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19 Junio 2006

Dr. Luis Martínez:

“Lo más importante está en la actitud de servicio”

Luego de ser durante mucho tiempo jefe del departamento de Nefro Urología de la Pontifica Universidad Católica de Chile, el doctor Luis Martínez Venegas debió reformular su labor, puesto que la casa de estudios vivió una reforma orgánica que separó las unidades de medicina interna de las quirúrgicas, constituyéndose entonces el departamento de Urología y el departamento de Nefrología, como dos entidades independientes. “Entonces pasé ser jefe del Departamento de Urología, de modo que en los últimos 25 años me ha tocado asumir diversos cargos directivos. De hecho, a principios de los ’80, fui director de la escuela por un tiempo y también fui miembro del consejo de la facultad”, recuerda el especialista.

Así, en vista de su trayectoria, en 1998 fue nombrado jefe de la División de Cirugía del Hospital Clínico UC, cargo académico asistencial que ocupa en la actualidad. “No es fácil; hay que estar dispuesto a entregar horas y entenderse con toda la gente. Por un lado, debo ocuparme de lo estrictamente académico, la docencia, la investigación y la extensión y, también hay que supervisar el trabajo asistencial, saber sobre los pacientes que se atienden, los que se operan, etcétera”, señala.

- ¿Cuál diría usted que fue la renuncia más importante que tuvo que hacer al asumir el peso que significan las labores administrativas?
- Uno tiene que reducir ciertas actividades; hay algo que de cierta manera se pierde. En mi caso, tuve que disminuir en forma muy importante mis horas docentes, aunque no las eliminé del todo. Sigo haciendo clases, pero mucho menos que antes. Durante algún tiempo continué desarrollando investigaciones en cirugía en distintas áreas, labor que también tuve que reducir. En una época fui el autor principal en varios estudios Fondecyt, que son proyectos de investigación concursados nacionalmente, que consumen mucho tiempo y ese es el tipo de cosas se acabó para mí. Ocurre que el día tiene 24 horas y yo trabajo 12 y hasta 14 horas diarias, pero también hay que descansar.

- Y en el ámbito clínico…
- No he perdido contacto con la clínica, es decir, sigo atendiendo a mis pacientes. Llevo trabajando como urólogo algo más de 35 años, por lo que hay pacientes a quienes veo hace mucho tiempo y, en algunos casos, también atiendo a sus hijos. Es un poco como lo que sucede con los obstetras. Pero la clínica uno no la puede abandonar, eso es irrenunciable.

Las nuevas dependencias de la<br>División de Cirugía

- ¿Qué lo llevó a especializarse en urología?
- Me interesó el riñón porque es un órgano fantástico, muy vascular. Basta con pensar que los riñones reciben el 25 por ciento del débito cardiaco y, además, en la época en que yo me estaba especializando, era un órgano que tenía un boom muy importante en lo que tiene que ver con la investigación. Entonces hace 40 años, cuando partí, me dediqué a urología por el tema de los trasplantes renales. En esa época era una aventura, pues se habían hecho sólo dos en Chile. Con Pedro Martínez -quien ha sido mi socio en estas materias por mucho tiempo- hicimos el tercero, después de haber experimentado en ratas y en perros.

- ¿Hubo algún docente que lo marcara de forma significativa?
- Sí. Una persona que influyó mucho fue el doctor Héctor Croxato, Premio Nacional de Ciencias, con quien trabajé casi cuatro años y buen parte de su labor se desarrollaba en el ámbito de la cirugía renal; de modo que yo también me dediqué a eso. Es importante señalar que en ese tiempo, a diferencia de otras especialidades quirúrgicas, en urología se tenían diagnósticos bastante precisos.

- ¿Cómo fue que decidió abordar otras áreas de la especialidad?
- Por mucho tiempo trabajé en riñón y en el tema de los trasplantes, pero se trata de una ocupación que no se puede mantener para toda la vida, porque es muy desgastante. Generalmente la vida útil de un cirujano de trasplantes es 10 o 15 años y yo me dediqué a ello por más de 20 años. De modo que llegó un momento en que decidí dejar esta tarea y dar paso a nuevos cirujanos formados por nosotros que también habían desarrollado excelentes formaciones fuera de Chile y que debían tomar la posta, por lo que les entregamos a ellos la responsabilidad. Para entonces, ya me había interesado en la patología prostática, que es un cuadro muy frecuente. Asimismo, fui acumulando experiencia en lo que dice relación con el cáncer de próstata, que ha sido mi preocupación durante los últimos 20 años. De modo, que partí repudiando la próstata y hoy estoy encantado con todo lo que tenga que ver con patología y cirugía prostática.

