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10 Noviembre 2003

La Ruta de Attila Csendes

En el marco de su nombramiento como miembro honorario del American College of Surgeons, el cirujano relata el camino profesional que lo llevó a ser conocido como el “padre de la cirugía digestiva” en nuestro país.

Por Paloma Baytelman

En reconocimiento a una larga y exitosa trayectoria, el doctor Attila Csendes Juhasz ingresó al selecto grupo de los 100 miembros honorarios que posee el American College of Surgeons, entidad científico educacional fundada en 1913, con el objetivo de mejorar el cuidado de los pacientes que requieren tratamiento quirúrgico.

Esta sociedad americana de cirujanos nació durante un congreso desarrollado en la ciudad de Chicago, Estados Unidos, ocasión en la cual Sir Rickman Godlee (1849-1925), primer médico que extrajo un tumor cerebral, fue nombrado como miembro honorario número uno de la entidad. Desde entontes el organismo ha congregado a profesionales de diversos países, convirtiéndose en la agrupación de cirujanos más grande del mundo, con 65.000 integrantes.

El domingo 19 de octubre de 2003 en el Hotel Hilton de Chicago se celebró la 89° versión del Congreso Clínico del American College of Surgeons, cuyo momento más esperado fue la presentación de las distinciones que, cada año, entrega el organismo a profesionales que posean reconocimiento internacional en el campo de la cirugía, o bien, que se hayan destacado por prestar servicios humanitarios en el campo de las ciencias médicas.

Desde el nacimiento del American College of Sugeons, 383 connotados cirujanos de todo el mundo han recibido esta distinción, al ser nombrados miembros honorarios de la entidad, grupo que según los estatutos del organismo no debe exceder a 100 miembros vivos.

Este año, el reconocimiento fue entregado a cinco cirujanos: Dr. Marcus Killingback, de Australia; Dr. Henrik Kehelet, de Dinamarca; Dra. Catherine Hamlin, de Etiopía; Dr. Sydney Cywes, de Sudáfrica, y Dr. Attila Csendes de Chile.

El médico, quien es director del Departamento de Cirugía del Hospital Clínico de la Universidad de Chile y experto en cirugía digestiva, es el segundo latinoamericano en recibir este reconocimiento. El primero fue otro chileno, el doctor Juan Allamand (ya fallecido) quien ingresó a la entidad en 1971, por su destacada labor en el campo de la cirugía torácica.

En el marco de este nombramiento, el doctor Csendes relata el camino profesional que lo llevó a recibir ésta y otras importantes distinciones, y a ser conocido como el “padre de la cirugía digestiva” en nuestro país.

Clara vocación

Attila Csendes nació en Hungría en 1941 y ocho años más tarde se traslado junto a su familia a vivir a nuestro país. Luego de cursar el bachillerato, estudió medicina en la Universidad de Chile y, posteriormente, desarrolló su internado en el Hospital del Salvador.

Para entonces ya tenía claro cuál era su campo de interés: la cirugía abdominal. Por ese motivo, tras recibir su título el médico realizó una beca básico-clínica en el mismo centro asistencial, camino que le permitió conjugar la cirugía con la fisiopatología y orientar ese conocimiento hacia la investigación. “pienso que tenía claro lo que quería… desde siempre –recuerda-, pues la patología abdominal es muy frecuente en Chile y, por lo mismo, me pareció que era un área de estudio muy interesante”.

El profesional explica que esta formación mixta, que como se ha señalado también consideraba fisiopatología, le permitió explorar otros campos en los que se solía pensar que los cirujanos no tenían autoridad. “Era habitual que un cirujano supiera mucho de anatomía, pero poco de otras cosas. De hecho, en la época en que yo era alumno me llamaba la atención que algunos internistas trataban despectivamente a los cirujanos; los veían sólo como extirpadores de órganos, como técnicos. Nada más. Y, a su vez, los cirujanos prácticamente no se atrevían a discutir los diagnósticos, sino que simplemente obedecían las indicaciones”.

El doctor Csendes estaba en absoluto desacuerdo con esta situación. “Frente a eso yo me rebelaba, porque siempre he pensado que los cirujanos debemos tener conocimientos suficientes como para discutir casos a la par con otros especialistas. Tenemos que saber lo mismo y más. Por eso estudié fisiopatología”, explica.

Ese mismo convencimiento fue lo que en 1969 lo impulsó a asistir al Primer Curso de Cáncer Gástrico que se realizó en Japón, país pionero en el tema. El médico participó durante dos meses en esa actividad junto a otros 11 cirujanos. Él era el único especialista occidental, mientras que los otros participantes provenían de Filipinas, Corea y Tailandia.

