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La retinopatía diabética (RD) es una complicación ocular causada por la diabetes, en donde la circulación de la retina se deteriora de modo tal, que se producen dos eventos terminales: crecimiento de vasos de neoformación y subsecuente hemorragia o edema retinal, que pueden provocar deterioro de la agudeza visual e incluso, ceguera. Puede o no generar síntomas, por lo que la prevención es parte fundamental de un buen pronóstico.

Cifras entregadas por la Encuesta Nacional de Salud de 2017, muestran que 12,3% de la población nacional padece diabetes y según datos del Departamento de Salud Visual de la Sociedad Chilena de Oftalmología, 30% de pacientes con diabetes mellitus (DM) presenta retinopatía diabética. 

Pese a su gravedad, la pérdida de la visión puede evitarse. “El llevar hábitos de vida saludable, mantener un control metabólico estricto, monitoreo de la glicemia y presión arterial y asistir de forma periódica al oftalmólogo permite evitar que el daño progrese”, comenta el doctor Ricardo Agurto Rivera, oftalmólogo especialista en retina y trauma ocular de Clínica Alemana.

- ¿Cómo se define la retinopatía diabética?

Es una alteración vascular en que la retina sufre los efectos sistémicos provocados por el estado de hiperglicemia. El daño acumulado provoca diversas lesiones como neovasos, edema, hemorragias entre otras y acorde va progresando, puede terminar en ceguera.

Lamentablemente la RD no siempre presenta síntomas, por eso muchos pacientes no sienten complicaciones visuales, pero sin saberlo tienen un estado avanzado de la enfermedad.

Las consecuencias de la DM están estrictamente relacionadas con el control metabólico. Una persona que se cuida puede tener daños mínimos que no requerirán tratamiento. En cambio, en un paciente con mal control metabólico los daños pueden ser importantes.

- ¿Cuál es la situación actual en Latinoamérica y en Chile?

Es una afección que genera serios problemas de salud pública en términos de control de pacientes, tratamiento y rehabilitación. Por lo tanto, existe una alta posibilidad de presentar daños significativos. Se estima que para el 2040 en Latinoamérica el número de portadores de diabetes aumentará en 60% (según datos de la OPS).

El control de la diabetes, en general, es deficiente. De todas las personas que presentan la enfermedad, solo la mitad es diagnosticada. A su vez de ese ese grupo el 50% sigue de forma correcta el tratamiento y de ellos solo la mitad alcanza objetivos adecuados.

En nuestro país hay aproximadamente un millón novecientos mil diabéticos y entre ellos 3% a 4% ya posee un daño que amenaza la visión, que no está diagnosticado y que podría requerir tratamiento (Minsal).

- Respecto a los daños en un paciente con DM, ¿cómo se identifican?

La diabetes genera una serie de alteraciones, por ende, la única forma de identificarlo es a través del examen fondo de ojo. Una vez realizado, si el paciente reune los criterios, se deriva a tratamiento.

Cabe destacar que este examen no necesariamente tiene que efectuarlo un especialista en oftalmología, también puede realizarlo sin problema el médico general entrenado en oftalmoscopía, como parte de su chequeo.

- ¿Qué desafíos presenta esta problemática en nuestro país?

Lograr que los pacientes lleven un adecuado control metabólico, ya que podemos operar muchas veces los ojos, pero si no hay buen control de glicemia el problema persistirá.

Dicho lo anterior, las personas de riesgo -sobre 40 años, obesos y con historial familiar- deben realizarse los exámenes de glicemia o test de tolerancia a la glucosa para así diagnosticar la enfermedad de manera temprana y darles la oportunidad de recibir tratamiento farmacológico y nutricional.

Otro desafío es que los doctores debemos ir a buscar pacientes diabéticos y realizarles fondo de ojo una vez al año. Si lográramos eso, las incidencias de retinopatía diabética complicada disminuirían notoriamente. En Chile, solo uno de cada cinco pacientes se lo realiza anualmente.

A nivel del servicio público hay experiencias interesantes. Por ejemplo, el grupo de oftalmología del Hospital Sótero del Río se traslada a puntos estratégicos con sus cámaras de fondo de ojo y realizan operativos. Estas iniciativas preventivas benefician el pronóstico.  

- ¿Cuáles son las terapias disponibles para su control?

La primera terapia es tener un control metabólico. Por otro lado, existen varias alternativas disponibles que se determinan de acuerdo al daño existente. El láser es el tratamiento estándar, también se encuentran a disposición las inyecciones de anticuerpos intraoculares que ayudan a prevenir la progresión del daño y, por último, la vitrectomía.

- ¿Cómo ha sido el seguimiento a los controles?

Tal como en otras patologías, producto de la pandemia se ha dificultado para las enfermedades crónicas y muchos pacientes han faltado a su control desde hace varios meses por miedo al contagio. Al igual como pasará con el cáncer, la tasa de morbilidad por diabetes se incrementará a raíz de la detección tardía.

- ¿Qué hábitos se pueden adoptar como medida de prevención?

El paciente diabético debe asumir que vivirá con esta patología para toda la vida. Por lo tanto, no debe luchar contra ella, sino hacerla parte de su diario vivir. Dentro de los hábitos fundamentales que deben adquirir, está la realización responsable de los controles de fondo de ojo una vez al año. Si presenta molestias debe ser pesquisado rápidamente acudiendo al oftalmólogo.

Es muy relevante la educación e información que se le debe entregar a la población respecto a los posibles problemas que deriva la diabetes y recalcar que no se puede hacer otra cosa para evitar la progresión del daño que adoptar hábitos de vida saludable.

- ¿Cómo han avanzado los métodos diagnósticos en las últimas décadas?

Muchísimo. Han aparecido métodos de inteligencia artificial como el fondo de ojo automatizado. Este permiten evaluar mediante fotografías que muestran si se encuentra dentro de los parámetros normales o no.

Con anterioridad, el método utilizado era la evaluación por el médico. Hoy los pacientes tienen acceso a diversos especialistas -no necesariamente oftalmólogos- que pueden realizar este examen. 

Se debe motivar e instruir a los médicos de atención primaria sobre la importancia de que ellos también lo realicen, para así poder agilizar la búsqueda de un posible daño y derivarlos con el especialista a tiempo.

Por Camila Gutiérrez P.