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23 Abril 2007

Dr. Glenn Hernández:

“La UTI es una buena oportunidad para reflexionar sobre un tema esencial: la muerte”

En el marco de la organización del Segundo Curso Universitario de Medicina Intensiva 2007, actividad que corresponde a un esfuerzo conjunto de la Pontificia Universidad Católica de Chile, de la Universidad de Chile y de la Universidad del Desarrollo, el doctor Glenn Hernández, Profesor Adjunto de Medicina Intensiva y jefe del Programa de formación de postgrado de Cuidados Intensivos de la Pontificia Universidad Católica de Chile conversó con SAVALnet sobre los avances y la difusión que ha alcanzado la Medicina Intensiva en los últimos años.

La UTI, su lugar de trabajo, no es sólo un espacio en el cual vive en constante fricción entre la vida y la muerte de sus pacientes, sino que también es la sala de clases donde enseña a sus becados a ser grandes profesionales y mejores personas.

- Doctor Hernández, cuéntenos cómo se interesó por la medicina y dónde la estudió
- Bueno, yo estudié medicina en la Universidad de Chile sede Valparaíso. Si bien nací en Santiago gran parte de mi vida adulta la viví en la V Región. La verdad es que la llegada a medicina fue un hecho casual en mi vida, quería estudiar algo humanista, ser periodista de combate o de guerra era mi sueño. Pero en la época en la que me tocó entrar a estudiar, la única Escuela de Periodismo estaba, de alguna manera, intervenida por lo que en esas condiciones yo no podía estudiar. Entonces me angustié, porque me fue bien en la prueba. No sabía que estudiar. Pensé en derecho, pero lo encontraba aburrido. Medicina no se me pasó por la mente jamás. Me puse a revisar mi puntaje, me había ido relativamente bien en la parte biológica y entonces me decidí a postular, pero fue de mala gana. Entré con la idea de quedarme si es que me llegaba a gustar. Los dos primeros años me cargaron, pero después del tercero, cuando empezamos a ver pacientes, me empecé a entusiasmar. Finalmente cuando me recibí me gustaba completamente la carrera.

- Aparte de tratar con pacientes a partir del tercer año, que otra cosa lo cautivó de la medicina
- Siempre me gustaron las deducciones clínicas en base a los análisis fisiopatológicos. Me gustó mucho la fisiopatología, es decir, el estudio de las manifestaciones biológicas y físicas de la enfermedad en cuanto a su relación con las anomalías y alteraciones fisiológicas subyacentes. Eso me apasionó. Cuando me recibí ya tenía un bichito adentro, ni siquiera había visto una UTI de cerca, pero tenía el bicho de la deducción, era una cosa más fina de lo habitual, que iba mucho más allá del estetoscopio, de escuchar el ritmo cardíaco, o de tomar la presión. Por eso me costó decidirme por una especialidad, porque yo veía que eso que yo tenía no era aplicable a todas las especialidades, donde la fortaleza estaba en otras cosas. En eso estaba cuando, de forma casual, estando en séptimo año de medicina un docente me pidió que fuera a la UCI a buscar un libro. Entré a la UTI y me enloquecí con lo que vi: me acuerdo que había una persona en shock a la que le estaban haciendo reanimación cardiopulmonar, eso fue fisiología en vivo. Como siempre fui una persona muy intuitiva supe, en ese instante, que eso era lo mío. Era diferente a trabajar en una consulta, aquí si te equivocas en un diagnóstico puedes tener consecuencias nefastas en un par de horas, incluso en un par de días el paciente puede llegar a morir.

- ¿Cómo empezó su proceso de formación en esta área
- En un principio yo aplicaba la fisiopatología de manera intuitiva, después hice medicina interna en Valparaíso y me asocié precozmente a la vida universitaria, porque recién recibido fui ayudante de la cátedra de farmacología, por lo que tuve una formación casi mixta. Cuando terminé mi beca me quedé en la cátedra de Farmacología y Medicina Interna en el Hospital Carlos van Buren de Valparaíso, donde empecé a hacer guardia en la UTI. Ahí fue abriéndose mi mundo a los cuidados intensivos. Y bueno empecé a hacer una carrera.

- Cuéntenos un poco más sobre eso
- En 1989 y 1990 hice estadías de postgrado en España y en Estados Unidos en la Universidad de Minesota, donde enseñaba el doctor Frank Cerra. Con él me terminé de enamorar del cuidado intensivo. Él era un líder, un hombre brillante intelectualmente hablando que incluso llegó a describir síndromes fundamentales en cuidado intensivo. Lo visité varias veces después y establecimos una relación profesional de contacto estrecho; él escribió algunos capítulos para libros que yo he editado sobre el tema. Fue una verdadera fuente de inspiración para mí, porque hasta antes de conocerlo, y mientras realizaba medicina interna, reconozco que tuve la duda entre dedicarme a la nefrología o al cuidado intensivo.

