Dr. Medardo Urbina Burgos:
“Un libro trasciende los límites del tiempo”
El facultativo, autor de los libros “La Huella del Abtao” y “Desertores”, se encuentra difundiendo la última publicación de la editorial Okeldán, “Si no fuera por la lluvia”, texto que recopila las cartas que Pablo Neruda intercambió con el destacado fotógrafo estadounidense Milton Rogovin.
Médico cirujano, biólogo marino, escritor y apicultor. Así de multifacético es el doctor Medardo Urbina, director de la editorial Okeldán, empresa literaria que desde 2004 se ha dedicado fundamentalmente a la difusión de la cultura chilota, sumando a la fecha 17 atractivas publicaciones de destacados profesionales ligados al mundo artístico, universitario y científico.
Nació en Castro y se formó en la Universidad de Concepción, donde estudió, de manera simultánea, las carreas de medicina y biología marina. “Es difícil, pero no imposible”, reconoce sonriente. Su inquietud intelectual y creativa es tan grande como su profundo amor por Chiloé. Por lo mismo, su vida gira en torno a su tierra natal, buscando siempre dejar un legado que dé cuenta a las futuras generaciones del particular sello del hombre chilote, así como sus historias, leyendas y creencias.
Es autor de los libros “La Huella del Abtao” (2004) y “Desertores” (2010), pero por estos días se encuentra concentrado en dar a conocer en Concepción la última publicación de su editorial. Se trata del texto llamado “Si no fuera por la lluvia”, trabajo ambientado en la Isla Grande y cuyo autor es el doctor en literatura hispanoamericana Carlos Trujillo, chilote radicado hace más de 20 años en Estados Unidos, donde es profesor en la Universidad de Pensilvania.
- Háblenos de este trabajo, doctor
Es un libro que dice relación con el diario de viaje y las cartas que intercambió Milton Rogovin, uno de los más importantes fotógrafos patrimoniales de Estados Unidos del siglo XX, con Pablo Neruda y otros personajes relevantes de esa época. Este profesional, sin saber castellano, viajó a Quemchi (Chiloé), en 1967, a sugerencia del poeta y también de Francisco Coloane, porque quería fotografiar la verdad de la pobreza en Chile. Esta historia se relata en el libro de fotos y poemas “Nada queda atrás”. A partir de este texto, que rescata múltiples fotografías del pueblo, caseríos, personas y paisajes, el hijo de Rogovin se contacta con Trujillo para comentarle que él tenía la bitácora de este viaje y cerca de 300 cartas que el fotógrafo intercambió en ese tiempo con personalidades de Chile y Estados Unidos, incluyendo correspondencia de Pablo Neruda. Así nace “Si no fuera por la lluvia”, donde además se encuentran más de 20 fotografías que no se publicaron en “Nada queda atrás”.
- ¿El nexo en común de los autores de Okeldán pasa por ser chilotes, no es así?
Efectivamente. Toda la temática, y es lo que me interesa a mí como chilote, es que se escriba sobre Chiloé. De un modo u otro, yo estoy vinculado con todo el movimiento literario, poético y artístico de Chiloé. Por lo mismo, muchos de los autores prefieren publicar mediante nuestra editorial, fundamentalmente por la calidad de las ediciones y por una serie de ventajas en cuanto al costo de producción, ya que no cobramos por varias de las etapas del proceso de publicación de un libro, como por ejemplo, la revisión de textos, trabajo muy acucioso y tedioso, el cual realizo personalmente y de forma gratuita, ya que lo que me interesa es la difusión de la cultura chilota de la mejor forma y la construcción correcta de un libro. Es un pequeño aporte que puedo hacer, y lo hago porque me gusta y lo disfruto. Además, un libro trasciende los límites del tiempo, porque seguirá contando por muchos años la historia que ahí se escribió.
- ¿Cómo explica esta vinculación afectiva tan fuerte?
Yo nací en Castro, al igual que todos mis hermanos, de modo que tengo un gran cariño por esa tierra. Ahora, usted me va a perdonar, pero Chiloé es un mundo diferente, es un país distinto. Chiloé tiene una relación histórica con Chile un poco conflictiva. Las costumbres, la geografía, arquitectura, música, el arte culinario y la vestimenta son distintas. Evidentemente las personas y su forma de ser son diferentes a quienes viven en otros lugares del país. En Chile la persona se preocupa de sí mismo, hay una especie de egoísmo, mientras que el chilote es siempre comunitario y preocupado de cómo poder ayudar a los demás. Es más amable y comprensivo. Eso lo puedo decir de forma categórica.
- ¿Cuál es la temática de “Desertores”, su último trabajo?
Este libro se trata de las islas Desertores, que es uno de los archipiélagos más desconocidos de Chiloé, debido a su escasa población. Hay varias islas sin habitantes, una en la que vive sólo una persona y otras en las que hay como máximo 12 familias. Estos chilotes viven con su puro “ñeque”, sin ninguna ayuda. No hay caminos, postas, ni mucho menos. Se trata simplemente de personas que viven en total contacto con la naturaleza y sobreviven de un modo extraordinario. Cuando quise reunir información de este archipiélago, encontré que no existía nada escrito, ni en un libro o algo en internet, salvo datos del Servicio de Salud respecto de las rutas de los barcos que recorren esporádicamente el lugar para llevar asistencia médica. Eso me motivó escribir este libro, además, debido a distintas circunstancias, yo visité estas islas cinco veces, de tal manera que me di cuenta de cómo era geográficamente este lugar, su gente, vegetación, animales y la diversidad de formas de vida. Yo recorrí el archipiélago Desertores como estudiante de biología y en esa etapa de aprendizaje conocí a las personas, sus motivaciones, intereses, filosofía de vida e historias. Vale decir, aborda un aspecto desconocido de Chiloé.
- ¿En estos momentos hay otro libro en etapa de producción?
Estamos muy cerca de publicar otro libro que se llama “Imágenes del pasado: Chiloé en el siglo XX”, de Cristian Díaz Caballero, un arqueólogo de la Universidad de Oslo, Noruega, que después de trabajar en ese país se radicó en Chiloé. Él hizo una recolección de fotografías tomadas por personas desconocidas de la zona, buscando entre álbumes familiares de hombres y mujeres comunes y corrientes, encontrando en ese proceso 300 imágenes muy interesantes.
- ¿Y de su propia autoría?
Yo tengo varios libros que están prácticamente listos, uno de ellos se titula “El Pozo”, el cual reúne las historias de la gente de campo de Santa Juana, comuna cercana a Concepción, donde atiendo el programa de pacientes postrados del municipio, además de tener una consulta y unas parcelas donde me dedico a la apicultura. Es un texto que escapa de Chiloé y que describe el sufrimiento de las personas de campo, gente humilde, tras el golpe de Estado de 1973. Son historias crudas e impactantes, que considero deben ser contadas.
-¿Qué representa la literatura para usted y cómo ésta ha transformado su vida?
Yo veo la literatura de dos maneras. Cuando leo un libro de otro autor, me enriquezco y aprendo a comprender la vida desde distintas perspectivas. En segundo lugar, cuando escribo algo, lo que pretendo es traspasar al papel un sentimiento, una historia, una vivencia, una concepción filosófica. En ese momento siento que descanso. Yo todos los días tengo que escribir algo y en ese instante me siento tranquilo y con la conformidad de saber que estoy dejando algo de mi propio espíritu. A mí nadie me enseñó a escribir literariamente, así que lo considero como una habilidad o un talento natural. Es algo que surge de manera espontánea y que lo dejo fluir.
Por Óscar Ferrari Gutiérrez
