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07 Abril 2008

Neurolingüística

Cerebros para la comunicación

Durante siglos, la discusión sobre los orígenes del lenguaje humano ha sido un tema altamente controvertido. En un cierto momento el debate se hizo tan complejo y contradictorio que en 1866 la Sociedad Lingüística de París prohibió la discusión sobre sus orígenes, argumentando que éste era un problema simplemente insoluble.

Los seres humanos pueden hacer todo tipo de cosas que otros animales no pueden. Por ejemplo, el idioma, una capacidad que los investigadores han atribuido a nuestros grandes y especializados cerebros. Pero el tamaño no lo es todo, de hecho, se sugiere que los importantes cambios en el “cableado” cerebral han desempeñado un papel clave en la evolución del lenguaje y de la comunicación.

Ya en el siglo XIX, los neuroanatomistas identificaron pequeñas regiones del cerebro humano - como el área de Broca en la corteza frontal y el área de Wernicke en la corteza temporal - involucradas en la producción del habla, el procesamiento del lenguaje y la comprensión. Desde hace mucho tiempo se reconoce claramente que existen dos síndromes afásicos fundamentales, denominados de diferentes maneras, pero básicamente correspondientes a la afasia de tipo Wernicke y a la afasia de tipo Broca. Estos dos síndromes afásicos han sido relacionados con dos operaciones lingüísticas básicas: de selección (el lenguaje como paradigma) y de secuenciación (el lenguaje como sintagma). Por lo tanto, un paciente puede perder la habilidad para utilizar el lenguaje en dos formas diferentes: el trastorno puede situarse en el eje paradigmático (trastorno de la similitud) o en el eje sintagmático (trastorno de la contigüidad)

Otros primates con cerebros más pequeños tienen regiones que se corresponden más o menos a estas zonas, pero que parecen realizar otras funciones. Más recientemente, los científicos han descubierto que la capacidad del lenguaje no sólo corresponde a zonas aisladas en ciertas áreas cerebrales, si no que requiere una estrecha comunicación entre ellas. Por ejemplo, los pacientes con daño cerebral en el fascículo arcuato, que consta de múltiples haces de fibras nerviosas que conectan las zonas de Broca y de Wernicke, tienen una grave dificultad para hablar y entender. Con respecto a esto, una serie de estudios recientes sugieren que los cerebros de los seres humanos están interconectados de forma diferente en comparación a otros primates.

Para ver si el fascículo arcuato había sido “recableado” en el transcurso de la evolución humana, un equipo dirigido por el antropólogo James Rilling de la Universidad de Emory en Atlanta (Georgia, Estados Unidos) recurrió a una técnica relativamente nueva llamada imágenes con tensor de difusión (ITD). Este tipo de resonancia magnética visualiza los tejidos por la detección de un flujo de agua dentro de ellos, permitiendo a los científicos a rastrear el largo de las fibras nerviosas que conectan partes del cerebro. Los investigadores analizaron los cerebros de 10 sujetos humanos vivos, así como de tres chimpancés fallecidos y dos monos macacos mueros. Ellos también buscaron en un chimpancé vivo y en un macaco vivo, para asegurarse de que las diferencias no se deberían a los productos químicos utilizados para preservar los cerebros muertos.

Los escaneos demostraron grandes diferencias entre los seres humanos y los demás primates. Aunque el fascículo arcuato en las tres especies se encontraba conectado a la corteza frontal – incluyendo el área de Broca en seres humanos - sólo en éstos el fascículo arcuato se extendía profundamente en zonas asociadas con el lenguaje dentro de la corteza temporal, como la zona de Wernicke. En chimpancés, el fascículo arcuato tiene muy pocas conexiones con regiones de la corteza temporal homólogas a la zona de Wernicke, y hay pocas pruebas de este tipo de uniones se encuentren en los macacos.

Los autores concluyen que la evolución de las áreas especializadas del lenguaje en el cerebro humano ha estado acompañado de la incorporación de nuevos e importantes “cableados” a través del fascículo arcuato. El efecto neto fue que el área de Wernicke, la cual está relacionada con la comprensión del significado de las palabras, se conectó firmemente con el área de Broca, que a su vez, desempeña un papel importante en la construcción y la comprensión de las sentencias gramaticales.

Los hallazgos ponen de manifiesto la singularidad del cerebro humano, porque se ha asumido ampliamente que las estructuras básicas cerebrales son esencialmente similares entre los seres humanos y los monos. Además, las imágenes con tensor de difusión representa ahora un enfoque prometedor para la comprensión de cómo los territorios cerebrales se conectan, si bien esta técnica debería repetirse con más muestras antes de sacar conclusiones finales sobre los mecanismos que utiliza el cerebro humano para hablar de forma creativa y construir el lenguaje.

Mundo Médico

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