Dr. Francisco Fuster Saldías:
“Hoy, pensar en alcohol como sinónimo de cirrosis es errado”
Para el presidente de la Asociación Chilena de Hepatología, la enfermedad terminal del hígado debe ser reconocida y diagnosticada no sólo por médicos especialistas, porque es una patología silenciosa y, muchas veces, totalmente tratable con un diagnóstico precoz.
El doctor Francisco Fuster Saldías, es especialista en enfermedades del hígado y está encargado de los pacientes Auge de Hepatitis B y C del Servicio de Salud Viña del Mar-Quillota (SSVQ).
Se formó como médico en la Universidad de Chile, como internista en la Universidad de Valparaíso y, posteriormente, como gastroenterólogo y hepatólogo en la Unidad de Gastroenterología y Hepatología del Hospital Clinic y Provincial de Barcelona, en la década de los 80’.
Cuando regresó a Chile comenzó a trabajar en el control de pacientes portadores de enfermedades del hígado, llevando a cabo estudios clínicos sobre complicaciones de la cirrosis, hepatitis por virus B y Virus C, hígado graso y su forma más agresiva de daño hepático: la esteatohepatitis.
“En esa época, la Unidad de Hígado del Hospital Clinic y Provincial de Barcelona estaba ya bien desarrollada y había mucha investigación clínica y básica asociada. Creo que eso hizo que me fuera interesando por este tipo de problemas”, confesó el doctor Fuster.
La realidad nacional lo llevó a comprender que “todavía hay mucho por hacer. Tenemos un problema sanitario muy relevante y somos muy pocos los que nos estamos dedicando a esto, por lo que fue imposible no comprometerme con este tema. Sobre todo, si vemos que las cifras están reflejando una terrible realidad: la tercera causa de muerte en Chile es la cirrosis, eso significa que la cantidad de enfermos es tremenda y que la forma como estamos manejando el problema podría ser mucho mejor”.
Actualmente, es presidente de la Asociación Chilena de Hepatología, trabaja en el Hospital Gustavo Fricke de Viña del Mar y participa en el Centro de Diagnóstico Digestivo (Cedid) de Viña del Mar. Para adelantarnos un poco sobre la pronta conmemoración del Día Mundial de la Hepatitis, el Primer Curso de Hepatología para médicos no especialistas que pronto se realizará y para hacer un llamado a la toma de conciencia en el tema de la enfermedad del hígado, el doctor Francisco Fuster Saldías sostuvo una cálida e instructiva conversación con SAVALnet.
- Doctor Fuster, el próximo 28 de julio se celebra en todo el planeta el Día Mundial de la Hepatitis. ¿Cuáles son los ejes que la Organización Mundial de la Salud para que los países elaboren estrategias y planes eficaces para prevenir y controlar las hepatitis virales?
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estableció el 28 de julio como Día Mundial contra la Hepatitis. La fecha coincide con el nacimiento del doctor Baruch Samuel Blumberg, descubridor del virus de la Hepatitis B, la que se puede contraer a través del contacto con sangre o fluidos corporales de una persona que tenga el virus. En el mundo hay cuatro virus que producen inflamación del hígado de manera muy frecuente, los que generan una carga de enfermedad y mortalidad tanto en su manifestación aguda como crónica.
- ¿Cuáles son las diferencias entre esa manifestación aguda y crónica?
Los virus de la Hepatitis A y E son la principal causa de enfermedad aguda, especialmente, en el mundo subdesarrollado, porque se transmite a través de alimentos o agua que han sido contaminados por heces que contienen el virus. Afortunadamente ambas son poco frecuentes en Chile y existen vacunas efectivas y seguras que las previenen. Por otro lado, hay dos virus que producen Hepatitis aguda también, pero más significativamente hepatitis crónica, que son los virus B y C. Se estima que un tercio de la población mundial ha tenido contacto con estos virus. Existen cerca de 500 millones de personas infectadas, por lo que la carga de enfermedad crónica con complicaciones como la cirrosis y sus descompensaciones, cáncer de hígado, necesidad de trasplante y mortalidad en edad productiva son muy altas. Por eso la OMS ha considerado que esta entidad global de la inflamación del hígado, la Hepatitis, requería una atención especial, sobre todo porque algunas de estas enfermedades se pueden evitar con inmunización: es tan simple como vacunar organizadamente a los niños para que la enfermedad no se produzca, como es el caso del virus A, B y E. Por eso hace varios años, la OMS señaló que todos los gobiernos deberían invertir en vacunar contra la Hepatitis B y eso se ha ido cumpliendo de manera parcial. En Chile, hace 10 años contamos con la inmunización para los recién nacidos contra el virus B, pero eso habla que sólo esa población está protegida, menores de 10 años, el resto no. En países de baja prevalencia, como el nuestro, el contagio no se produce al momento de nacer, sino que más tardíamente y por otras vías.
