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13 Marzo 2006

Dr. Jaime Lavados:

“Siempre me ha interesado cómo se produce, se aplica y se difunde el conocimiento”

Jaime Lavados Montes nació en la ciudad de Talca el año 1937 y desde muy temprana edad sintió que quería saber más, que tenía un fuerte interés por el conocimiento en todo el sentido de la palabra, inclinación que fue inculcada por su madre, la profesora primaria Luisa Montes. Ahí –explica- se encuentra la raíz de las múltiples tareas que ha abordado durante su vida, haciendo de cada desafío un motivo central.

“Quise estudiar medicina, porque a este interés por el conocimiento, se suma una necesidad por enfrentar el padecimiento humano. Sentí este llamado desde muy pequeño también, porque admiraba profundamente al doctor Gustavo Rayo, médico de cabecera de mi familia”, recuerda el profesional.

En 1960, tras recibir su título de médico cirujano en la Universidad de Chile, decidió especializarse en Neurología. “Todo es parte de lo mismo: quise seguir esta especialidad pues lo que define al ser humano como tal es el cerebro. Es lo único que tenemos mejor que los animales. El ser humano se caracteriza por manejar conocimientos y emociones, y esas habilidades están allí”, explica.

A mediados de esa década el doctor Lavados formó parte del proceso mediante el cual se estructuró la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica (Conicyt), organismo del cual llegó a ser director ejecutivo. “Fue una experiencia muy interesante, porque era la primera vez en Chile que se montaban fondos competitivos de investigación”, señala.

Dejó la entidad en 1970 para cursar un doctorado en Medicina en la Universidad de Londres, Inglaterra. A su regreso, y con el correr de los años, se desempeñó en varios cargos en la Universidad de Chile: profesor titular de Medicina; vicedecano de la Facultad de Medicina Oriente; director del Departamento Científico y director del Departamento de Ciencias Neurológicas, hasta que fue nombrado rector de esa casa de estudios, ejerciendo la posición entre 1990 y 1998.

“Yo tuve una experiencia muy distinta a la de los rectores actuales, porque al comenzar nos encontramos con que el sistema educacional superior estaba sumido en una realidad de desinversión. Hace más de 20 años que no se invertía en nuevas escuelas, nuevos equipos, ni nuevas salas. En segundo lugar, había un personal muy mal pagado y, tercero, la Universidad de Chile no había reforzado su rol nacional y estaba disminuyendo sus estudiantes. La tarea fue muy difícil porque había que recomponer la esperanza de la gente, de los funcionarios y de los académicos, lo mismo con la base infraestructural de la universidad. Se crearon varias escuelas nuevas, se hizo una gran inversión en equipamiento, hubo que reactivar proyectos que habían quedado detenidos, además había que aprender a moverse en el mercado del conocimiento, con todo lo que eso significa. Fue una experiencia muy importante”, cuenta.

Cuando terminó esa tarea, el médico fue por tres años embajador de Chile ante la Organización de las Naciones Unidad para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), hasta que asumió como director del Instituto de Neurocirugía en 2001.

En forma paralela a su labor en este centro, el doctor Lavados se está desempeñando como director del proyecto del Complejo Hospitalario Salvador Infante, el cual debería estar listo en cinco años más y unirá al Hospital del Salvador con los institutos del Tórax, Neurocirugía y Geriatría, para dar vida a un gran establecimiento de más de 100.000 metros cuadrados, que estará enfocado a las atenciones de alta complejidad, siendo un pilar fundamental de la red de atención del sector oriente de la Región Metropolitana, y centro de referencia nacional para el resto de los centros de salud del país. Los usuarios, en tanto, tendrán acceso a la más moderna tecnología, ya que este será el primer hospital público que contará con servicios de ficha clínica electrónica y digitalización de imágenes, entre otros avances.

- Considerando toda la experiencia que usted posee ¿cuáles cree que han sido los principales hitos en el campo de las ciencias neurológicas en estos últimos 40 años?
- Sin duda, áreas como la neurología, la neurocirugía y la psiquiatría, es decir las ciencias que tienen que ver con el funcionamiento del cerebro, han sido impactadas con gran fuerza por el desarrollo tecnológico. Basta con pensar que gran parte de la tecnología que se ha desarrollando en el ámbito médico, ha sido concebida para ser utilizada en procedimientos relacionados con el cerebro, como por ejemplo la tomografía axial computada (el escáner o Tac) y las resonancias magnéticas.

