Dra. Rosa Behar Astudillo:
“La imagen femenina actual evoca el concepto de construcción cultural del cuerpo”
Como experta en psicopatología femenina, la psiquiatra se ha dedicado –durante gran parte de su carrera- a desentrañar de qué manera la mujer ha ido transformándose a través del tiempo en la búsqueda de su integridad e individualización.
La invisibilidad histórica que han sufrido las mujeres, a menudo apartadas de la "historia oficial", hace que se desconozca a muchas que utilizaron su imaginación, voluntad y fuerza para contribuir en la construcción de una sociedad mejor.
Luchando contra de múltiples barreras, en todo el orbe han participado en el desarrollo social desde la génesis de la civilización hasta nuestros días. Muchas –sobre todo las que osaron a salirse de la norma- tuvieron que lidiar contra la incomprensión de la sociedad de su tiempo, el racismo o contra la discriminación basada en el sexo, la clase social o la identidad étnica.
Algunas como Cleopatra, Florence Nightingale, Marie Curie, Frida Kahlo, Teresa de Calcuta y en Chile, Eloísa Díaz, Violeta Parra y Gabriela Mistral han pasado a la posteridad, pero muchas otras han caído en el olvido convirtiéndose en las grandes relegadas de nuestra historia.
Como destacan Georges Duby y Michelle Perrot, durante mucho tiempo las mujeres quedaron abandonadas en la sombra de la historia. Luego comenzaron a salir de esa sombra, gracias al desarrollo de la antropología, a la atención que se prestó al tema de la familia y a la afirmación de la historia de las mentalidades. Pero las investigaciones que las propias mujeres han realizado sobre sus predecesoras, con el fin de comprender las relaciones entre los sexos a lo largo del tiempo, ha devuelto el sitial que merecen.
Una experta en el tema es la doctora Rosa Behar Astudillo, psiquiatra de la Escuela de Medicina de la Universidad de Chile, sede Valparaíso, quien desde sus inicios en la carrera de medicina se sintió atraída por la especialidad, principalmente, “por el aspecto humano de relacionado con sentimientos, emociones, pensamientos y conductas” que, desde 1978, como parte de su formación en psiquiatría, ha trasmitido a través de la docencia, tanto en las actividades de pregrado como en el postgrado y postítulo.
Actualmente, es profesora titular del Departamento de Psiquiatría de la Universidad de Valparaíso (UV) y, desde 2013, coordina el Grupo de Trabajo de Salud Mental de la Mujer en la Sociedad de Neurología, Psiquiatría y Neurocirugía de Chile (SONEPSYN)
“Siento gran satisfacción en transmitir conocimientos y experiencia a los alumnos, ya sea en la carrera de medicina o de otras pertenecientes al ámbito de la salud mental, además de contribuir en su trayectoria evolutiva formativa, lo que implica un gran estímulo para mantenerme actualizada en las diferentes temáticas de la especialidad. También siento gran interés por la investigación y la publicación de artículos y capítulos relacionados con los trastornos de la conducta alimentaria”, confesó la especialista.
La doctora Rosa Behar Astudillo sostuvo una cálida conversación con SAVALnet, donde dio a conocer algunos de los hitos que han marcado la evolución de la mujer actual y de qué manera ésta se está proyectando hacia el futuro.
- Doctora, ¿cuándo y por qué comenzó a interesarse en la mujer como objeto de análisis psicológico?
Desde 1978 comencé a interesarme en la mujer como objeto de análisis psicológico, cuando tuve la oportunidad de conocer las primeras experiencias en la atención de pacientes con trastornos de la conducta alimentaria que afectan –principalmente- al género femenino. Desde entonces, me dediqué a profundizar las diversas referencias en las perspectivas biopsicosociales de estos desórdenes.
- Sus investigaciones y estudios han ido más allá de lo médico y clínico, ya que han tomado un cierto matiz sociocultural e histórico. ¿Cuáles han sido sus principales descubrimientos?
Respecto a la anorexia nerviosa, se ha considerado que este síndrome ha persistido a través de los siglos, transhistórica y socioculturalmente, ya que tanto las mujeres santas ayunadoras del Medioevo europeo, como las anorécticas nerviosas contemporáneas, exhiben varias características similares, fundamentalmente en su relación con los alimentos, y han surgido como una verdadera protesta frente a una sociedad eminentemente patriarcal. Otro hallazgo interesante ha sido la significativa correlación entre el rol de género femenino, cuyo perfil se caracteriza esencialmente por ser infantil, inmaduro, sumiso, dependiente, con pobre autoestima, con preocupación por la silueta corporal y la opinión de los demás, con los rasgos que presentan las pacientes anorécticas que se identifican, notoriamente, con este estereotipo y que puede considerarse un factor de riesgo para el desarrollo de una patología alimentaria.
