Aterosclerosis: mal común con XXI siglos de historia
La aterosclerosis es la primera causa de muerte, morbilidad en ingresados hospitalarios, invalidez e incapacidad y de pérdida de la calidad de vida, en todos aquellos países donde las infecciones no ocupan este lugar preponderante.
De carácter silencioso y progresivo, esta enfermedad crónica, generalizada y progresiva afecta sobre todo a las arterias de mediano tamaño, manifestándose clínicamente como cardiopatía isquémica, enfermedad cerebrovascular o enfermedad arterial periférica.
Actualmente, se ha transformado en una dolencia omnipresente dentro de la población mundial, cuyo origen multifactorial presenta una gran dependencia genética, susceptible de agravarse por factores de riesgo relacionados con el estilo de vida y el ambiente.
Sin embargo, para sorpresa de muchos, esta patología es casi tan antigua como Matusalén, el hombre más viejo mencionado en el Antiguo Testamento. Así lo grafica un estudio publicado en la última edición de la Journal of the American Association (JAMA.2009; 302: 2091-2094) que señala que la ateroesclerosis no es patrimonio de los tiempos modernos y podría tener, al menos, 3.500 años de antigüedad, los mismos que las momias analizadas para la investigación.
Para llegar a estas conclusiones un grupo de cardiólogos y expertos en preservación y egiptología egipcios y estadounidenses, encabezados por el doctor Randall Thompson, profesor de medicina del Mid America Heart Institute de Kansas, seleccionó a 22 momias-pacientes del Museo de Antigüedades de El Cairo para averiguar si esta afección pudo haber sido un trastorno común entre los antiguos egipcios.
Los cuerpos mejor conservados, que habían vivido en el Antiguo Egipto entre el año 1981 a.C. y el 334 d.C., fueron sometidos a una tomografía computarizada, luego de la cual las imágenes de las arterias coronarias fueron interpretadas por cinco expertos.
Los resultados fueron reveladores: la identificación de calcificaciones en las paredes de una arteria "claramente identificable" se consideró como un diagnóstico de aterosclerosis, y las calcificaciones en el lugar "donde se podría esperar que hubiera una arteria" se definieron como "posible aterosclerosis", destaca el trabajo.
Además, un equipo de egiptólogos realizó un estudio biológico, antropológico y demográfico para determinar la edad, el sexo y la clase social de las momias. Tras analizar la edad de las momias cuando fallecieron, se observó que la calcificación de las arterias era mucho más frecuente en aquellas momias que lo habían hecho con más de 45 años (87%) que en las más jóvenes (25%).
Aunque, en la actualidad, la enfermedad cardiovascular es más prevalente en mujeres que en hombres, en las momias egipcias el porcentaje de afectados por aterosclerosis era similar.
Para el doctor Gregory Thomas, codirector del estudio y profesor de cardiología de la Universidad California “aunque la aterosclerosis está omnipresente en los humanos actuales, a pesar de las diferencias en los estilos de vida actuales y antiguos, descubrimos que era bastante común en los antiguos egipcios de alto nivel socioeconómico que vivían hace unos tres milenios, por lo que este hallazgo sugiere que –quizás- deberíamos mirar más allá de los factores de riesgo actuales para entender completamente la enfermedad”.
Los símbolos y claves del misterio se pueden observar, incluso, dentro de la pintura y escultura del Antiguo Egipto que está llena de simbolismos. Los pigmentos naturales extraídos de tierras de diferentes colores, que mezclaban con clara de huevo y disolvían con agua para poder aplicarlo sobre los muros, revestidos con una capa de tendido seco de yeso reseñan la vida diaria, los ritos funerarios, las leyendas mitológicas, las guerras e incluso las enfermedades.
La enfermedad aterosclerótica se sospecha desde la época de la sexta dinastía egipcia, hace unos 4.500 años, cuando apareció esculpida en la tumba del faraón Sessi At Sakara la imagen de una muerte súbita. En esta misma escultura –y para diferenciarla de la muerte real- se representó otra imagen de un desmayo que pronto se recupera. Según los egiptólogos las posiciones de las manos en la cabeza de las personas indican la diferencia entre la muerte y el desmayo.
Si bien las momias analizadas no compartían factores de riesgo actuales, como el tabaco o la comida procesada que son propios de la vida moderna, este estudio demostraría que las lesiones ateroscleróticas no han sufrido evolución alguna en sus características patomorfológicas durante todos estos años y que el factor genético podría ser el gran causante de la enfermedad cardiovascular.
La única diferencia entre ayer y hoy es que los signos y síntomas; sus factores de riesgo y sus consecuencias orgánicas se presentan en personas cada vez más jóvenes y que ya no discrimina ni sexo, raza o clase social.
Teniendo en cuenta todos estos aspectos, es necesario insistir en la prevención desde la infancia para evitar o retrasar el desarrollo de esta enfermedad crónica con XXI siglos de historia.
