Reciente investigación:
Otra razón para combatir la desnutrición infantil
La desnutrición, en todos sus niveles, es un mal que afecta principalmente a los más pequeños. En África existen millones de niños con peso inferior a lo normal. De hecho, la desnutrición infantil y la mala alimentación de poblados enteros es uno de los problemas más graves del continente. Según datos del Fondo para la Infancia de la ONU (UNICEF), 5,6 millones de niños mueren de hambre anualmente, por lo que la condición ya tiene el nombre de “catástrofe”.
Una de las causas que ha llevado a esta crítica situación en África es el crecimiento de la población, la baja de la producción agrícola, las guerras internas y sobretodo el avance del VIH-SIDA. Pero si bien este continente es el más afectado, no es el único. Cifras revelan que 27% de los niños menores de cinco años en países en desarrollo no tienen suficiente comida, lo que se traduce a unos 146 millones de menores que padecen desnutrición moderada o severa en todo el mundo.
Los índices en nuestra región son más alentadores, ya que sólo un 7% de los niños están debajo de su peso normal. Con esto, América Latina y la región del este de Asia y Pacífico son las únicas dos regiones del mundo que están encaminadas a cumplir el objetivo de las llamadas "Metas del Milenio", la cual consiste en reducir la tasa de desnutrición mundial al 16% en 2015.
Es de esperar que logren la meta, porque además de los males de salud asociados generalmente a la desnutrición, ahora una investigación descubrió que podría sumarse el riesgo de discapacidad. El trabajo, publicado recientemente en la revista científica “The Lancet”, advierte que podría existir una relación significativa entre las deficiencias nutricionales y las posibilidades de que un pequeño sufra algún problema de competencia física o intelectual.
El procedimiento para llegar a esta conclusión consistió en un análisis de aproximadamente 200.000 niños de edades entre 2 y 9 años procedentes de 18 países con dificultades económicas. A través de un cuestionario recomendado por UNICEF, los investigadores midieron la situación de los pequeños como su visión, audición, comprensión, además de otras variables como si los pequeños habían sido amamantados, cuál era su peso o qué tipo de actividades relacionadas con el aprendizaje realizaban.
Alarmantes resultados
Los autores de este trabajo, encabezado por Carissa Gottlieb de la Universidad de Wisconsin (Estados Unidos), demostraron que un 23% de los niños más pequeños (entre 2 y 4 años) presentaba algún tipo de discapacidad. La investigación también puso de manifiesto que algunos factores parecían influir claramente en las posibilidades de estos problemas. Así, aquellos que no habían sido amamantados tenían mayor riesgo de discapacidad. Este riesgo también era mayor en los pequeños que no habían tomado suplementos de vitamina A y entre quienes presentaban un peso menor. El acceso a la educación también fue clave, ya que los niños que accedían a tareas de aprendizaje frecuentemente presentaban un menor riesgo de problemas.
Si bien las características de esta investigación no permiten establecer una relación causal entre los factores identificados y el riesgo de discapacidad, los autores destacan que sus hallazgos son una manera de advertir y alertar sobre un problema importante, por lo que reclaman nuevas investigaciones al respecto. "Nuestros resultados advierten del gran número de niños con alto riesgo de discapacidad en países pobres y en vías de desarrollo. Además, señala la necesidad de recursos y políticas que mejoren el acceso a diagnósticos y tratamientos", concluyen en el texto.