- ¿Cuáles son esas vías?
Hoy, en nuestro país están en riesgo de contraer el virus de la Hepatitis B especialmente los jóvenes y adultos con vida sexual activa, que mantienen relaciones sexuales sin protección, tanto hetero como homosexual. Es una condición que nosotros esperamos que la autoridad tome consciencia y que se amplíe la vacunación a los grupos más expuestos.
- ¿Y qué pasa con los casos de Hepatitis C?
En Chile, en pocos casos se ve la forma aguda de la enfermedad. Se trata de pacientes que contrajeron el virus cuando las transfusiones de sangre no eran seguras, antes de 1995. También en pacientes que por esa fecha, o antes, estuvieron expuestos a manejo sanitario. Se estima que son alrededor de 50 mil las personas que tienen Hepatitis C en el país, la gran mayoría de ellos desconoce que la tienen, por lo tanto nosotros, la Asociación Chilena de Hepatología, así como la Asociación Latinoamericana para el Estudio de las Enfermedades del Hígado (Aleh) hemos propuesto en la última guía que todas las personas sobre 45 años debieran hacerse, al menos, una vez en la vida el examen de anticuerpos contra el virus C. Estamos intentando que en el país esa metódica se incorpore a los controles de salud, así como se hacen exámenes de colesterol o glicemia. Es un examen barato, específico y efectivo para iniciar el diagnóstico. Lo que nos ayudaría a pesquisar y brindar un tratamiento adecuado y oportuno, porque es una enfermedad curable que además está en el Plan Auge. Los tratamientos han avanzado y son mucho más eficientes que los que antaño se usaban en el mundo. Son más simples de utilizar, casi sin efectos colaterales y mucho más efectivos, en casi un 90 por ciento de las personas se curan. El problema es que son muy costosos. En ese sentido estamos esperanzados en poder contar pronto con estas nuevas terapias, para que nuestros pacientes puedan recibirlas en vez de las actuales, que son muy poco eficaces, sólo se curan un 40 por ciento de los casos y, además, un gran grupo de personas no pueden ni siquiera intentarlo, debido a los riesgos asociados a sus efectos adversos. Para nosotros es muy importante que durante esta conmemoración del Día Mundial contra la Hepatitis, se dé una real importancia al problema y se vea la forma de resolverlo.
- La cirrosis hepática suele asociarse a un excesivo consumo de alcohol. Sin embargo, es más que eso. Nos podría explicar, en términos generales, ¿qué es y cuáles son sus etiologías más frecuentes?
La cirrosis hepática se considera la etapa final de la inflamación del hígado, ya sea que su origen esté en un medicamento, un virus, el alcohol, la acumulación excesiva de grasa asociada al sobrepeso y diabetes, entre otros. Antiguamente, el alcohol era lejos la principal causa en nuestro país. Hoy las cosas han cambiado. Si bien, sigue siendo una causa muy importante no es la única. También lo son el hígado graso; la hepatitis B y C; las enfermedades inmunológicas; y algunos fármacos.
- ¿Hay alguna evidencia que avale esta tendencia?
Nosotros hicimos, hace algunos años, un estudio sobre tres mil pacientes en distintos centros en Santiago, Concepción y Valparaíso donde analizamos cuál era la principal causa de cirrosis. Y en ellos, en un 40 por ciento era el alcohol, pero el 60 por ciento tenía otra etiología. Por lo tanto, actualmente, pensar en alcohol como sinónimo de cirrosis es errado: más de la mitad de los pacientes con cirrosis en Chile, tienen otra causa. La frecuencia con que vemos la historia de sobrepeso, diabetes, hígado graso y cirrosis es tremenda. Y si nosotros repitiéramos ese estudio, probablemente, el hígado graso no alcohólico sería la primera causa de cirrosis y eso es una cosa que nos tiene muy preocupados.
