https://www.savalnet.cl/mundo-medico/entrevistas/el-hospital-publico-es-la-escuela-de-la-medicina-de-urgencia.html
17 Marzo 2014

Dr. Carlos Moya Parraguez:

“El hospital público es la escuela de la medicina de urgencia”

Para este joven profesional, el Hospital El Pino de Santiago ha sido una gran escuela de aprendizaje en una especialidad que tiene relación directa con la sobrevida de un paciente. 

La ecografía, como procedimiento diagnóstico, ha sido una herramienta de gran utilidad en muchos ámbitos sanitarios y ya son varias las especialidades que se sirven de ella para llegar al conocimiento pleno de alguna patología presentada por el paciente. 

Si bien, en algún momento de la historia, otras tecnologías dejaron de lado a la ecografía, hoy ha cobrado nuevamente una importancia preponderante, sobre todo en las unidades de emergencia, donde los profesionales deben encontrar rápidamente respuestas a problemas claves que permitan orientar lo mejor posible al enfermo y sacarlo de su estado de gravedad.

Un convencido de los aportes de esta herramienta, que necesita de un conocimiento técnico y práctico importante, es el doctor Carlos Moya Parraguez, quien se convirtió en el primer médico chileno en obtener un Fellow en Ecografía de Emergencia y Paciente Crítico en la Universidad de Lleida en España, al alero del doctor Ramón Nogué Bou, quien se ha caracterizado por impulsar programas de formación para que se considere a la ecografía “como la prolongación de la mano del médico de urgencias”. 

Nacido en la comuna de Nancagua de la provincia de Colchagua en la Región del Libertador General Bernardo O'Higgins, el doctor Moya estudió medicina en la Universidad de La Frontera. Una vez egresado, trabajó cerca de 10 años haciendo medicina general en su región. “Pasé por todas las áreas de la medicina, pero lo que en realidad me deslumbró fue la medicina de urgencia, donde se trabaja y piensa rápido para poder llegar a un diagnóstico precoz y así manejar adecuada y criteriosamente a tu paciente”, confiesa el médico. 

“Sabía que no bastaba saber mucho de medicina, había que especializarse. Así es que lo hice en la Universidad de Santiago. Actualmente, ya soy postbecado y estoy a punto de comenzar a devolver mi especialidad en el Hospital Regional de Copiapó, como jefe de urgencia y como médico en la UCI. Conocí sobre ecografía y supe que eso era algo que quería aprender, porque me permitiría aumentar la capacidad diagnóstica de una forma rápida, eficiente, inocua y repetible”. 

Viajó a España y practicó al alero del doctor Ramón Nogué, realizando además pasadas en Francia con los doctores Tomislav Petrovic y Daniel Lichtenstein, con quienes adquirió el compromiso compartir su experiencia y de mejorar el pronóstico de los pacientes chilenos. Para conversar sobre lo que significa ser médico de urgencia, su avance y su experiencia, el doctor Carlos Moya Parraguez conversó amable y animadamente con SAVALnet.

- Doctor Moya, a fines de la década de los 60’, los hospitales sólo contaban con médicos de diferentes especialidades disponibles de planta que cumplían turnos de emergencia donde los resultados clínicos variaban enormemente. ¿Cuándo la medicina de emergencia comenzó a transformarse en una verdadera especialidad?

En definitiva, la especialidad se consagró como tal después de la Guerra con Corea, con todos aquellos avances desarrollados por Estados Unidos. Los especialistas de ese país se dieron cuenta que, a pesar de contar con todos los recursos y las tecnologías, no se resolvían los problemas de urgencia que se generaban y muchos pacientes morían. Entonces, apuntaron al entrenamiento de un médico para que pudiera resolver de forma rápida y expedita y entregar tratamiento oportuno. Al poco andar, se demostró que los pacientes sobrevivían y que el pronóstico era bastante bueno, porque aunque uno lo quiera nuestra especialidad no se trata de llegar y reanimar a todo el mundo, sino que a aquella persona que tiene opciones de sobrevivir y, en caso de hacerlo, de buena manera. Eso significa que todos tienen la posibilidad de que uno los reanime, pero hay que saber discernir y eso se logra a través de la formación y la experiencia que uno adquiere durante esos tres años de duro entrenamiento. 

- ¿Quiénes son los precursores mundiales de esta especialidad?

Como comentamos antes, los estadounidenses marcaron pauta y luego fueron agregándose nuevas experiencias como la australiana, la asiática desarrollada por Singapur y la europea. Actualmente, existen dos líneas de estudio: la escuela estadounidense y la francesa. Estados Unidos dio las directrices en el tema, pero fueron los franceses quienes fortalecieron y entregaron otro punto de vista de cómo actuar con el paciente. De hecho, ellos fueron los precursores del SAMU, sistema que se preocupa por llevar el hospital al paciente accidentado o grave, distinta a la escuela norteamericana que traslada al paciente para estabilizarlo en el centro de urgencia. Aún hay controversias sobre qué escuela es la mejor. Lo único que puedo agregar es que los urgenciólogos en el país somos pocos y muchos de nosotros nos hemos especializado con la influencia de ambas escuelas. 