El Doctor Csendes recuerda que -en relación a él- lo que más les llamó la atención a los expositores del encuentro, fue el interés que tenía por preguntar de todo. “Esa es una característica mía. Cuando voy a alguna parte, incluso en una reunión clínica, empiezo a hacer preguntas como alumno y no me da vergüenza. Porque lo normal, sobre todo acá en Chile, es que las personas no se atrevan a resolver sus dudas, pues temen hacer el ridículo. Yo en cambio a cada rato les preguntaba cosas y eso les encantaba a los japoneses. De hecho me eligieron como el más preguntón”, ríe.

Cuando el profesional regresó de ese viaje, fue el primero en hablar, explicar y trasmitir los últimos avances de la cirugía abdominal, al mismo tiempo que estaba poniendo en práctica las nuevas técnicas. Esto despertó el interés de muchos médicos, que encontraron las puertas abiertas para especializarse en Japón, gracias al destacado desempeño del doctor Csendes en el curso realizado en ese país. Con el paso de los años, todo ello significó que el médico comenzara a ser conocido como el “padre de la cirugía digestiva” en Chile.

En 1970 el médico ganó una beca NIH (Nacional Institute of Health), programa oficial del Gobierno de Estados Unidos que entrega fondos para estudios e investigaciones relacionados con el ámbito de la salud, hecho que le permitió ingresar como alumno al centro del doctor Morton Grossman, en Los Ángeles, uno de los establecimientos más prestigiosos del mundo en el campo de las enfermedades digestivas. “Grossman era el Dios de la gastroenterología: él tenía un laboratorio espectacular, con todo lo que se requiere para hacer investigación de primer nivel”, explica.

En ese lugar el doctor Csendes desarrolló actividades que lo motivaban profundamente. “Realicé investigación básica operando perros, estudiando hormonas digestivas, aprendiendo muchísimas cosas. Fue una experiencia espectacular y cuando volví me encontré con que tanto los internistas, como los gastroenterólogos me respetaban mucho, sobre todo porque ya había comenzado a publicar varios trabajos”.

El doctor Csendes explica que paulatinamente se fue produciendo un cambio, que permitió que la cirugía comenzara a ser vista con una mirada más integral, considerando la discusión y el cruce interdisciplinario como una forma de enriquecer el tratamiento y seguimiento posterior de los pacientes.

Honores y logros

Luego de sus experiencias en Japón y Estados Unidos, acompañado por su señora y sus tres hijos, en 1977 el doctor Atilla Csendes partió rumbo a Dinamarca, país en que realizó otra importante estadía de perfeccionamiento, esta vez relacionada con la cirugía de úlcera duodenal: específicamente la vagotomía superselectiva. En esa nación, donde permaneció durante un año gracias al reconocimiento obtenido por su experiencia, el médico tuvo la oportunidad de perfeccionarse en dicha técnica. Asimismo, el bagaje en la materia le sirvió para montar un laboratorio de manometría esofágica, y publicar en destacadas revistas científicas en conjunto con especialistas locales.

Tras su regreso a nuestro país, en 1982 el especialista fue nombrado Profesor Titular de Cirugía de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, convirtiéndose en una de las personas más jóvenes en ocupar dicho cargo. Desde el ‘83 al ‘86 fue director del Departamento de Cirugía del Hospital Clínico de la misma casa de estudios, cargo que volvió a ocupar en 1995, hasta la fecha.

Actualmente es miembro de 18 sociedades quirúrgicas internacionales, cuenta con 380 trabajos de investigación publicados en revistas científicas americanas y europeas, ha recibido 18 premios de la Sociedad de Cirujanos de Chile y es el único chileno que posee el título de Caballero de la Orden de Hungría, distinción que recibió en 2001.

Un año antes, el doctor Attila Csendes fue elegido como miembro honorario de la American Surgical Association, de EE.UU., siendo el primer chileno en ingresar a esa agrupación fundada en 1870, que distingue a los jefes de departamento de instituciones de salud que se han destacado en su trayectoria. Asimismo, a principios de 2003 el profesional fue “invitado de honor” en el Massachusetts General Hospital y en el Johns Hopkins Hospital, dos centros asistenciales que son considerados como ejes de la actividad científico médica en el mundo. “Fue muy emocionante para mí dictar estas charlas frente a cientos de expertos en dos de las más importantes catedrales de la cirugía”, señala.

En todos estos años, el doctor Csendes señala cómo ha visto la evolución en cuanto a pronóstico de las enfermedades digestivas en nuestro país, tema que es aún más relevante en el caso del cáncer gástrico. “Luego de recibir el título de médico en 1966, desarrollé mi primer trabajo sobre el tema y me encontré con resultados horrorosos, porque moría uno de cada tres enfermos. Actualmente, en cambio, la mortalidad es de uno de cada cien”, explica.