- ¿Y esa preocupación la están asumiendo los profesionales de la salud?
Muchos colegas, no piensan en cirrosis cuando ven un paciente con sobrepeso y diabetes, lo que implica que no se está brindando siempre una atención oportuna y eficiente. Si uno no diagnostica esta enfermedad, no se pueden prevenir algunas de sus complicaciones principales como las hemorragias de venas que se dilatan en el esófago; o la acumulación de líquido que, muchas veces, se desencadena por el abuso de antiinflamatorios u otros medicamentos; o no se busca la presencia de cáncer primario del hígado, que con mucha frecuencia, se desarrolla en este hígado cirrótico. Y, como todos los cánceres, cuando se diagnostican tempranamente tienen tratamiento y buen pronóstico. Eso implica que hay que pensar en ello y hay que buscarlo periódicamente a través de imágenes. Si uno no piensa en cirrosis no plantea ese screening y si eso no lo hacemos a tiempo, diagnosticamos cáncer tardíamente, cuando están avanzados y fuera de toda terapia.
- ¿Es esa la razón por la cual el próximo 28 de agosto realizarán en el Hotel Manquehue de Santiago el primer curso de hepatología para médicos no especialistas?
Nos pareció importante difundir esta información y refrescar los conocimientos de los colegas que les toca ver pacientes que pueden –potencialmente- presentar este tipo de enfermedades. Por lo mismo, nos dimos cuenta que no basta con formar especialistas, que es lo que habitualmente nosotros hacemos como Sociedad Chilena de Gastroenterología y Asociación Chilena de Hepatología, sino que nos ha parecido que debemos capacitar a los médicos que están en la atención primaria, a quienes trabajan en urgencias y en los servicios de medicina de los diferentes hospitales, para que refresquen y renueven sus conocimientos en relación a la enfermedad del hígado, sus principales causas y sus complicaciones. Por eso hicimos el esfuerzo de generar este curso, que esperamos tenga una buena acogida y gran asistencia. Consideramos que va a abordar de manera sencilla los temas más importantes que, muchas veces, son de simple manejo y no requieren el control del especialista. Queremos instruir a los profesionales que están diariamente en contacto con los pacientes para que ellos sepan cómo manejar estas circunstancias y resolver adecuadamente las dudas o problemas que se suscitan en este tipo de pacientes. La enfermedad del hígado es silenciosa, por lo tanto uno no debe esperar que los síntomas den la alarma, hay que sospecharla y pedir los exámenes que permiten confirmar la enfermedad.
- Por último doctor, ¿de qué manera, cree usted, que esta patología debe ser sospechada?
Hay una serie de elementos que lo hacen a uno sospechar. La historia del paciente aporta información crucial. El hecho de tener un familiar cercano, que nunca bebió en exceso, que desarrolló una cirrosis, un cáncer hepático primitivo o murió por esta causa, no puede dejar indiferente al médico. El hecho de haber tenido una historia de conductas de riesgo para Hepatitis B y C también es un elemento que uno debe tener en cuenta, así como abuso de sustancias, antiguas transfusiones, promiscuidad o una historia larga de sobrepeso y diabetes, son todos elementos que a uno lo deben hacer pensar en potencial daño hepático crónico y si, además, esa persona tiene alguna alteración sugerente en las pruebas bioquímicas simples o en el examen físico, se tienen elementos más que suficientes para plantear que puede haber una enfermedad crónica del hígado. A eso es lo que queremos apuntar con este encuentro: a reforzar a los colegas de que ellos tienen la capacidad y las herramientas para hacer el diagnóstico. Queremos que tengan la enfermedad en la mente, que la diagnostiquen tempranamente para que el paciente reciba terapia. La gran mayoría de las enfermedades que se vuelven crónicas del hígado tienen tratamiento. Y si uno puede detener su avance, mejora el pronóstico de la enfermedad. Con todas las implicancias positivas que ello implica.
