Dr. Fernando González Simon:
“La ciencia ha dado un salto muy importante en estos últimos años”
El doctor Fernando González Simon, es un destacado oftalmólogo de la VIII Región. Tiene casi 90 años, por lo que su historia de vida es, por decirlo menos, bastante extensa.
Su familia oriunda de España, realizó un periplo por Argentina antes de llegar a nuestro país, donde nació el doctor González en la ciudad de Angol en el año 1917. Durante su infancia vivió en Temuco y Valdivia; y una vez rendido su bachillerato comenzó sus estudios de medicina en la Universidad de Concepción, los que años más tarde terminó en la Universidad de Chile en Santiago.
Trabajó más de 30 años en el Servicio Nacional de Salud, desde donde pudo observar los profundos cambios que ha experimentado la salud chilena en todos los años en los que ejerció su especialidad.
Actualmente, ya retirado de la práctica médica, se ha reencontrado con la ciencia y su estudio a través de Internet, una fabulosa herramienta que le permite mantenerse al día desde la comodidad de su hogar.
Desde el mismo escritorio donde escribió sus Recuerdos de una vida, el profesional nos relató parte de ella y confesó que a pesar de ser “un sobreviviente de todas mis enfermedades, sigo vivo y despierto”.
Para el doctor González “existen siete causas que van produciendo el envejecimiento, si usted va corrigiendo eso la persona sigue viva, activa y sana. Con los avances de la ciencia y el mejoramiento de la calidad de vida de las personas es posible alargar la vida del ser humano”. Él es un vivo ejemplo de aquello.
- Doctor, qué lo motivó, en una primera instancia, estudiar medicina y luego especializarse en oftalmología
- A mi me gustaba mucho la psiquiatría, la ginecología y la obstetricia, porque ayudar a una mujer a tener y a recibir a su hijo lo encontraba algo muy bonito, hasta que conocí al jefe del Servicio de Oftalmología del Hospital San Juan de Dios de Santiago que era una bellísima persona. En esos años, no estaba reglamentada la especialización en oftalmología como ahora, por lo que había que ver la manera de captar información y experiencia en cirugía para que a uno lo dejaran ser especialista. La oftalmología, aparte de ser una especialidad muy bonita, permite solucionar muchos problemas del paciente. Hay sólo unas pocas cosas que son insanables y que finalmente terminan en ceguera, que es lo misma sensación que le puede producir a un médico general que se le muera un paciente. Por eso nos organizábamos muy bien en lo era la prevención, porque muchas de las enfermedades que afectan a los ojos no dan síntomas. Incluso una de las patologías que causa mayor ceguera en la población, como es el glaucoma, no presenta síntomas. Entonces cuando una persona se da cuenta, ya ha perdido un porcentaje importante de la visión que, lamentablemente, no se recupera. Entonces es importantísimo hacer una medicina preventiva, así con controles periódicos es posible ayudar a las personas que lo necesitan. En cambio, si se empieza a tratar tarde, sólo se puede detener la progresión de la enfermedad para que no siga empeorando. También el oftalmólogo puede ayudar frente a las lesiones retinales diabéticas, si bien la diabetes no se cura se puede tratar para ayudar a mejorar la calidad de vida del paciente. Otra enfermedad traicionera es la hipertensión que también es una enfermedad asintomática… de repente revienta. Por eso es muy importante la prevención y poner ojo al paciente. Trabajé 30 años en la misma parte y luego me retiré, porque a pesar de que la especialidad nuestra es muy bonita, también es muy estresante, porque la cirugía es delicada y es muy frecuente que un paciente que se opera se complique por mil causas y sobre todo en aquel tiempo donde la tecnología para esta especialidad no estaba tan desarrollada como ahora.
- ¿Dónde desarrolló su quehacer profesional?
- Yo trabajé 30 años en el Servicio Nacional de Salud como médico del Hospital. Cuando yo empecé a estudiar los centros asistenciales se llamaban hospitales de beneficencia, no tenían nada que ver con el Estado, eran mantenidos por los privados y los médicos que trabajaban allí lo hacían sin estipendio, sólo por colaboración. Después, con el tiempo y ha medida que todo fue creciendo, se fue organizando mucho más el tema y el Estado se hizo cargo definitivamente de la salud de las personas. Estuve desarrollando mi labor profesional unos pocos años en Santiago, pero decidí venirme a Concepción, porque Santiago fue creciendo mucho y el ritmo de vida se volvió demasiado complicado y acelerado, lo que dificultaba realizar una vida familiar normal. Entonces decidí venirme y privilegiar la calidad de vida y sólo volvía a Santiago para reuniones importantes o congresos.
- ¿Y por qué eligió Concepción y no otra ciudad?
