Medicina narrativa: un placebo terapéutico para el alma
A través de los años, la medicina ha progresado notablemente en las capacidades para diagnosticar y tratar la enfermedad desde un plano biológico, pero una medicina competente –en términos científicos- no puede ayudar a un paciente a luchar contra la pérdida de la salud y a encontrar un sentido en la enfermedad y la muerte.
Junto con su creciente competencia científica, los médicos necesitan contar con la capacidad de escuchar a sus pacientes, comprender lo mejor posible los padecimientos, honrar los significados de las historias que cuentan y conmoverse con lo que ven para poder actuar en beneficio de ellos.
La doctora Rita Charon, pionera y autoridad máxima en el campo de literatura y medicina, viene estudiando este tema hace más de 20 años. Ella acuñó el término medicina narrativa que se refiere a la medicina practicada con diversas habilidades narrativas que permiten reconocer, asimilar e interpretar las historias de enfermedad y ser conmovido por ellas.
Esta forma de ejercer la profesión ofrece un modelo para mejorar la comunicación entre pacientes y médicos, calidad de cuidado, y resultados de salud. Pero esto no es todo, ya que un nuevo trabajo presentado en la Journal of Pain and Symptom Management (J. Pain Symptom Manage. 2008 Jun; 35:623e631) ha demostrado que el acto de escribir podría ayudar a muchos pacientes a entender mejor sus propios sentimientos y necesidades e incluso aliviar su dolor físico.
Se basa sobre la conciencia que deben tener los médicos sobre las narraciones que los mismos pacientes hacen de sus sufrimientos, esperanzas, y de cómo la enfermedad los ha afectado. Esto ofrece un modelo para mejorar los resultados de salud.
El estudio concluyó que los pacientes que se acercaron a la narrativa, sobre todo aquellos que padecían cáncer, disminuyeron la intensidad de dolor de su tratamiento y mejoraron su sentido de bienestar psicológico.
El trabajo, dirigido por la doctora Soledad Cepeda, del Centro Médico Tufos de Boston, contó con la participación de 234 pacientes con cáncer, que fueron divididos en tres grupos. Una parte de ellos recibió los cuidados habituales, otro tercio tuvo que rellenar un cuestionario estándar sobre el tipo y el nivel de dolor que sufría, y los últimos fueron invitados a participar en un programa sobre escritura narrativa.
El primer grupo, escribió cómo el cáncer afectó sus vidas durante al menos 20 minutos una vez a la semana durante tres semanas; el segundo contestó el Cuestionario de Dolor de McGill, que ayuda en el diagnóstico diferencial de síndromes dolorosos, especialmente entre patología funcional y orgánica; mientras que el tercero realizó una descripción semanal del tratamiento médico recomendado.
Las conclusiones fueron muy novedosas: la liberación de sentimientos –que se produce a través de la escritura- es lo que alivia el dolor de estos pacientes; aunque no descartan que no sea así en el caso de las personas gravemente enfermas, que podrían tener problemas para abordar abiertamente sus emociones. Lo que vale la pena destacar es que esta terapia ayudaría a los pacientes a tomar, por un momento, el control de su enfermedad.
La enfermedad y la curación son, en parte, actos narrativos. En las variadas formas en que la medicina narrativa puede expresarse, ésta le confiere a la práctica médica una suerte de comprensión que sería imposible obtener de otra forma.
La tecnificación de la medicina, muchas veces, subestima la importancia terapéutica de conocer a los pacientes en el contexto de sus vidas y de ser testigos de sus sufrimientos.
El doctor Bernard Lown, profesor emérito de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard, ha señalado que “si bien las palabras de un médico pueden dañar, ellas tienen un potencial curativo mucho mayor. El proceso de sanación demanda mucho más que ciencia, requiere también movilizar las expectativas positivas del paciente y estimular la fe en las indicaciones de los médicos. Conozco pocos remedios más poderosos que la elección cuidadosa de una palabra”.
En la era de la medicina basada en la evidencia la experiencia toma cada vez mayor valor, lejos de ser cosas que se contraponen, la experiencia y la evidencia se deben potenciar y guiar una a la otra en pos de una mejor solución para los problemas de los pacientes.
Se necesitan más trabajos para ratificar estas conclusiones y confirmar si animar a estas personas a revelar sus sensaciones por escrito puede tener otro tipo de efectos beneficiosos en su bienestar. Pero por el momento, vale la pena intentarlo.
