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Previo al brote del nuevo coronavirus, la obesidad y el sobrepeso ya destacaban como uno de los problemas médicos más graves y con mayor número de afectados a nivel global, debido a excesos alimenticios, sedentarismo y hábitos poco saludables.

Un artículo publicado este año en la revista British Medical Journal refuerza la evidencia que la obesidad es un factor de riesgo de gravedad al contraer el SARS-CoV-2, concluyendo que la COVID-19 es un problema de salud, el cual se ha visto exacerbado por el exceso de peso.

Los investigadores calculan que la probabilidad de cursar sintomas graves por infección por coronavirus se incrementa en un 44% en personas con sobrepeso y casi se dobla en quienes son portadores de obesidad. Junto a esto, las probabilidades de morir también aumentan.

“Me preocupa el hecho que los pacientes no consideran la obesidad como una enfermedad, además de que los trastornos de conducta alimentaria suelen ser invisibilizados y subdiagnosticados. Ambas condiciones son tratables y es posible prevenir complicaciones si es que se consulta oportunamente a especialistas calificados”, comenta la nutrióloga de Clínica Las Condes, María José Escaffi, quien conversó con SAVALnet sobre esta problemática y los cambios que ha notado en conducta alimentaria.

- Doctora, ¿por qué es tan peligrosa la relación obesidad y COVID-19?

Principalmente, porque aumenta la severidad de los síntomas, dificulta la posición en prono, aumenta la tasa de intubación y alarga el periodo de ventilación mecánica. Es importante considerar que la obesidad es una enfermedad inflamatoria de bajo grado, crónica y que predispone a numerosas comorbilidades como diabetes, hipertensión arterial dislipidemia y otras que también influyen en un peor pronóstico en pacientes con COVID-19. En ambas afecciones se presenta un aumento de citoquinas proinflamatorias.

- ¿Qué cambios observa en materia de hábitos de alimentación durante la pandemia?

Casi el 50% ha aumentado de peso debido a la alteración en los horarios de alimentación e incremento en la ingesta de alimentos procesados, alcohol y sedentarismo. Estas conductas, sumado a la incertidumbre, han provocado que muchas personas presenten trastornos del ánimo y en la conducta alimentaria, como lo es el binge eating disorder o binge drinking (consumir o beber cantidades extraordinarias de alimentos o alcohol, sin establecer un control).

- El confinamiento provoca altos niveles de ansiedad, ¿cómo se puede enfrentar?

Así es, y lo ideal es poder identificar este estado ansioso y conversar sobre el tema, ojalá en un ambiente protegido como la familia. Es bueno proponerse metas a corto plazo y realizables, lo que llamamos “estrategia paso a paso” como por ejemplo, mantener los horarios de sueño y que este sea de calidad y reparador; establecer un orden en la alimentación: desayuno- almuerzo-colación y cena, y comer en familia. Comenzar con actividad física que le guste a cada uno y no por obligación. Otros pueden estar interesados en meditar, existen aplicaciones e incluso cursos online. Lo mismo con el ejercicio, que idealmente debe ser guiado, pero sabemos que en estos tiempos varios presentan restricciones económicas, por lo que buscar fuentes serias y profesionales es una buena opción.

Por último, y muy importante de mencionar, es que si no se logran controlar los síntomas o abordarlos con estas medidas, se debe buscar ayuda profesional.

- Pareciera que la comida es una especie de “calmante” para muchos…

Es cierto, comer produce sensación de placer a nivel cerebral, por lo que efectivamente podría calmar la ansiedad. Por lo demás, culturalmente estamos acostumbrados a “regalonearnos” con comida, a consolarnos y a celebrar con ella. Cuando esto interfiere con la calidad de vida, puede ser un trastorno de la conducta alimentaria y debemos consultar.

- ¿Qué tan necesario es para los pacientes y especialista personalizar el tratamiento y la dieta?

Es fundamental. Cada ser humano es distinto en creencias, gustos, cultura, forma en que fue criado, en tolerancia a ciertos alimentos, en lo fisiológico y patológico, por lo que la dieta de cada persona debe ser planificada según todos esos factores y otros que se puedan encontrar. Esta no es fija, es dinámica y se adapta según la vida del paciente y a los cambios, nunca viceversa.

- ¿En qué momento es necesario complementar la dieta con fármacos?

Siempre se propone un esquema de manejo aditivo en pacientes que portan obesidad. Esto significa comenzar con cambios en el estilo de vida autodirigidos. En caso de no tener éxito, estos cambios son guiados por psicólogo, nutricionista, médico del deporte, profesor de educación física o kinesiólogo, para luego, o en paralelo, comenzar una intervención con medicamentos. La indicación es con IMC ≥ 27 kg/m2 aunque es relativo, porque si el IMC es menor, pero tiene comorbilidades, se comienza antes.

Respecto a los fármacos, cabe mencionar que no existe un estándar, ya que cada paciente es diferente y la obesidad es una enfermedad multifactorial. Lo que sí usamos siempre son medicamentos aprobados por la FDA disponibles en Chile, escogidos según el perfil del paciente.

- Considerando el contexto, ¿de qué forma se puede mantener un peso saludable?

El manejo del estrés es clave, dormir bien, mantener buenas relaciones familiares y laborales. Limitar la cantidad de horas expuestos a pantallas, practicar algún hobby, respetar los horarios de alimentación. Comer en familia, ya que ayuda a regular las porciones y se disfruta más. Meditar si les gusta, moverse es una muy buena herramienta, realizar estiramientos en casa, alguna rutina de ejercicios y, si es posible, salir a caminar con mascarillas y respetando la distancia social.

- ¿Algo que quisiera agregar para concluir?

Me gustaría dejar como mensaje que sean más amables con ustedes mismos, muchas veces los más críticos somos nosotros, exigiéndonos ser los mejores en todo, cuando lo primordial es disfrutar y aprovechar el estar sanos aquí y ahora. Elegir qué batallas pelear. En tiempos tan difíciles como el que estamos viviendo no se puede hacer todo, debemos ir por lo que nos haga bien y agradecer.

Por María Ignacia Meyerholz L.