”.
A su llegada a Puerto Montt, la doctora Betty Rodríguez se unió a un grupo de pacientes de la Iglesia Evangélica La Cruz de Cristo, con quienes recorría las calles de la ciudad dando ayuda a niños y jóvenes en riesgo social, lo que le permitió conocer a mucha gente. Luego de revalidar el título de médico cirujano, la profesional se ha desempeñado como médico general de adultos, “aunque lo que a mí me gusta es la pediatría”, explica.
La validación la realizó mediante una parte teórica evaluada por la Universidad de Chile en 1997 y una práctica realizada en los hospitales San Juan de Dios, San Borja-Arriaran y El Salvador. “Me llevé una gran impresión con todo este proceso, tanto por el alto grado de exigencia de la institución y sus profesores. Eso me demostró que el nivel de la medicina en el Chile es muy alto”, afirma.
Con un gran sentido del humor, a la hora de las comparaciones sociales, la doctora Rodríguez dice que “los hombres chilenos son todos buenos mozos y se parecen a los cubanos en lo picados de la araña, por ser tan enamoradizos. A la mujer chilena yo le haría un monumento por lo estoica, porque las cubanas son más liberales y están acostumbradas a manejar sus vidas de manera más independiente. El hombre cubano comparte las labores del hogar con la mujer y con los hijos porque hace mucho tiempo que la mujer se incorporó a trabajar entonces el hombre pasó a ocupar otro rol. Sin embargo, acá en Chile veo que la mujer es muy dependiente del hombre, por lo menos acá en el sur”.