- ¿Cómo han influido en su experiencia profesional sus estudios en Antropología en la Universidad de Chicago y su perfeccionamiento en la Universidad de Edimburgo?
Ha sido una enriquecedora experiencia los estudios en la Universidad de Chicago sobre los roles sexuales en los diferentes contextos socioculturales, en los cuales emergen afecciones mentales más prevalentes en las mujeres como la depresión, los trastornos alimentarios, de ansiedad, de personalidad, dismórficos corporales, las drogodependencias, las disfunciones sexuales, entre otras. En el Departamento de Psiquiatría de la Universidad de Edimburgo tuve la oportunidad de participar en programas de hospitalización diurna a cargo de un equipo multidisciplinario para pacientes con desórdenes alimentarios, entre otras actividades.
- ¿Cuáles son las principales diferencias entre hombres y mujeres en los planos que estamos planteando?
Comparativamente, las mujeres, a diferencia de los hombres, expresan mayor insatisfacción con respecto a sus cuerpos, más interés por su apariencia y peso corporal, y más frecuentemente se involucran en esfuerzos para controlar el peso. Respecto a los trastornos de la conducta alimentaria, aunque alrededor del 5% a 10% de los casos se presentan en el sexo masculino, desde las últimas décadas, se ha observado un aumento en su incidencia. Las características clínicas son similares a sus contrapartes femeninas; sin embargo, es frecuente la existencia de homosexualidad, bisexualidad o asexualidad en los pacientes masculinos. Otro cuadro que puede coexistir con un trastorno alimentario, es el trastorno dismórfico muscular o anorexia nerviosa inversa, principalmente, en los fisicoculturistas, en los cuales el rasgo nuclear es el logro de una musculatura vigorosa y bien irrigada para compensar la autopercepción de un cuerpo delgado, pequeño y débil. Por otra parte, se han descrito en los varones, el síndrome de irritabilidad masculino, que podría homologarse al trastorno disfórico premenstrual y la andropausia a la menopausia.
- Existe la creencia extendida que en algún momento de la historia se dieron sociedades ginecocráticas antes de que apareciesen las sociedades basadas en el orden patriarcal. ¿Qué evidencia existe al respecto?
En el libro “Mujeres del Medioevo: sueños, memorias, imágenes y leyendas” se menciona la aparición –principalmente en Gran Bretaña entre los siglos V a XII, durante la era céltica cristiana hasta finales de la Edad Media- de una serie de esculturas de mujeres denominadas Sheela-na-Gigs, que representaban a diosas de la feminidad y fecundidad ubicadas en iglesias, castillos y otras edificaciones, en un tiempo en que la cultura pagana estaba siendo erradicada y era fuertemente censurada por las autoridades de la iglesia a través de toda la Europa occidental. La mayoría de estas figuras se mostraba sosteniendo, tocando o apartando la vagina y exhibiendo los órganos sexuales con cuidadoso detallismo. Se presume que habrían surgido como un emblema de la posición pretérita de las mujeres, en una época en que todo el poder que ellas ostentaban dentro de los antiguos sistemas políticos y religiosos había sido radicalmente arrebatado.
- La antropóloga Peggy Reeves Sanday plantea la hipótesis de que en las más antiguas sociedades humanas las mujeres y los hombres habrían vivido de modo relativamente igualitario. Pero con la presión de población, la subordinación femenina fue racionalizada y justificada. ¿Cuándo se comenzó a dar un giro hacia lo que es la mujer en la actualidad?
En el capítulo “Corporalidad, sociedad y cultura” del texto titulado “Trastornos de la conducta alimentaria que editamos junto al doctor Gustavo Figueroa, se señala que después de la segunda mitad del siglo XX surge la noción de la “mujer moderna”, de raza blanca, ejecutiva y vanguardista. El precepto de libertad, del ahorro de tiempo y el acceso tecnológico fueron configurando este perfil, especialmente, para las mujeres jóvenes de clase media que empiezan a ver modeladas sus vidas, cuerpos e identidades por una cantidad enorme de conocimientos y prácticas de tipo tecnológico, transformándose activamente en portadoras, transmisoras y creadoras de información sobre dietas, nutrición, cosmética, cirugía plástica, envejecimiento, ciclo menstrual y amor que, a su vez, se constituyen en marcos de la innovación de las mujeres, más allá de la identidad personal, la postura y la condición social.
- ¿Cómo se ha forjado la evolución femenina en el plano antropológico, social, laboral y político a lo largo de la historia?