- ¿Cuál ha sido la evolución de ella en nuestro país?

En Chile, la medicina de urgencia se inicia –como tal- hace 15 años. Si bien aún está en pañales, está caminando hacia la maduración. Los primeros especialistas se formaron en la Universidad de Chile y luego la Universidad de Santiago abrió la especialidad, más tarde lo hizo la Universidad Católica, el año pasado la Universidad de Valparaíso y este año comenzó a impartirse en la Universidad de La Frontera. Se ha ido potenciando y esperamos que siga ganando mayor acogida, a medida que vayamos aumentando el número de profesionales que nos dedicamos a ella. Ha causado impacto, porque muchos de nosotros somos urgenciólogos con perfil de intensivistas. Eso es algo que, en lo personal, encuentro apasionante y me gusta. Manejamos la medicina crítica de forma óptima. 

- ¿Cómo se fue encaminando hacia el mundo de las emergencias, donde cada paciente es un examen sorpresa y la adrenalina se vive al máximo?

Para mí ha sido todo un desafío. Como no me gusta la monotonía y menos la rutina, esta especialidad se ajusta plenamente a mi forma de ser. Lo que me trajo satisfacciones fue haber trabajado en emergencia durante mis primeros años de ejercicio. Además, tuve la oportunidad de trabajar como médico en destinación y formación en Graneros y luego en el SAMU de Rancagua. Ahí me di cuenta que lo mío iba por el camino de la urgencia. Para mí es una de las especialidades más entretenidas. Te encuentras con diferentes casos, tanto desde el punto de vista traumático como médico donde, muchas veces, tienes que trabajar en condiciones básicas y sacar adelante a tus pacientes con pocos recursos. Para mí fue una excelente escuela. Lo tomé como desafío, me fue bien y, de hecho, con el salubrista Carlos Becerra, gran amigo mío, creamos una unidad de emergencia, una especie de SAMU, conseguimos recursos por ahí y por allá y funcionamos bastante bien. Ahora, eso ya no existe, porque el SAMU formal tomó toda la región y la red, actualmente, está funcionando muy bien. Pero eso hace ocho años atrás no pasaba y me enorgullece haber colaborado. 

- ¿Cuáles son las responsabilidades y funciones del médico emergenciólogo?

En primer lugar, pesquisar, compensar y estabilizar al paciente. En esa línea. Uno tiene que tener la capacidad suficiente para tratar a un paciente con una patología leve como a uno crítico, ese es nuestro rol. Debemos pesquisar de forma oportuna a un paciente que está extremadamente grave, compensarlo y orientarnos bien hacia dónde vamos a focalizar nuestro tratamiento, bajo metas. Una vez estabilizado, entregarlo en las mejores condiciones al colega que corresponde. En aquellos lugares donde existe un déficit de profesionales de urgencia, somos nosotros quienes estabilizamos y luego seguimos trabajando en la UCI con ese paciente. En esos casos, cruzamos la línea entre la urgencia y la UCI. La verdad es que la urgencia se vive y se siente ahí, donde “las papas queman”, por eso es importante que los nuevos profesionales se formen en los hospitales públicos. Mis nueve meses de entrenamiento por el Hospital El Pino han sido –lejos- la mejor escuela a la que he podido asistir. La esencia de mi especialidad yo la viví en un hospital público, que es la Meca de la medicina de urgencia, sobre todo los periféricos, porque los pacientes no llegan con diagnósticos como, por ejemplo, en la Posta Central donde llegan derivados. Nosotros debemos encontrar el diagnóstico y, en el momento adecuado, hacer un tratamiento precoz, oportuno, estabilizarlo y entregarlo. 

- Dentro de la sala de emergencia, el uso de ultrasonido ha pasado a tener un rol crucial en la atención médica moderna, tanto es así que en 2011 las sociedades de cuidado intensivo en el mundo realizaron un consenso, en el cual se considera que el entrenamiento en ecografía debe hacer parte de la formación de los especialistas en cuidado intensivo. ¿Por qué es una herramienta tan indispensable?

En primer lugar, desde el punto de vista médico legal, tiene una gran repercusión, porque cuando tú colocas catéteres venosos centrales la chance de complicaciones es muy alta, pero con la ecografía el panorama cambia. Si tú realizas el procedimiento ecogiado es más seguro, rápido y hay menos probabilidades de complicaciones y problemas futuros. Al realizar mal una técnica, la posibilidad de infección es altísima, en cambio con el ecógrafo eso no pasa. Por otro lado, en los pacientes críticos de la UPC –como se hace en Europa puedes monitorizar la hemodinamia del paciente crítico y es tu soporte visual cuando estás en protocolo de reanimación. En definitiva, te certifica y fundamenta una hipótesis diagnóstica en pocos segundos a través de la imagen. Uno con la ecografía puede ver y escuchar. 