- Y qué hecho lo terminó de convencer de que la medicina intensiva era lo suyo
- Después de conocer al doctor Cerra me decidí. También influyó el hecho de que en 1993 me invitaron a formar parte de la Universidad Católica, donde me ofrecieron una carrera docente y, además, algo que para mí era maravilloso: dedicarme full time a esto que me apasiona, porque la mayoría de los intensivistas, por la situación de cómo están diseñadas las estructuras de los servicios, se dedican part time, es decir, hacen turnos en una UTI pero se ganan el resto de la vida como cardiólogos, como médicos internistas o trabajando en consultorios; entonces la posibilidad que alguien pueda ganarse la vida dedicándose full time al cuidado intensivo es una posibilidad que se da en muy pocas partes de Chile y sólo se dio gracias a que la Universidad es una institución a la que le interesa fomentar la investigación y la docencia. Acá he logrado ser absolutamente feliz. Antes yo corría entre la consulta y la UTI, hacía tres turnos de noche a la semana, terminaba destruido y muerto y cuando llegué acá pude realmente desarrollarme y fue ahí cuando empecé crecer y a desplegar toda una línea de investigación.

- Actualmente, ¿cuáles son los temas en los cuales la Universidad está interesada en desarrollar investigaciones?
- Shock séptico, ese es mi tema, porque es una patología de elevada mortalidad que va entre el 30 y el 80 por ciento. Si tú quieres comparar eso con algo, la mortalidad del infarto agudo al miocardio va del 6 al 8 por ciento, o sea, esto cuadruplica casi la mortalidad del infarto agudo al miocardio cosa que es tremenda. Hay muy pocas enfermedades en medicina que maten en una o dos semanas a tanta gente que la padezca. No sé si la gente es capaz de dimensionarlo, esto equivale a la mortalidad del gran quemado o del politraumatizado grave. Incluso, si a ti por ejemplo, te diagnostican un cáncer, te dan expectativas de vida de 5 años… en el shock séptico no pasa eso, te mata, pero la gracia que tiene a la vez es que si te recuperas no deja secuelas. Si bien tu riesgo de morir es muy alto durante una o dos semanas, si te recuperas vuelves a una vida normal. Lo importante del shock séptico es que es una crisis circulatoria que tiene que ver con la microcirculación, con las toxinas y tiene una fisiopatología maravillosa de la cual cada día se van descubriendo más cosas. Presenta muchos desafíos en cuanto al manejo. Nosotros, por ejemplo, hace algunos años publicamos un algoritmo de manejo de shock séptico que ha tenido un resultado muy bueno y que nos puso en el piso de la mortalidad de lo publicado históricamente. De hecho te puedo decir, con satisfacción, que ese algoritmo está siendo aplicado en varios países de Latinoamérica por distintos centros, hemos hecho varios estudios multicéntricos y hemos participado en estudios mundiales en este mismo tema, al que nos hemos dedicado con la idea de mejorar la ciencia y los resultados.

- Me imagino que esta área en la que Usted desempeña su labor profesional es muy movida y de mucha intensidad. Por lo mismo, como académico, qué es lo que trata de transmitir a sus alumnos
- Desde el punto de vista humano, ver a un paciente en la UTI entregado a toda esta tecnología extraordinaria nos demuestra la inmensa fragilidad del hombre y cómo vivimos permanentemente, sin darnos cuenta, al borde del abismo. Nos muestra la profundidad y nos trae el eco de nuestra resonancia tan efímera como entes vivos. Y esta crisis de vida que lleva a la UTI, que pone en peligro inminente a una persona que hasta hace pocos días llevaba una vida absolutamente normal a veces, crea toda una dinámica de indefensión; los pone en una estepa cruda y desolada, aislada de sus familiares, inconsciente, sedado, conectado a maquinas que no conoce, a seres vestidos de blanco también desconocidos. Además, los familiares también están aislados del paciente, porque existen unidades de cuidados intensivos que son restrictivas. Independientemente de ello, aunque una señora esté al lado del marido internado en la unidad, existe un aislamiento bidireccional, porque como el paciente está sedado y conectado no hay comunicación, por lo que están aislados igual, eso es muy fuerte. El paciente, inmerso en esta indefensión extrema, cae en manos de un grupo de médicos, enfermeras, kinesiólogos y paramédicos que no lo conocen. Eso crea una situación de presión muy fuerte y de vulnerabilidad que hace que frente a cualquier error técnico que uno pudiera cometer rápidamente puede tener consecuencias. Además existe una fragilidad fisiológica en la que si uno no toma una decisión a tiempo sobre que droga usar se pasa el minuto de oro y puede ser que media hora más tarde tal o cual droga ya no funcione. El intensivista, además de ser un buen médico, debe ser como un psicólogo para la familia. Yo le digo a mis becados “el cariño que deben tener para tratar a este paciente, también lo deben tener para tratar a la familia”. Siempre es bueno saber algo de la biografía del enfermo, uno tiene que saber cuál es el sustrato afectivo y biológico de su paciente. A veces, es difícil cuando tenemos pacientes de un día, pero cuando son crónicos la cosa cambia.