Después de la primera guerra mundial, la mujer comienza a desarrollarse profesionalmente en campos que habitualmente eran de dominio masculino, transformando definitivamente su rol de matrona victoriana, dedicada a las labores del hogar y a la crianza de sus hijos, a una mujer dinámica, autosuficiente y competitiva en ámbitos públicos. También la revolución industrial de fines del siglo antepasado, el logro del derecho a voto en los años 20, su aceptación en la enseñanza superior, el movimiento de emancipación femenina en la década de los 60, el progreso de la tecnología, los métodos anticonceptivos, la industria cosmetológica, el avance de la cirugía estética, son factores, entre otros, que han ido forjando la evolución femenina en nuestra época contemporánea.
- ¿De qué manera se ha ido constituyendo la imagen femenina actual, mucho más empoderada e independiente?
La imagen femenina actual, empoderada e independiente, evoca el concepto de construcción (o deconstrucción) cultural del cuerpo, como paradigma de los trastornos de la conducta alimentaria, la cual se va configurando de acuerdo a diversos factores, tanto socio-culturales como individuales. Entre los primeros, se encuentran el modelo cultural de la belleza imperante en nuestra sociedad Occidental que homologa el éxito, la inteligencia, el atractivo, la sensualidad y el bienestar con una figura corporal delgada, patrones que se van difundiendo desde las clases más altas a las más bajas. Además el modelaje, con la emergencia de las top models –que preconizan la autonomía, la versatilidad, la autodeterminación- conjuntamente con los permanentes mensajes de estos valores a través de los medios de comunicación, van generando presiones socioculturales que pueden llegar a desencadenar, en una persona vulnerable, desórdenes alimentarios. También existe el culto narcisista del cuerpo, orientado hacia el esteticismo y el consumo, por un lado, y por el otro, el cultivo de la moral del Yo, centrado en el trabajo, el rendimiento y la producción. El cuerpo en este contexto, generalmente intervenido por la cosmetología y cirugías estéticas puede ser gatillante de trastornos dismórficos corporales que, en algunos casos, conlleva la adicción a las cirugías plásticas. Entre los parámetros individuales, la condición de género femenino, favorece la internalización de ideales estéticos, los cuales habitualmente son inalcanzables, conllevando como consecuencia una permanente insatisfacción personal, traducida en autoestima baja, ansiedad, depresión y necesidad de aceptación de los demás. La familia, especialmente las madres altamente críticas, preocupadas por la silueta y las dietas, poseen un poderoso influjo en sus hijas, que presentan un mayor o menor grado de insatisfacción corporal; más aún, si se añaden las burlas o comentarios de sus pares, primordialmente en la adolescencia, cuyos cambios neuro-bio-psicosociales focalizan inevitablemente la atención en la corporalidad.
- Doctora Behar, usted se transformó en la primera mujer que recibe, por parte de la Sociedad Chilena de Neurología, Psiquiatría y Neurocirugía, la Medalla Doctor Augusto Orrego Luco en reconocimiento a su destacada trayectoria profesional. ¿Cómo tomó usted este galardón? ¿Tiene algún significado especial?
Fue una gran sorpresa y honor. Un acontecimiento emocionante que lo considero un tributo al género femenino. Ha sido un gran privilegio obtener este reconocimiento por el aporte en el quehacer académico, clínico e investigativo, a nivel regional, nacional e internacional. Un orgullo para nuestra región de Valparaíso.
- Por último doctora, ¿hacia dónde cree usted que se encaminará el futuro de las mujeres en el mundo?
Desde el siglo pasado hasta el presente, la mujer ha mostrado vertiginosos y profundos progresos hacia el alcance de múltiples conquistas en terrenos domésticos, laborales, deportivos, académicos, económicos y políticos. Las cualidades inherentes al género femenino, especialmente el altruismo, la capacidad de empatía, el espíritu de servicio y la inteligencia emocional le han permitido demostrar un óptimo desempeño en cargos de responsabilidad, en quehaceres que –tradicionalmente- han sido desempeñados por hombres, por lo que esta tendencia se mantendrá o superará el rendimiento actual. No obstante, algunos investigadores plantean el peligro de la evolución del cuerpo femenino hacia una entidad cyborg, término acuñado por Manfred Clynes en 1960 para describir la necesidad de la humanidad de reforzar funciones biológicas artificialmente para sobrevivir en el ambiente hostil del espacio; un híbrido cibernético y orgánico, mezcla de ficción y realidad social, atemporal, desmesurado y amorfo. Esta noción podría aplicarse a las mujeres del futuro, ya que se encuentran altamente socializadas sobre las posibilidades de intervención cosmética, regulación de sus ciclos menstruales y de la capacidad reproductiva. De esta manera, el cuerpo carece de naturalidad, constituyendo una instancia en permanente construcción y transformación con todas las consecuencias que ello implica.