- Durante su trayectoria, ¿cuáles diría que han sido los avances más importantes de esta especialidad?
- Lo primero sería mencionar los trasplantes renales, que hoy ofrecen un muy buen resultado, porque los tratamientos inmunosupresores que hay en la actualidad son excelentes. Otro gran avance fue la litotripcia extracorporea, que comenzó a aplicarse hace unos 25 años permitiendo tratar las piedras desde fuera. En cáncer prostático los avances fundamentales estuvieron centrados en los métodos diagnósticos que permiten una pesquisa precoz de la enfermedad, mediante la dualidad que ofrece el chequeo con antígeno prostático específico y con procedimientos de biopsia. También contamos con técnicas quirúrgicas que permiten curar a los pacientes en un altísimo porcentaje. Creo que ha habido una toma de conciencia con respecto a la necesidad de hacerse los chequeos respectivos y eso es fundamental.

La División de Cirugía ha renovado<br>buena parte de sus equipos y cuenta<br>con pabellones inteligentes

- ¿Qué lo llevó a especializarse en urología?
- Me interesó el riñón porque es un órgano fantástico, muy vascular. Basta con pensar que los riñones reciben el 25 por ciento del débito cardiaco y, además, en la época en que yo me estaba especializando, era un órgano que tenía un boom muy importante en lo que tiene que ver con la investigación. Entonces hace 40 años, cuando partí, me dediqué a urología por el tema de los trasplantes renales. En esa época era una aventura, pues se habían hecho sólo dos en Chile. Con Pedro Martínez -quien ha sido mi socio en estas materias por mucho tiempo- hicimos el tercero, después de haber experimentado en ratas y en perros.

- ¿Hubo algún docente que lo marcara de forma significativa?
- Sí. Una persona que influyó mucho fue el doctor Héctor Croxato, Premio Nacional de Ciencias, con quien trabajé casi cuatro años y buen parte de su labor se desarrollaba en el ámbito de la cirugía renal; de modo que yo también me dediqué a eso. Es importante señalar que en ese tiempo, a diferencia de otras especialidades quirúrgicas, en urología se tenían diagnósticos bastante precisos.

- ¿Cómo fue que decidió abordar otras áreas de la especialidad?
- Por mucho tiempo trabajé en riñón y en el tema de los trasplantes, pero se trata de una ocupación que no se puede mantener para toda la vida, porque es muy desgastante. Generalmente la vida útil de un cirujano de trasplantes es 10 o 15 años y yo me dediqué a ello por más de 20 años. De modo que llegó un momento en que decidí dejar esta tarea y dar paso a nuevos cirujanos formados por nosotros que también habían desarrollado excelentes formaciones fuera de Chile y que debían tomar la posta, por lo que les entregamos a ellos la responsabilidad. Para entonces, ya me había interesado en la patología prostática, que es un cuadro muy frecuente. Asimismo, fui acumulando experiencia en lo que dice relación con el cáncer de próstata, que ha sido mi preocupación durante los últimos 20 años. De modo, que partí repudiando la próstata y hoy estoy encantado con todo lo que tenga que ver con patología y cirugía prostática.

- Durante su trayectoria, ¿cuáles diría que han sido los avances más importantes de esta especialidad?
- Lo primero sería mencionar los trasplantes renales, que hoy ofrecen un muy buen resultado, porque los tratamientos inmunosupresores que hay en la actualidad son excelentes. Otro gran avance fue la litotripcia extracorporea, que comenzó a aplicarse hace unos 25 años permitiendo tratar las piedras desde fuera. En cáncer prostático los avances fundamentales estuvieron centrados en los métodos diagnósticos que permiten una pesquisa precoz de la enfermedad, mediante la dualidad que ofrece el chequeo con antígeno prostático específico y con procedimientos de biopsia. También contamos con técnicas quirúrgicas que permiten curar a los pacientes en un altísimo porcentaje. Creo que ha habido una toma de conciencia con respecto a la necesidad de hacerse los chequeos respectivos y eso es fundamental.

Por Paloma Baytelman

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