Dr. Manuel Brañes
Terapia de Ondas de Choque, una herramienta del futuro
Las ondas de choque extracorpóreas se introdujeron al campo de la terapia médica a mediados de los ’80 con el objeto de desintegrar cálculos renales. Desde entonces, la técnica ha cambiado el tratamiento de la urolitiasis en forma sustancial. Sin embargo, la urología no es el único campo médico donde es posible aplicar este revolucionario avance, ya que en la última década se han aplicado con éxito en el campo de la Ortopedia y la Traumatología para tratar patología insercional (entesitis), tendinosa (paratendinitis, tendinosis) y ósea (retardo de consolidación, pseudoartrosis, necrosis avascular de la cabeza del fémur).
Con una gran aceptación por parte de los especialistas, la terapia con ondas de choque extracorporales (TOCE) están cambiando la terapéutica traumatológica en forma sustancial, permitiendo generar cambios estructurales en los tejidos, estimulación de crecimiento óseo, estimulación del proceso regenerativo del tejido, neovascularización y disminución de mediadores del dolor en foco inflamatorio.
En Chile, la técnica fue introducida a fines de los ’90 por el doctor Leonardo Guiloff, quién tras asistir a un curso en Brasil, comenzó a aplicar en nuestro país los parámetros que indicaba la Organización Internacional de Ondas de Choque. Al comienzo utilizó maquinaria diseñada para propósitos urológicos y, más tarde, siguió desarrollando su quehacer con tecnología especializada.
Desde los primeros años de exploración de esta novedosa área, el doctor Guillof trabajó junto al doctor Manuel Brañes, quien se había desempeñó durante casi 20 años en el hospital Militar, creado una unidad de especialistas enfocados a la patología del hombro.
Desde sus años como estudiante de Medicina en la Universidad de Concepción, el doctor Brañes se sintió atraído por la histopatología y la investigación, por lo que se sumó con gran entusiasmo a trabajar en este equipo de avanzada que se fue articulando en torno al doctor Guiloff en la Clínica Arauco Salud.
¿En qué consiste la terapia de ondas de choque?
- Las ondas de choque son ondas acústicas. Básicamente se trata de una onda que transmite presión. Se afecta al paciente aplicándole esta energía acústica que determina la aparición de un núcleo de presión hacia el interior de los tejidos. Allí se produce lo que conocemos como impedancia acústica, lo que significa que los tejidos trasmiten o no este frente de presión que es la onda de choque. Entonces cuando encuentra un objetivo como un cálculo, la onda hace temblar, fisura, craquéela, el núcleo de calcio y se concentra en toda su superficie.
¿Cuándo comenzó a aplicarse esta técnica a la traumatología?
- A principios de los ’90 un equipo de médicos alemanes estaba atendiendo a un paciente que tenía un cálculo, pero que a la vez tenía una fractura antigua de pelvis no consolidada, entonces los médicos atacaron el cálculo por ahí y, a las diez semanas, se encontraron con la sorpresa de que había aparecido hueso en esa fractura. En los años siguientes se comenzaron a hacer una serie de investigaciones para determinar por qué las odas de choque eran capaces de producir hueso. Se hicieron pruebas en animales y a mediados de esa década se empezó a utilizar el concepto de ondas de choque en traumatología. Al principio se utilizaban cuotas muy altas de energía, lo que se fue regulando hasta llegar a un volumen óptimo, lo que también ha permitido usar la técnica con buenos resultados en el ámbito de la revascularización cardiaca.
¿Cuáles fueron los usos que se le dio a la técnica cuando comenzó a aplicarse en traumatología?
- Básicamente, se aplicó en patología crónica tendinosa, fascitis plantar, tendinopatías de hombro, especialmente las cálcicas, porque allí se da este fenómeno de la impedancia acústica donde la energía se concentra y se expresa mejor.
Es sin duda un campo muy novedoso…
- Sí. Por eso, además de atender a los enfermos siguiendo las indicaciones de la Organización Internacional de Ondas de Choque, desde el año 2001 nos hemos abocado principalmente a la investigación para describir el efecto de esta técnica. En la actualidad sabemos que se trata de un efecto celular, pero cómo aún no se han descrito del todo los mecanismos de la infamación aguda y la inflamación crónica, tenemos un gran campo para observar como funciona el proceso, con la finalidad de que la herramienta sea aplicada al tejido de la forma óptima para alcanzar la resolución del problema. Como nuestro conocimiento de la patología es aun incompleto, a veces nos encontramos con que esta herramienta está funcionando pero nos encontramos con problemas a la hora de explicar el por qué.
¿Están desarrollando algún estudio en particular?
- Sí, estamos desarrollando estudios sobre los efectos tisulares a través de la histopatología, campo en el que se integró el doctor Luis Contreras, en cuyo laboratorio analizamos las muestras de nuestros pacientes. Ya estamos en condiciones de hacer estudios de inmunohistopatología, es decir, ya no sólo analizaremos como responde la célula, sino que ahora podremos ver proteínas que están incorporadas en la membrana de la célula y que son marcadores celulares. Porque nosotros vemos cambios que indican reparación, entonces ahora queremos saber qué tipo de células son y qué tipo de reparación están realizando.
¿Qué recomendaría a los médicos jóvenes interesados en esta área?
- Es importante que los nuevos especialistas desarrollen estudios permanentes en el ámbito de las ciencias básicas. La traumatología es un área que siempre está avanzando en lo que se refiere a diagnóstico y tratamiento, pero cuando vamos a las ciencias básicas aparece una visión más completa del individuo, entonces lo óptimo es que los jóvenes se preparen para desarrollar investigación, por ejemplo, en ciencias biológicas. De hecho esto ya se está haciendo, por lo que hoy contamos con jóvenes profesionales cada vez más preparados para enfrentar los futuros desafíos tanto de ésta como de otras áreas.