- ¿Cómo se explica que esta especialidad sea lo que genera este impulso en innovación?
- Esto se debe a este órgano, que según mi opinión es el más importante que posee el ser humano, tiene una característica que hacía muy difícil su diagnóstico y tratamiento, pues está escondido en una caja, por lo que no se le puede palpar, oir, ni tomar la temperatura. Hay que hacer todo de manera muy indirecta. Midiendo síntomas y signos. De hecho, la mayor parte del desarrollo tecnológico biomédico de diagnóstico ha sido originado por esta dificultad de mirar, palpar y oler. El segundo hecho importante, es el desarrollo de la biología molecular y los descubrimientos recientes de los mecanismos íntimos del funcionamiento del cerebro, fundamentalmente bioquímicos, a través de neurotransmisores que comunican las neuronas unas con otras y que generan redes neuronales que se vinculan con ciertas funciones.

- ¿Estos avances han impactado de alguna manera el contexto en el cual usted se desenvuelve?
- Sí, claro. El instituto se ha puesto al día en cuanto al desarrollo tecnológico durante los últimos años. Tiene 115 camas, resonador, un nuevo escáner, el mejor angiógrafo digital tridimensional del país, que permite hacer intervenciones endovasculares en el cerebro desde fuera, vamos a recibir un segundo angiógrafo de diagnóstico y dejaremos este como intervencionista. También contamos con un buen laboratorio de bioquímica. Con todo esto, es posible decir que el instituto está a un buen nivel en términos de equipamiento y de calidad de sus profesionales.

- ¿Cuáles son los cuadros que más comúnmente les toca tratar en el Instituto de Neurocirugía?
- Lo primero es el accidente vascular cerebral, que es la segunda o tercera causa de mortalidad en Chile. La morbilidad de nuestras patologías es muy grave, porque puede ser que una persona que sufre un cuadro de este tipo no muera, pero sí experimente daños serios, con déficit secuelares espantosos, afectando la calidad de vida de la persona y de la familia.

- ¿Y en cuanto a las innovaciones?
- Estamos comenzando a trabajar con cirugía de la epilepsia, ya que en nuestro país existe una alta prevalencia de esta enfermedad. Debe haber más de 250 mil chilenos que sufren de alguna forma de epilepsia, de los cuales un 80 por ciento se maneja más o menos bien con medicamentos, pero el resto tiene que buscar otros caminos, como por ejemplo el quirúrgico. Los pronósticos, por lo general, son buenos. Por ahora estamos operando fundamentalmente a niños, pero en los próximos años esperamos avanzar hacia las intervenciones de adultos.

- El instituto realiza una labor docente muy importante…
- Sí. Como sólo disponemos de 120 camas, este centro no puede hacer todas las acciones que se requieren a nivel nacional. Por eso estamos enfocados en la tarea de formar a un gran número de especialistas, por ejemplo, con los avances que hemos incorporado en neuroradiología. Así, con la transmisión del conocimiento, podemos entregar las herramientas para mejorar los niveles de atención a lo largo del país.

- ¿Cuál es el énfasis que imprimen en el ámbito docente?
- La medicina implica procesos muy complejos, por eso enseñamos a los internos y becados que pasan por acá, que no pueden quedarse sólo con lo que les indican los análisis o las placas, sino que deben entender al paciente y sus circunstancias. Hay que tratar a la persona como un todo y no ver problemáticas aisladas, ya que la afección no parte de un vacío, sino que recae en una persona que es entera, con sus circunstancias, su familia, sus aprehensiones. Sin duda, es mucho más difícil enseñar valores que transmitir procedimientos técnicos.

- Ahora, como director del proyecto del Complejo Hospitalario Salvador Infante, ¿qué espera usted de este centro?
- Será el más grande que se haya hecho nunca en Chile, con más de 900 camas. Además de atender enfermos, que es la tarea de cualquier hospital, espero que sea una especie de faro que logre captar, traducir y enseñar a la gente, para que otros centros del país también puedan atender a los pacientes sin necesidad de derivarlos. Por lo tanto también tiene que ser un centro de captación y difusión de conocimientos biomédicos para todo Chile. Va a tener una labor académico docente muy importante, central.



Por Paloma Baytelman

Mundo Médico

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