Resiliencia, el normal ajuste frente a la adversidad
Cuando se pierde un ser querido, se padece un accidente o una enfermedad seria, se atraviesa por una situación de abuso, se sufre un ataque terrorista o desastre natural o se pierde aquello sobre lo cual se asienta la identidad y la memoria, las personas suelen sentir que se le ha arrebatado una parte de sí mismas. Por eso, nace la necesidad de reconstruir aquello que se ha perdido.
Pero, de qué manera se puede salir adelante después de situaciones difíciles que cambian la vida. Muchas personas reaccionan expresando sus emociones fuertemente y, al mismo tiempo, con angustia frente a la incertidumbre. Sin embargo, existen también aquellas que logran adaptarse a momentos críticos y a continuas condiciones de estrés. Son capaces de salir fortalecidos e incluso se reinventan a sí mismos para superar la crisis.
Esa cualidad admirable de recuperación, es decir, aquella que tiene que ver con la habilidad de levantarse después de caer derrotado y volver a emprender el logro de objetivos se llama resiliencia.
Este término viene del latín resilio que significa volver atrás, volver de un salto, resaltar, rebotar. Es comúnmente utilizado en física para referirse a la capacidad que tienen los materiales de volver a recuperar su forma inicial, después de haber recibido golpes que habitualmente podrían deformarlos como sucede, por ejemplo, con el mercurio de los termómetros, cuando se rompen. Con los años, se fue adaptado a las ciencias sociales para caracterizar aquellas personas que, a pesar de nacer y vivir en situaciones de alto riesgo, se desarrollan psicológicamente sanos y exitosos.
Ha sido definida también como la capacidad humana universal para hacer frente a las adversidades de la vida, superarlas o incluso ser transformado por ellas. La resiliencia es parte del proceso evolutivo y, por lo tanto, los especialistas sugieren que debe ser promovido desde la niñez. Precisamente es en este grupo donde se han desarrollado importantes investigaciones sobre el tema.
El concepto fue introducido en el ámbito psicológico hacia los años 70’ por el psiquiatra Michael Rutter, quien directamente inspirado en una propiedad de la física la resumió como “una suerte de flexibilidad social adaptativa”. Más tarde, se profundizó al transcender al conductismo con, por ejemplo, las investigaciones del psicoanalista y etólogo francés Boris Cyrulnik, considerado hoy como el padre de la resiliencia, quien amplió el concepto observando a los sobrevivientes de los campos de concentración, a los niños de los orfanatos rumanos y a los niños en situación de calle bolivianos.
La Psicología Positiva sostiene que los problemas serían algo así como desafíos a los cuales el individuo, gracias a la resiliencia que posee en su interior, logrará superar. Además, considera que existen cuestiones como el apoyo familiar, el contexto social y la educación, que resultan determinantes a la hora de favorecer o no el desarrollo de esta capacidad.
En relación al concepto, diversos autores destacan que la resiliencia supone un estado de sensibilidad de parte de las personas frente a estímulos dolorosos o adversos, que actuarían vulnerándola. A la vez, que una reacción activa de construcción positiva y de una forma socialmente aceptable. De allí, que los componentes básicos que constituyen el concepto de resiliencia son la vulnerabilidad, resistencia, construcción positiva y aceptación social.
El psiquiatra Cyrulnik, que visitará pronto nuestro país para hablar de este tema y de la contingencia a raíz del terremoto del 27 de febrero pasado, señala que “el factor fundamental para construir una actitud resiliente es el encuentro con personas significativas”, ya que ellas con su apoyo ayudarán a iniciar un proceso resiliente en el individuo, porque estos simples gestos permiten la reanudación del vínculo social lo que, a su vez, permiten reorganizar la imagen que el sufriente ha hecho de sí mismo.
La resiliencia no se trata de cualidades, sino más bien de un proceso de interacción, es decir, de una capacidad que se encuentra en permanente desarrollo, siempre relacionado con la afectividad, las emociones y el encuentro con otras personas.
Actualmente la resiliencia comunitaria, que envuelve a la autoestima colectiva, la identidad cultural, la honestidad, la solidaridad y el liderazgo comunitario, se vislumbra como el estandarte social que ayudará a nuestro país a superar los problemas y traumas que ha dejado la catástrofe natural.
Es necesario dejar claro que todo trauma implica un quiebre con un orden preestablecido, por lo que su superación necesita plantear cuál es el orden que se quiere crear. También se plantea como una oportunidad para que las personas puedan reorganizar sus estrategias de existencia. La resiliencia, ese activo valioso que posee un apersona, se transforma entonces en un verdadero mensaje de esperanza, por lo que su promoción es más que una necesidad, es una obligación.