- Porque yo estudié aquí medicina. Cuando yo empecé a estudiar en el año 1937, la Universidad estaba sólo comenzando: tenía recién cuatro años de medicina a cuestas, todavía no se había graduado ninguna generación de médicos. Estudié cuatro años acá y después me tuve que ir a Santiago a terminarla. Me tocó vivir el terremoto del 1939 que provocó la pérdida de muchas vidas humanas. En Chillán y en Concepción fue una cosa tremenda, porque las construcciones en ese entonces no se hacían pensando en posibles terremotos, además que no se contaba con la tecnología antisísmica que existe en la actualidad.
- Es impresionante la multifacética vida que Usted ha logrado llevar. Artista, fotógrafo, pintor, escritor y oftalmólogo. Nos podría contar cómo logró compatibilizar todas estas pasiones con su quehacer profesional
- Yo siempre he sido un lector aficionado y muy persistente. Trato de leer todo lo que se ha publicado, uno así se va familiarizando con el idioma y eso tiene una enorme importancia, porque el pensamiento de los hombres se basa en las palabras, que son ideas pensadas. Además, a mi me gustaba el arte plástico sobre todo la pintura y la fotografía. Como no tenía mucho tiempo, estas pasiones se transformaron en mi entretención de los días domingos. A mÍ me interesaba mucho el paisaje natural, así que se me ocurrió revisar toda la documentación fotográfica que tenía y las comencé a pintar. Me dediqué a la fotografía hasta hace poco, hasta que mi salud lo permitió. Después me puse a pintar en el computador, éstos tienen programas de pintura algunos más simples y otros más complicados. Como ahora se me dificulta el caminar, el computador se ha transformado en un verdadero compañero. Paso siempre frente a él, tiene todo lo que necesito. Además, no sólo me presta ayuda para pintar, sino que todo el avance en conocimiento está aquí: en Internet. Cuando yo jubilé me acerqué a este nuevo mundo, que para mí hasta ese entonces era totalmente desconocido.
- Si bien Usted ha dejado de ejercer la medicina no se ha desvinculado del mundo de la ciencia. ¿Cómo ha sido este proceso de volver a encontrarse con ella, pero ahora desde otro escenario completamente diferente al pasado?
- No es que yo me haya desvinculado de la ciencia, sólo me alejé de la práctica. Porque mientras ejercía siempre me mantuve al día sobre los adelantos científicos y tecnológicos, porque la medicina es una ciencia que está en constante cambio. Internet es como una especie de milagro, usted pone una palabra y salen millones de publicaciones en menos de dos segundos. Esto es fabuloso. Para mí resulta muy entretenido, novedoso y enriquecedor. A esto dedico el día, a trabajar en el computador y a aprender. A veces siento que este aparatito lo hicieron a la medida para mí. La ciencia ha dado un salto muy importante. Ha sufrido un cambio, una transformación, un avance que es fundamental. Hay dos o tres cosas que antes no se conocían por ejemplo, el ADN, que ha cambiado a varios aspectos de las ciencias, así como también ha hecho lo suyo la nanotecnología que ha entrado muy fuertemente dentro de la medicina.
- Don Fernando lo voy a llevar a otro plano, Usted se encuentra próximo a lanzar su libro “Recuerdos de una vida”, en él qué es lo que el lector encontrará
- En este libro cuento con más detalle todas estás cosas en las cuales hemos basado esta interesante conversación. Y lo escribí, porque desde que yo me recibí hasta hoy la ciencia ha ido progresando a pasos agigantados y de ese proceso es necesario dejar un registro. Este libro habla de los cambios enormes que van a venir en el futuro.
- Por último doctor, a quiénes está dirigida esta publicación. Sólo a personas ligadas con el mundo de la medicina o a cualquier otro tipo de lector
- Lo puede leer cualquier persona, porque no tiene terminología técnica. Es un libro que puede llegar a ser útil en el sentido de promocionar nueva información beneficiosa para el conocimiento de todas las personas.
“Una vez alguien me dijo que toda persona debería escribir sus recuerdos, aunque pareciera no tener mucho que decir. A cada individuo la vida le marca su propio camino, que es sólo de él. Nadie en el mundo acumula las mismas experiencias. Así cada existencia puede ser apreciada como una obra de arte modelada por el azar, y ubicada en un espacio y un tiempo irrepetibles”.
La alentadora y vasta experiencia de vida llevó al doctor Fernando González Simon a combinar durante toda su vida la pasión por el arte, la cultura y la ciencia con una tremenda vocación social. Con las líneas anteriores, el profesional comienza a relatar en su libro, de manera coloquial, su vida: un verdadero ejemplo de constancia y dedicación.
