Dr. Jorge Araneda Retamal:
Entre la libertad y el placer de volar
El 17 de diciembre de 1903, en las dunas de arena de Kitty Hawk en los Estados Unidos, los dueños de una tienda de bicicletas ingresaron a la historia y cambiaron el curso de ésta al transformarse en los primeros hombres que hicieron volar un avión.
Luego de cuatro años de experimentos, los hermanos Wilbur y Orville Wright lograron efectuar el primer vuelo de un aeroplano en el mundo en el Flyer III, el cual duró 12 segundos y en el que se recorrieron sólo unos 40 metros sin elevarse más de un metro del suelo.
A pesar de no alcanzar gran altura, ésta fue la primera vez que se logró volar un aparato más pesado que el aire, operado con un motor. Así se dio inicio a una acelerada carrera por el desarrollo aeronáutico, que en menos de un siglo dio un salto hacia la era espacial.
Nuestro país se incorporó tempranamente a la historia aeronáutica mundial. Sólo siete años más tarde del primer vuelo efectuado por los hermanos Wright, el aviador francés César Copetta realizó el 21 de agosto de 1910 el primer vuelo de un aeroplano en Chile. El tramo lo realizó en los terrenos de la Chacra Valparaíso en Ñuñoa en un biplano Voisin de 50 Hp. Este vuelo marcó el inicio de una gran carrera hacia la integración territorial de Chile a través del aire y su conexión con el mundo.
El doctor Jorge Araneda Retamal, médico pediatra y neonatólogo residente del Sanatorio Alemán de Concepción, es un apasionado de la aviación. Sus obligaciones médicas en la Unidad de Urgencia, la Unidad de Neonatología, su consulta y las clases que realiza en la Universidad San Sebastián le dejan también algún tiempo libre para dedicarlo a volar por los aires de la VIII Región.
- Doctor Araneda, ¿Cuándo comienza su afición por la aviación?
- El gusto e interés por la aviación nació cuando era niño, época en la que acostumbraba a ir a elevar volantines a un sector cercano al aeropuerto de Concepción, donde veía despegar las avionetas, cosa que me resultaba fascinante. También leía revistas de mecánica y aviación. En la adolescencia me empezó a gustar mucho la computación, donde tuve la oportunidad conocer un simulador de vuelo que me permitió volar de manera virtual.
- ¿Cuándo decidió hacer el curso que se requiere para ser piloto profesional?
- Por razones médicas, en el sentido del estudio y del traslado como médico general de zona, uno no tiene la oportunidad de quedarse en un lugar establecido por lo que es difícil compatibilizar el horario que se requiere como para hacer un curso de piloto. Así que eso fue algo que fui postergando en el tiempo, pero siempre estuve con la idea de enfrentar el gran desafío que significa volar aviones o avionetas.
- ¿Dónde realizó sus estudios en el tema?
- Los hice en el Club Aéreo de Concepción. Acá existen varios Clubes Aéreos, los principales son el de Concepción y el Universitario que pertenece a la Universidad de Concepción que es el otro club con el que somos vecinos de “hangar”. Los dos clubes ofrecen el curso y cuentan con la autorización de aeronáutica para impartirlo. Yo estuve como alumno dos años para egresar después como piloto.
- Y ¿por qué le gusta tanto esta afición?
- Bueno, el gusto por hacer algo distinto digamos que siempre lo he tenido. Soy bien “busquilla”, me gusta hacer cosas que no están ligadas a la medicina. Yo creo que me gusta mucho la aviación, por la aventura y la sensación que implica el volar. Es una sensación que no es traspasable, te sientes libre. Además, haces algo absolutamente diferente a lo que realizas rutinariamente en el sentido del trabajo.

- A su juicio, ¿Cuáles son las principales cualidades que necesita una persona para ser un buen aviador?
- Bueno, para ser aviador no hay que tenerle miedo a la altura, porque la sensación que produce el volar debe ser placentera todo el tiempo. Hay que tener una muy buena actitud mental y física también, porque el vuelo requiere mucha concentración, pero también requiere mucha habilidad. Y que, obviamente, le guste mucho.
- ¿Qué tipo de aviones usted pilotea?
- El avión que piloteo es un monomotor. Es un avión Cessna 172, que es uno de los aviones que se ve comúnmente en los aeropuertos y aeródromos. Tiene un solo motor con una hélice delantera, posee un tren de aterrizaje fijo de triciclo con capacidad para cuatro personas. Estos aviones son los más vendidos para la aviación civil en el mundo desde la década de los ’50 cuando se diseñó, porque es más seguro, confiable y maniobrable desde el punto de vista del vuelo para la aviación civil.
- ¿Qué satisfacciones le ha traído practicar la aviación?
- La libertad de poder volar, de trasladarte de un lugar a otro, de conocer lugares distintos y de compartir con personas diferentes a las que suelo compartir diariamente que es el grupo de médicos. Este otro ambiente es misceláneo, compuesto por personas que disfrutan el volar. Cada cierto tiempo hacemos un viaje a algún lugar predeterminado por lo que aterrizamos en distintas pistas, lo que nos da la oportunidad de conocer diferentes Clubes Aéreos del país.
- Se podría pensar que esta disciplina no tiene ningún tipo de comparación con la práctica médica. ¿Encuentra usted alguna semejanza entre ambas?
- Si bien son actividades absolutamente distintas, tienen un punto en común: ambas requieren de mucha habilidad y también de mucha concentración en lo que se está haciendo. Uno tiene que tener, en las dos actividades, muchos conocimientos para hacer un buen trabajo. Una es una actividad placentera que te permite conocer cosas diferentes y la otra es una actividad de trabajo que también tiene su lado bueno en el sentido de recuperar la salud del paciente, lo que también resulta ser placentero.
- Por último doctor, ¿existe algún piloto que a Usted le provoque admiración?
- Los pilotos de principio de siglo que yo más admiro son los hermanos Wright, porque ellos de la nada fabricaron un avión y lo lograron hacer volar, proeza que muchos consideraron como algo completamente loco. Fueron unos pocos metros, pero los suficientes como para elevar y hacer aterrizar ese avión. También hay otros pilotos que han realizado hazañas interesantes al cruzar la cordillera. Y, por supuesto, hay que destacar a Madelaine Dupont y María Eliana Christen, las aviadoras que marcaron un hito en la aviación nacional al cruzar el Océano Atlántico en un pequeño avión que las llevó por diversos países de América, África y Europa, suena como algo fácil, pero no lo es.
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