- ¿Y cuándo se dieron cuenta que la ecografía se podía utilizar en esta área?

En la década del 90’, los cirujanos comenzaron a utilizarla para hacer el FAST. Pero ahora, la ecografía ha ampliado bastante su campo, sobre todo para nosotros. Con la ecografía haces un FAST extendido que parte desde el pulmón hasta la pelvis. Hasta hace un par de años atrás, la literatura decía que la ecografía no era el examen indicado para el pulmón, de hecho los radiólogos no hacen ecografía pulmonar, pero en Francia, el doctor Daniel Lichtenstein, a quien tuve el gusto de conocer, revolucionó a los colegas con un trabajo que demostraba cuán valiosos eran los artefactos que no se utilizaban comúnmente para llegar a importantes diagnósticos. La ecografía pulmonar hoy está entrando fuerte, porque se están pesquisando mejor los neumotórax, que tienen mayor sensibilidad a la ecografía que a la radiografía. En España, por ejemplo, nos enseñaron a correlacionar la presión intracraneana a través de la ecografía del nervio óptico. Esta técnica se está utilizando mucho en Medio Oriente y en lugares donde no hay recursos, ni menos scanner. Mi fellow me sirvió para aprender, entre otras cosas, técnicas que no se utilizan en el país. La idea es poder compartirlas con los colegas, para hacer de la ecografía una herramienta indispensable en nuestras urgencias, porque la ecografía está cambiando el futuro de nuestra medicina. 

- La ecografía es la herramienta más exacta, portátil, fácil de usar y costo-efectiva disponible actualmente para los profesionales de la salud como ayuda diagnóstica adyuvante al examen físico. Hay quienes postulan que, en un tiempo más, sería el reemplazante natural del fonendoscopio. ¿Qué tan cierta es esa premisa?

Yo creo que va a ser la evolución acústica del fonendo, que se va a mantener. Si bien es un instrumento más caro, en un futuro próximo va a ser fundamental e incluso los médicos tendremos en un bolsillo el ecógrafo portátil, en el otro el otoscopio y quizás el fonendo en el cuello, pero no lo va a desplazar. 

- Usted se ha convertido en el primer médico chileno que posee un fellow en ecografía de emergencia. ¿Cuéntenos un poco sobre su experiencia en el extranjero y de qué manera ha implementado esos conocimientos en nuestro país?

Ha sido una de las experiencias más bonitas de mi vida. Yo fui en enero de 2014, estuve 45 días en Barcelona al alero del doctor Ramón Nogué Bou. Él es una autoridad en ecografía a nivel mundial. A mí la ecografía me había entusiasmado, pero en realidad allá me di cuenta que es fundamental y que estamos muy atrasados en este campo todavía. De hecho, para los Triage en Italia y Francia se hacen con ecógrafo, lo que permite hacer más expedito el servicio de urgencia. La técnica es fundamental, yo se la debo a grandes maestros, en Francia estuve en el SAMU 93 de Paris con el doctor Tomislav Petrovic realizando el módulo de ecografía prehospitalaria y con Daniel Lichtenstein, que es una autoridad en la ecografía pulmonar y que me enseñó que la tranquilidad en nuestro trabajo es fundamental. Puedes plantear un diagnóstico, fundamentarlo con la ecografía y estás haciendo una medicina totalmente completa y que va en beneficio del paciente con el componente de tranquilidad para el profesional. La forma de implementar esos conocimientos es capacitando, no con cursos de tres días, sino con un entrenamiento sostenido. Uno hace al maestro haciendo y la única formar de ir soltando la mano es practicando diariamente. Recién en el congreso de Pucón en 2013 se planteó la idea de oficializar esta instrucción como parte de la maya curricular de la especialidad y espero poder aportar en eso. 

- Por último doctor, con la experiencia adquirida y con su vitalidad, ¿cuáles son sus proyectos futuros con respecto a esta materia? 

Queremos estructurar un curso teórico-práctico donde los alumnos que participen estén en contacto frecuente con los especialistas que dicten el programa y que cumplan con un número determinado de ecografías, ojalá unas 30 por mes, de manera de ir revisándolas y potenciando el conocimiento. Para mí, lo ideal sería proyectar un diplomado de la especialidad. Ya hemos adelantado camino con algunas instituciones y hemos conversado con académicos franceses y españoles que podrían venir como profesores. Si bien la parte teórica es fundamental, la técnica y la práctica hacen al maestro. Así es que esperamos poder formar a varios maestros en nuestro país, para que contribuyan a la salud nacional.

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