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01 Septiembre 2008

De la patología a la genialidad

El 27 de octubre de 1782 nació en Génova una de las figuras más emblemáticas de la música clásica: Niccolo Paganini, cuya singular personalidad y talento musical lo transformaron en una verdadera leyenda.

Paganini hizo su primera aparición pública a los nueve años y realizó una gira por varias ciudades de Lombardía a los 13. A pesar de ello, sólo hasta 1813 se le consideró un virtuoso del violín. Sus giras por Italia lo hicieron bastante conocido, sobre todo por su particular forma de interpretar. Su técnica asombraba tanto al público, que se llegó a pensar que existía alguna influencia diabólica sobre él.

Debido a su técnica y expresividad para tocar el violín, a su carisma y a lo novedoso de sus obras, fue uno de los personajes públicos más famosos entre 1828 y 1840. Quienes lo escucharon tocar quedaron gratamente impresionados, porque podía interpretar obras de gran dificultad únicamente con una de las cuatro cuerdas de violín.

De acuerdo con sus biógrafos era capaz de ejecutar ciertos pasajes, saltos y dobles contactos como ningún otro violinista lo había hecho con anterioridad. Era capaz de ejecutar las composiciones más difíciles en una sola cuerda y sus variaciones en la cuerda de sol despertaban una admiración universal, porque en verdad, nadie había oído antes algo semejante.

A lo largo de la historia de la música, compositores de la talla de Franz Liszt, Robert Schumann, Johannes Brahms y Sergei Rachmaninov escribieron piezas basadas en temas del violinista italiano.

Desde muy pequeño el compositor no contó con una buena salud, tenía una condición enfermiza que se extendió hasta la edad adulta y lo acompañó hasta su muerte. En los años de 1822 y 1823, cayó gravemente enfermo. Sin una causa aparente, fue tan mala su condición, que tuvo que suspender su actividad como concertista por largo tiempo.

Francesco Bennati, médico personal de Paganini realizó una minuciosa descripción de la figura y las características somáticas del violinista. "Paganini era pálido, delgado y de mediana estatura, aún cuando sólo cuenta con 47 años de edad, su delgadez y la falta de dientes le ha ocasionado el hundimiento de la boca y hace que la barbilla, le sea más prominente, todo lo cual, le confiere el aspecto de representar mayor edad que la que tiene. A primera vista, su cabeza es voluminosa y está sostenida por un cuello largo y delgado, por lo cual ofrece una acentuada desproporción con sus delicadas extremidades", escribió.

A su juicio la manera como sujetaba y colocaba el violín o la posición en la cual a veces ponía su brazo, eran características no observadas anteriormente en ningún otro artista. Para producir ciertos efectos, era capaz de cruzar sus codos y colocarlos casi uno sobre el otro, delante de su pecho, lo cual hace pensar o conjeturar que el artista tenía cierto grado de cifoescoliosis. Además, existía en él una disposición natural que facilitaba su ejecución: su hombro izquierdo se encontraba en una posición de una pulgada más alta que el otro.

Sus alteraciones somáticas y esqueléticas; la hipermovilidad y la flojedad de las articulaciones; y la enfermedad periodóntica que sufrió, con pérdida temprana de la dentadura, pudiera ser otra manifestación ligada al mismo padecimiento.

En estos rasgos somáticos donde predomina la condición de la hipermovilidad de las articulaciones, se ha llegado a plantear la hipótesis de que Paganini padecía de un trastorno hereditario del tejido conectivo, habiéndose postulado dos posibilidades: de que se tratase de un síndrome de Ehlers-Danlos o bien de un síndrome de Marfan.

Ambas enfermedades producen anomalías múltiples en diversos sistemas del organismo y están relacionadas con mutaciones en los genes correspondientes a los componentes del tejido conectivo o de sus enzimas y que en su mayoría se heredan según un patrón mendeliano simple.

El rango e independencia de los movimientos de los dedos de su mano eran tales que existía la idea popular de que se había sometido a una intervención quirúrgica para cortar las uniones que conectan los tendones. El doctor Bennati destacó que no era más grande de lo normal, pero gracias a la peculiar elasticidad de toda ella, su abarcamiento se doblaba. Sin alterar la posición de la mano izquierda, era capaz de flexionar las articulaciones superiores de los dedos en dirección lateral con una gran facilidad y rapidez.

En el violinista aparte de su genio interpretativo, eran singulares sus posturas retorcidas, la espectacular técnica de inclinarse para saludar y, sobre todo, la alucinante maestría de sus dedos sobre el instrumento musical. Todo ello acompañado de su gran oído musical que le permitía realizar interpretaciones correctas usando violines, incluso, no bien afinados.

Los atributos fisiológicos de este artista italiano jugaron un papel fundamental en su genialidad musical que se vio favorecida por el entrenamiento continuo y riguroso del violín.

Aunque no es posible hacer un diagnóstico certero al respecto, por los síntomas externos y las descripciones de la época se cree que sufrieron este síndrome el faraón Akenatón, María I de Escocia, Charles Maurice de Talleyrand, Rachmaninoff, Abraham Lincoln.

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