Los efectos positivos de la nostalgia
Hace aproximadamente tres mil años, Homero escribió el poema épico la Odisea y con él creó una de las mejores y apasionantes descripciones de lo que la palabra nostalgia significa.
El poema gira alrededor de las aventuras de Odiseo quien, después de su aparición victoriosa de la guerra de Troya, emprende una búsqueda para volver a su patria, la isla de Ítaca, para reunirse con su fiel y amada esposa Penélope.
Para ello debe enfrentarse a trabajos y sufrimientos a que, por voluntad de los dioses, duraron cerca de 10 años, siete de los cuales los pasó en los brazos de Calipso, ninfa seductora del mar que se enamoró perdidamente del héroe e intentó retenerlo en su isla por largo tiempo.
El amor posesivo de Calipso por Odiseo la llevó a hacerle una oferta irrechazable. Si te quedas conmigo gozarás de la inmortalidad y de una juventud eterna, le dijo. Pero la respuesta del héroe no fue la esperada por la ninfa. ¡No te enojes venerada deidad! Conozco muy bien que la prudente Penélope te es inferior en belleza y en estatura; siendo ella mortal y tú inmortal y exenta de vejez. No obstante, deseo y anhelo continuamente irme a casa y ver lucir el día de mi vuelta.
De la imagen abatida en la costa, mirando fijamente el mar y pensando en su regreso, nació el término nostalgia, aquel sentimiento que envuelve un anhelo del pasado que, a menudo, es idealizado y poco realista.
Viene de las palabras griegas νόστος (regreso) y ἄλγος (dolor) y se piensa que era el sufrimiento de pensar en algo que se ha tenido y que se perdió. A menudo, se la asociaba con una memoria cariñosa de niñez, una persona, un cierto juego, un objeto personal estimado, un olor o simplemente una canción.
El término fue acuñado por la medicina en 1668, cuando el estudiante de medicina Johannes Hofer publicó Dissertatio medica de nostalgia oder Heimwehe, donde lo definió como el dolor que siente una persona enferma por no poder regresar a su tierra nativa, el miedo a no volver a verla nunca más.
A su juicio, esta enfermedad la contraían los soldados suizos que ejercían como mercenarios de soberanos extranjeros lejos de su país. Los aquejados por el mal tenían apariencia triste y melancólica, mirada aturdida, indiferencia, silencio obstinado, rechazo de toda comida y bebida, demacración, marasmo y muerte.
Las razones del mal, según la medicina tradicional, eran los efectos de la presión atmosférica sobre el organismo, puesto que los montañeses suizos acostumbrados a respirar un aire ligero y sutil, sufrían por la presión del aire en el llano sin poder aclimatarse; tenían mala circulación de la sangre, el sistema nervioso afectado, perdían el apetito y el sueño y contraían fiebres que ponían en riesgo sus vidas. El único remedio a este mal era el retorno al hogar o la promesa de una vuelta inmediata.
Desde entonces, se han realizado una serie de estudios al respecto, que buscan encontrarle un sentido a esta emoción. Por eso cabe preguntarse, ¿para qué sirve la nostalgia?. Bueno, cuatro estudios de las universidades de Southampton (Inglaterra) y Sun Yat-Sen (China) han destacado que sería de gran ayuda para combatir la soledad y que, según las últimas conclusiones, tendría importantes implicaciones prácticas en psicología clínica.
“Nuestras conclusiones muestran que la nostalgia es un recurso psicológico que protege la salud mental”, apuntó Tim Wildschut, psicólogo de la Universidad de Southampton. La propensión por el pasado, dijo, “refuerza los sentimientos de conexión social, mejorando parcialmente las repercusiones dañinas de la soledad”. Así vista, la nostalgia podría convertirse en una herramienta en la terapia cognitiva, entrenando a los individuos para que se beneficien de su función reconstituyente.
El trabajo, publicado en la edición de octubre de la revista Current Directions in Psychological Science, destacó que aunque históricamente la nostalgia ha sido tratada como un problema, lo cierto es que es una estrategia fundamental para el ser humano, que se puede utilizar para contrarrestar el sentimiento de soledad y para escapar de los problemas cotidianos.
Para llegar a esta conclusión, el experto y su equipo hicieron diferentes pruebas que inducían a la nostalgia –como escribir o leer textos, evocar recuerdos de la infancia, entre otros- a distintos grupos de estudiantes británicos, chinos y norteamericanos.
"Aquellos que evocaban un recuerdo nostálgico se sentían mucho más felices que quienes habían recordado algo ordinario", dice el autor. Además, otro dato sorprendente es que el 80 por ciento de los jóvenes participantes reconoció experimentar nostalgia "al menos una vez a la semana", lo que indica que no es algo propio de los mayores.
También se distinguieron tres perspectivas que tienen que ver con la firma afectiva que involucra la nostalgia, que pueden acentuar sentimientos positivos, negativos o agridulces, dependiendo del sentimiento rememorado.
Las personalidades nostálgicas son –en realidad las más fuertes-, porque son capaces de ensamblar los fragmentos de su pasado y hacer de la vida un camino compacto. La nostalgia tiene un efecto positivo sobre la salud mental al hacer de puente entre lo que fuimos y lo que somos.
"Gracias a la nostalgia, que impulsa la inspiración y el optimismo, uno vuelve a sentirse querido y la soledad desaparece", explicó el investigador de Southsampton.
Por lo que si en esta navidad se siente un poco nostálgico, escarbe en ese viejo baúl de recuerdos y lea nuevamente aquellas viejas tarjetas que actualmente han sido reemplazadas por graciosas postales virtuales. Verá como el mal humor y la sensación de soledad se trasformarán en inspiración y fuente de optimismo para empezar un nuevo año, pues como ya se ha dicho la añoranza es un sentimiento universal que, lejos de perjudicar, tiene efectos psicológicos y sociales positivos que vale la pena utilizar.
