Cápsula ingerible para monitorear el intestino
Este sistema permite explorar una región de difícil acceso para otras técnicas endoscópicas, revelando la presencia de sangrados y lesiones como úlceras, pólipos y tumores.
La endoscopía digestiva, conocida también como gastroscopia, es un procedimiento diagnóstico que permite explorar visualmente el interior de la primera porción del tubo digestivo (esófago, estómago y duodeno). Entre estos órganos, el intestino delgado es una zona de difícil acceso y con las técnicas utilizada solo se alcanza a visualizar parcialmente los extremos de sus seis a siete metros de largo.
Una solución a ese problema lo han planteado las cápsulas endoscópicas, dispositivos diseñados para ser tragados por la persona y captar imágenes a lo largo de su tránsito por el tubo digestivo que pueden revelar patologías en su interior, incluyendo algunos tipos de cáncer y metástasis.
“Las cápsulas aparecieron en 2001 y las hay de distintos tipos”, comenta la doctora Marcela Planzer, gastroenteróloga del Instituto Oncológico Fundación Arturo López Pérez. “Las más antiguas solo captaban imágenes de la superficie que tenían al frente, mientras que la última generación cuenta con una visión en 360° y un sistema de autorregulación ajustando la cantidad de fotos que toma según la velocidad a la que va avanzando, a fin de obtener más imágenes para analizar y optimizar la duración de su batería”.
Este procedimiento requiere una preparación especial del paciente como una dieta previa sin fibra y el uso de un laxante y proquinético (domperidona) para que el lumen esté limpio al momento del examen. Luego de tragar la cápsula, el paciente se retira a su domicilio con un kit que contiene un colador para instalar en el inodoro, una vara con un imán y un frasco. Al cabo de uno a tres días, elimina la cápsula en las deposiciones y la recupera con ayuda del imán.
“El paciente nos trae el dispositivo, que se somete a una desinfección de alto nivel y se inserte en un equipo para obtener imágenes que tomó a lo largo de su recorrido. Son aproximadamente 30.000 fotos, las que se revisan en secuencia, como si fuera una película. El software utilizado nos ayuda a dirigir la atención a determinadas tomas, puesto que detecta el color rojo, lo que puede significar sangrado”, explica la especialista.
Las principales indicaciones para la utilización de la cápsula son anemias ferroprivas y hemorragias cuya causa no ha podido ser encontrada en una endoscopía alta y colonoscopía previas. En el ámbito oncológico radica en la posibilidad de diagnosticar tempranamente cánceres que afectan al intestino, pero también puede jugar un papel preventivo al detectar pólipos asociados a enfermedades genéticas como adenomatosis poliposa familiar, síndrome de Peutz-Jeghers y Lynch, que aumentan el riesgo de ciertos tipos de carcinoma.
“La evolución de las cápsulas ha permitido, por ejemplo, la captación de más fotos y de mejor calidad, y hoy existen estudios de la aplicación a futuro de inteligencia artificial para optimizar la interpretación de las imágenes que recogen. Es una herramienta muy útil que, si bien no cuenta con codificación Fonasa, esperamos que pueda ser cada vez más asequible para la población”, finaliza.