- Además es una forma de no desensibilizar al médico, ya que se corre el riesgo de perder la capacidad de impresión cuando una persona está todos los días expuesta a la muerte
- Por supuesto. Hemos hecho algunos trabajos, que se escapan a mi línea de trabajo principal, pero que tienen que ver con mi parte humanista, que pretenden humanizar y personalizar más la UTI. Yo trato de trasmitirle a mis alumnos que la UTI es una buena oportunidad para reflexionar sobre un tema esencial que es la muerte, si uno vive en la UTI y no reflexiona respecto a eso quiere decir que uno está mal. Sirve también para reflexionar en el plano personal, prepararse para morir, reflexionar sobre qué es la muerte dependiendo de la cuna de religiosidad que se tenga, la metafísica del tema, incluso decidir cómo le gustaría a uno que fuera su propia muerte, si es que se pudiera elegir cómo morir. Además, transmito a mis becados el tema de la agonía, del ensañamiento terapéutico, el tema de poder tener el discernimiento y la sabiduría de decir cuándo parar… ese es el mundo en el cual nos movemos, todos los días hacemos esto: tomamos decisiones, hablamos con las familias, enseñamos, reflexionamos sobre la vida y la muerte.

- Doctor, y para Usted qué es la muerte
- Siento que la vida y la muerte son un continuo. La muerte es como encontrar el sentido de lo que viene después. Durante muchos siglos, filósofos, religiosos, artistas y científicos han tratado de desentrañar un poco el misterio de la muerte. La religión lo toma como algo que va más allá desde el punto de vista de la fe o de un dogma; la ciencia trata de disecar la muerte hasta llegar a los mecanismos moleculares de ella estudiando células como si eso pudiera dar una idea del fenómeno global; el filósofo la mira desde una perspectiva súper abstracta; y el artista la vive con pasión, la dibuja. Creo que el artista es el que mira la muerte desde el punto de vista más pasional y en ese sentido a mí me gusta mucho la visión poética sobre la muerte. Yo personalmente la sigo considerando un gran misterio. No tengo una respuesta definida, pero lo que sí me gustaría es morirme tranquilo y en paz, en el sentido de no haber dejado cuentas pendientes con las personas que yo quiero, con la conciencia tranquila de haber sido el mejor ser humano posible, a pesar de todas las equivocaciones y errores que uno puedo haber cometido.

- Usted mencionó que le gustaba mucho la visión poética sobre la muerte. ¿Cómo y cuando llega la poesía a su vida
- Primero entró en mi época universitaria. Me gustaba mucho Antoine de Saint-Exupéry, el tema de lo heroico con personajes como Sandokán o Robin Hood. Me apasionaba la epopeya de Moby Dick con esa incursión metafísica al alma humana tan maravillosa… fueron esos toques de romanticismo heroico parte de las cosas que me fueron predisponiendo hasta que cayeron autores ocasionales que hablaban de esos temas, poetas que invitaban al viaje como Baudelaire o del heroísmo romántico como García Lorca. Escribí algunas cosas en esa época sobre Chiloé o mis experiencias “exuperianas”, pero después lo dejé. Me dediqué solamente a la medicina por largos años hasta que, coincidiendo más o menos con la llegada a la Universidad Católica el 1993, retomé el tema y empecé a escribir. A la poesía la amo, es uno de esos amores que nunca se va a ir. Mis amigos poetas me dicen que la poesía se escribe desde la frontera, desde el desgarro, el desamor, la pobreza extrema, el sufrimiento e incluso desde el peligro, pero también se escribe desde la muerte o desde el borde de la muerte. Yo escribí un libro “La Estepa Invernal”, que cuenta la trayectoria de un poeta que se muere en la UTI, es un libro que me dejó muy contento y me dio muchas satisfacciones. La UTI es esa frontera, es la frontera entre la vida y la muerte.

- Y cómo relaciona la medicina con la poesía
- En el fondo, cuando tú cruzas enfermedad, dolor, sufrimiento, peligro y felicidad por la recuperación de un ser humano desvalido, se demuestra la indefensión extrema que nosotros, muchas veces, disfrazamos o maquillamos. Somos en el fondo indefensos, efímeros y frágiles. La medicina está estrechamente relacionada con el ser humano, que es la materia prima para la manifestación poética. Por eso me parece que el germen de la poesía está ahí.

- Por último doctor, y para terminar esta interesante conversación, Usted señaló que le gusta la poesía y el tema de lo heroico, ¿son los médicos los héroes de este tiempo?
- Categóricamente, no. Me molesta profundamente que se piense así. Yo hasta el día de hoy no he visto a ningún héroe vestido de médico, excepto los Médicos Sin Frontera. Por lo menos no en estos tiempos, quizás antaño. La enfermera, la auxiliar, el cuidador nocturno, el maestro de la construcción o la profesora de básica de una escuela sin recursos en el campo, esos son los verdaderos héroes para mí.

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