Para el profesional son notables los avances que en las últimas décadas ha tenido el área de las medicina digestiva. “Para empezar, ha habido un gran cambio en las imágenes de apoyo diagnóstico con la llegada de las ecografías, los escáners y la resonancia magnética. "La realidad actual contrasta con lo que existía cuando comencé a ejercer profesionalmente, época en la que sólo contábamos con radiografías de tórax, de esófago y colecistografía. En general los apoyos diagnósticos han mejorado de forma increíble, así como también los procedimientos con los cuáles se aborda al paciente en las etapas pre y post operatoria. En la década de los ’90 vino la revolución de la cirugía laparoscópica, lo que significó un gran avance en el área quirúrgico abdominal, ampliando enormemente el campo de acción. Todo ello, ha aumentado en forma considerable la esperanza de vida de las personas que sufren este tipo de patologías”.

El doctor Csendes indica que también ha cambiado la epidemiología de las enfermedades. “Antes, por ejemplo, realizábamos muchas cirugías de úlcera, lo que prácticamente ya no se hace, desde que a principio de los ’90 Laboratorio SAVAL fue el primero en traer a Chile el Omeprazol (Lomex). Estas transformaciones han dado paso al aumento de otras patologías como la obesidad mórbida”.

Para el médico, ser parte de este cambio y buscar soluciones para las nuevas problemáticas es un desafío muy interesante, tanto desde el punto de vista personal como por la necesidad de preparar a los médicos jóvenes para el futuro. “Esa ha sido mi labor: formar nuevas generaciones, y estoy tranquilo al respecto porque sé que tendré muy buenos sucesores”, señala.

Disciplina ante todo

Según el propio especialista, los logros que ha obtenido durante su carrera son fruto de la determinación y claridad de metas, pero por sobre todas las cosas, de la constancia y dedicación al trabajo. “Siempre he sido muy activo y me gusta la rapidez, resolver las cosas y no dejarlas para mañana. Eso es una característica que a mi juicio debe tener todo cirujano. Hay que ser disciplinado, activo y práctico para resolver eficaz y eficientemente las complejas situaciones con las que uno se enfrenta a diario”.

La misma disciplina que se autoimpone, busca trasmitirla a sus alumnos de postgrado de la Universidad de Chile. “Los cito antes de las siete de la mañana para las operaciones y visitas a los pacientes. Esa es la forma en que van desarrollando un quehacer con disciplina, porque el cirujano no puede ser indisciplinado, debe ser una persona con mucho respeto por la jerarquía. Eso aquí se cumple y, por eso, nuestro departamento funciona muy bien. Todo se conversa, pero hay que trabajar rápido y ser obediente”.

Además de la eficiencia, otro rasgo que el doctor Attila Csendes espera encontrar en sus alumnos es la inquietud científica. “Me gusta cuando sienten la necesidad de investigar, cuando no dan todo por hecho, porque hay algunos que no cuestionan lo que uno dice, simplemente porque es el profesor. Es importante hacerse preguntas, por eso estimulo a todos los jóvenes para que investiguen, hagan trabajos y revisen bibliografía. Es la única manera de crear y mantener un real ambiente universitario”, asegura.

El médico explica que es fundamental que los alumnos tengan un permanente interés por el estudio y el perfeccionamiento, así como también que desarrollen una muy buena relación médico-paciente. “Deben preocuparse por conocer los resultados y la evolución de los procedimientos que aplican. No quedarse sólo en el acto quirúrgico, sino realizar un seguimiento de los enfermos”.

Una característica importante en la trayectoria del especialista, ha sido la constante e ininterrumpida publicación de sus trabajos. “Probablemente hay especialistas que son mejores que yo, pero no son tan conocidos porque no publican sus experiencias. Uno trasciende en lo que publica, en lo que escribe, en lo que queda”.

El doctor Csendes está satisfecho con su trayectoria pues siente que gracias a un arduo trabajo de años, logró muchos de los objetivos que se ha propuesto en la vida. "Recuerdo cuando era becado, miraba a los profesores y me producía una profunda admiración el hecho de que publicaran sus trabajos, fueran a los congresos y realizaran actividades académicas tan interesantes. Pensaba, ¿Cuándo podré yo hacer esas cosas? Ahora me pasa a mí: soy invitado a importantes reuniones en distintas partes del mundo, veo mis investigaciones publicadas en prestigiosas revistas y hasta me otorgan distinciones que pocos latinoamericanos han recibido. Sólo puedo decir que no tengo otras ambiciones, porque poseo una familia espectacular, mis hijos son fantásticos y, además, he podido destacarme profesionalmente”.

El médico recibió con tranquilidad la distinción que lo sitúa como uno de los 100 cirujanos más importantes del mundo; cómo él mismo dice, sin perder de vista los elementos que han marcado la ruta que lo llevó a convertirse en miembro honorario del American College of Surgeons: vocación, inquietud científica, actividad docente, disciplina y, lo más importante, trabajo duro.

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