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20 Abril 2009

Los Habsburgo: una dinastía marcada por la genética

Nueve de los 11 matrimonios a lo largo de los 200 años que precedieron al nacimiento del último rey de esta dinastía fueron consanguíneos, hecho que provocó una serie de alteraciones genéticas en los miembros de esta casa monárquica.

La dinastía Habsburgo fue una de las familias reales más importantes e influyentes en Europa. Durante más de 500 años tuvieron bajo su mandato a numerosas naciones europeas como Austria, Hungría, Bélgica, los Países Bajos, el imperio alemán y España hasta el año 1700.

Durante ese periodo se produjo la espectacular expansión de un imperio en cuyos territorios “no se ponía el sol”. Las incesantes guerras y la crisis económica castellana fueron los principales síntomas de la decadencia de la rama española de la casa de Habsburgo, que desapareció en el siglo XVIII.

A estos datos se suma un nuevo antecedente que viene a reafirmar lo que la literatura histórica venía especulando hace siglos: el afán de los Austria de formar alianzas matrimoniales consanguíneas para mantener la herencia de la dinastía intacta, contribuyó a la extinción de la línea masculina sucesoria.

La muerte sin hijos del último gobernante Carlos II, con problemas mentales e incapaz de gobernar, abrió un periodo de incertidumbre que tras la Guerra de Sucesión en España dejó el poder en manos de los Borbones –actual casa reinante en España y en el Gran Ducado de Luxemburgo- y evidenció que la endogamia fue responsable de la desaparición de la línea masculina sucesoria y la extinción de esta dinastía.

El estudio The Role of Inbreeding in the Extinction of a European Royal Dinasty publicado por investigadores españoles en la Public Library of Science (PLoS ONE 4(4): e5174. doi:10.1371/journal.pone.0005174) confirmó esta creencia calculando el grado de endogamia de la rama española de los Habsburgo.

Según textos de la época, Carlos II empezó a hablar a los cuatro años, a caminar a los ocho y durante los últimos años de su vida, apenas lograba mantenerse de pie y era víctima de alucinaciones y convulsiones. Para los investigadores, el rey sufrió dos problemas genéticos simultáneos: una deficiencia de las hormonas pituitarias y acidosis tubular renal, que podrían explicar su perfil clínico complejo, incluida su impotencia que condujo a la extinción de la dinastía.

Con la ayuda de la información genealógica de Carlos II, el Hechizado –vástago de un matrimonio casi tan entrecruzado genéticamente como una relación incestuosa entre hermano y hermana o padres e hijos- y de 3.000 ancestros a lo largo de 16 generaciones, los investigadores calcularon el coeficiente de consanguinidad (F), un valor que indica la probabilidad de que un individuo reciba dos genes idénticos por descendencia debido a la cercanía de parentesco de sus padres.


Las conclusiones fueron claras: el coeficiente de endogamia aumentó considerablemente a lo largo de las generaciones, desde un 0,025 que le correspondería a Felipe I (el fundador de la dinastía) al 0,254 de Carlos II. Además, varios miembros de la línea monárquica tienen coeficientes mayores de 0,20, lo que significa que se espera que más del 20 por ciento del genoma sea homocigótico en estos individuos.

“Los Habsburgo sufrían de una mortalidad infantil más alta que la media de la población, aunque la familia era inmensamente rica y no experimentaba los problemas de salud relacionados con la pobreza como le sucedía a mucha gente en esos tiempos”, comentó el doctor Gonzalo Álvarez, director de la investigación, que además de ser genetista es aficionado a la historia

También sufría una de las más altas incidencias de deformidades físicas, que estaban mejor ejemplificadas en el famoso “labio Habsburgo”, una prominente desfiguración de la mandíbula inferior causada por un progmatismo mandibular. Se dice que la lengua era tan grande para su boca que tenía dificultad para hablar y se babeaba. También tenía una cabeza enorme, problemas intestinales, convulsiones y, según su primera mujer, eyaculación precoz.

Pero hay otro factor que también influyó en la extinción de los Habsburgo: la consanguinidad remota. "Esto es el hecho de que antepasados bastante lejanos también están contribuyendo a la consanguinidad de los individuos. En aquella época todas las dinastías europeas estaban conectadas unas con otras, así que también contribuyó esa consanguinidad arrastrada", señaló el profesor Álvarez. "Estos dos factores sumados contribuyeron a que individuos como Carlos II tuvieran una consanguinidad altísima, que en términos biológicos equivale a la que tendría un niño nacido de un matrimonio entre hermanos o entre padre e hija", explicó el experto.

Carlos II, enfermizo y débil de carácter, no supo afrontar los graves problemas que surgieron durante su reinado, de ahí que la suya fuera una etapa marcadas por la decadencia. Su esterilidad, que se achacó a un maleficio –de ahí su apodo de “el Hechizado”- fue el principal problema de los últimos años de su reinado. Sin embargo, los peligros de salud en tan alto nivel de consanguinidad, como ya hemos visto, fueron los que terminaron con su vida y con toda una dinastía.

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